MAS DEL "PARAISO" NEOLIBERAL.
12 mar 2009
En el sexenio foxista casi la mitad de los mexicanos cayeron en pobreza patrimonial
Informe de Coneval señala que 20 millones sólo pudieron destinar $14 al día a su alimentación
Enrique Méndez y Roberto Garduño. La Jornada.
El Consejo Nacional de Evaluación (Coneval) del desarrollo social informó a la Cámara de Diputados que en el sexenio de Vicente Fox, de 103 millones de mexicanos, 48 millones 846 mil cayeron a niveles de pobreza patrimonial y sólo tuvieron ingresos por mil 625 pesos al mes en las zonas urbanas, es decir, de 54 pesos diarios, y en zonas rurales mil 86 mensuales, o sea 36 pesos diarios.
Destaca que 20 millones de mexicanos sólo pudieron destinar 14 pesos diarios a su alimentación.
Esta situación, señaló el consejo en su documento entregado a los legisladores, impidió a esa población adquirir sus requerimientos básicos de alimentación, salud, educación, vestido, calzado, vivienda y transporte público, aun dedicando el total de sus ingresos exclusivamente a satisfacer estas necesidades (y) muestra la fragilidad de la situación nutricional de la población en pobreza.
Inclusive, el secretario ejecutivo del Coneval, Gonzalo Martínez Licona, reconoció en una reunión de trabajo con diputados de la Comisión de Desarrollo Social, que hay una relación entre la pobreza y el narcotráfico, porque éste es atractivo para quienes no tienen ingresos fijos o éstos son mínimos, pero acotó que también lo es para otros grupos sociales, porque cualquier persona es atraída por ganancias a corto plazo.
Añadió: por supuesto que no solamente hay gente pobre en el narcotráfico, el nexo está ahí, pero el centro del fenómeno sigue siendo la impunidad, aunque atenderla y corregirla se complica muchísimo; no es fácil ni sencillo.
Herencia vergonzosa
El estatus de pobreza de casi la mitad de la población, expresó el presidente de la Comisión de Vigilancia, Antonio Ortega Martínez, constituye una vergonzosa e inaceptable herencia de Vicente Fox, que en su sexenio tuvo ingresos por excedentes petroleros de 800 mil millones de pesos, como no los tendrá ningún otro gobierno.
Más aún, en localidades rurales de menos de 15 mil habitantes, expresa el consejo, la pobreza de patrimonio aquejaba a 54.7 por ciento de la población, mientras que en las urbanas fue de 35.6 por ciento, lo cual define que aproximadamente 21.1 millones de personas en el medio rural y 23.6 millones en el urbano eran pobres de patrimonio.
El reporte también refiere que en el foxismo 18 millones 954 mil mexicanos fueron considerados en pobreza alimentaria, es decir, quienes tienen un ingreso mensual total menor a 810 pesos en el área urbana (27 pesos diarios) y menor a 599 en las rurales (19.90 diarios), donde viven dos de cada tres personas que no cuentan con ingresos suficientes para comer.
La pobreza se acentuó en el campo mexicano, explica el documento, y refiere que en los dos primeros años de la administración de Ernesto Zedillo el número de mexicanos en pobreza alimentaria era de 47 millones, y con Fox sólo pasó a 44.7 millones pese a los recursos extraordinarios, es decir, únicamente 2.3 millones menos que cuando inició la crisis económica derivada del error de diciembre.
El sexenio de Vicente Fox inició con 52 millones 700 mil 549 mexicanos en pobreza patrimonial, pero a pesar de los altos ingresos petroleros esa cifra sólo se redujo a 48 millones.
En el rubro de alimentación y nutrición, el Coneval afirmó que los niveles de desnutrición siguen siendo muy elevados para la población indígena, por lo que 33.2 por ciento de menores de 5 años en el país registraron baja talla, debido a que los 20 millones de mexicanos más pobres sólo destinaron 424.6 pesos al mes a alimentación.
A esto se agrega, señaló, que los precios de la canasta básica en el medio rural subieron en promedio 18 por ciento, valor que al ser superior al aumento en los ingresos de los hogares mexicanos se traduce en un crecimiento de la pobreza por ingresos.
Martínez Licona explicó que Chiapas es el estado con mayor pobreza alimentaria, con 47 por ciento de su población en esa situación; después Guerrero, con 42 por ciento; Oaxaca, 38.1; Tabasco, 28.5, y Veracruz con 28 por ciento.
Diputados de Coahuila compran con el erario 4 camionetas de lujo.
LA REDACCIóN. Proceso.
México, D.F., 12 de marzo (apro).- Los coordinadores parlamentarios del Congreso de Coahuila aprobaron la compra de cuatro camionetas marca Chrysler modelo Town and Country con un precio en el mercado de 334 mil pesos cada una. De acuerdo con el tabulador del Congreso, cada diputado recibe mensualmente 61 mil pesos por concepto de sueldo; 25 mil más, por "apoyo parlamentario"; otros 20 mil, por "gestión social" y 4 mil para "apoyo de renta", en caso de los foráneos. Además, hay que tomar en cuenta que el Poder Legislativo local aprobó la suma de 15 mil pesos como "apoyo" a las fracciones parlamentarias. Cada diputado gana, entonces, un promedio de 100 mil pesos mensuales. Aún así, del erario salió el pago de las cuatro camionetas, una de ellas bautizada ya como "La Paloma" por el grupo parlamentario del PAN.
Al amparo de la policía, el cristal envenena a miles de tijuanenses.
La autoridad dice que existen 100 mil adictos; los especialistas, 200 mil
En dos décadas se disparó el consumo de drogas duras; 85 por ciento usa ese derivado
Al principio fue negocio de narcomenudistas; hoy lo controla el crimen organizado
El narcotráfico adquirió mayor relevancia en esta frontera con el ingreso de nuevas sustancias. Con la aparición de la droga de los pobres crecieron el consumo y el número de adictos. Especialistas lo consideran negocio redondo para las autoridades, ya que si bien combaten a la delincuencia organizada, a la vez autorizan empresas que surten de materias primas a quienes cocinan el cristal
Roberto Garduño
Enviado. La Jornada.
Tijuana, BC. Si bien es difícil precisar el número de personas que usan drogas sintéticas –las autoridades hablan de casi 100 mil y los especialistas de 200 mil–, especialmente de cristal, el consumo en esta frontera se ha convertido en grave problema de salud pública y detonante de la violencia.
Varios especialistas aseguran que ésta es una de las metrópolis que, proporcionalmente, tendrían el mayor número de adictos en todo el país.
Los consumidores se incrementan y los puntos de venta también. Eso cualquier individuo lo sabe en colonias populares como la Sánchez Taboada, Otay, Zona Norte, El Pípila, Los Floridos 1, 2, 3, y 4, y Mariano Matamoros. Y en esos sitios, nadie ajeno a los habitantes, ni siquiera la policía, puede entrar durante la noche, a riesgo de poner en juego la vida.
Somos muy pocos a los que aún no nos llama la Santa Muerte
“La gente se está volviendo loca… ¡pirata! En el aire se siente la presión, la violencia”, afirma El Ángel, un tijuanense cincuentón, quien confiesa: “Le he metido a todo; es duro sobrevivir. Contados con los dedos, somos muy pocos a los que aún no nos llama la Santa Muerte… pero las cosas están cada vez peor”. Sus palabras confirman el viaje.
La franja fronteriza septentrional de México abonó, en las dos décadas más recientes, un campo de cultivo para el consumo de drogas duras, en particular la más dañina para el ser humano: el cristal.
De ser un negocio de narcomenudeo, dominado por la delincuencia común, pasó a manos del crimen organizado, que asumió el control corporativo de la producción y distribución de la droga con la finalidad de absorber incalculables ganancias.
A los grupos de narcotraficantes no les escasea el flujo de dinero para comprar, distorsionar y corromper con extrema facilidad a las autoridades, alertan desde los más distintos sectores de la sociedad.
“Todos los días vemos con resignación, y preocupados por nuestros hijos, cómo la venta de cristal es común en cualquier parte y a cualquier hora. Me da miedo decirlo, pero esperamos que la violencia se desate y debemos estar preparados, porque nuestro problema ya no es sólo el paso de la cocaína. Ahora hay miles de adictos”, revela Esmeralda Siu, de la Casa del Migrante.
“Mientras no se regule, controle y acote el paso libre de armas y el manejo de recursos económicos, la guerra del gobierno mexicano, que involucra al Ejército y a la Marina, no tendrá una salida eficaz, porque las bandas de delincuentes siguen reclutando en sus filas a jóvenes o a personas que se venden por dinero o por obtener cristal”, afirma el presidente del Colegio de la Frontera Norte, Tonatiuh Guillén.
Para el informe 2008, relacionado con la incidencia y el consumo de drogas en el país, elaborado por el Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), la autoridad federal descartó realizar encuestas en Baja California y Sinaloa, con el argumento de que el despliegue de los operativos policiacos y militares inhibiría la participación de la gente.
Para adoptar esa postura no se analizó la historia de consumo de drogas en Tijuana.
En esta ciudad, a principios de los años 90 del siglo XX, la venta de drogas en vía pública se convirtió en una actividad económica relevante. Entre 1993 y 1994 ingresaron al mercado nuevas drogas sintéticas. La seudoefedrina y la efedrina, cuyo derivado son las metanfetaminas, indispensables para producir cristal.
En las más de 700 colonias y barrios populares de esta ciudad, se escribe una historia fatal para la salud de miles de personas. El consumo de cristal dañará sin remedio órganos vitales, como cerebro, riñones e hígado de los adictos.
Tal crecimiento en el consumo de cristal forma parte de una cadena de complicidades, en la cual sobresale el papel permisivo de las autoridades.
“Es el negocio redondo del gobierno. Por un lado, combate la delincuencia y el narcotráfico, y por otro, autoriza negocios que son los que surten de materia prima a los productores, para que después distribuyan la droga en las ‘tienditas’ de la ciudad. Las autoridades federales, estatales y municipales tienen una complicidad enorme en el negocio del tráfico de drogas en las calles”, refiere Víctor Clark, profesor de la Universidad Estatal de San Diego, California, y coordinador del Centro Binacional de Derechos Humanos.
La venta de drogas a 200 mil personas cada día se convirtió en un mercado en expansión, porque el cristal, llamada la droga de los pobres –se calcula que 85 por ciento consume ésta–, tiene dos virtudes: es muy barata en el mercado, la dosis mínima sigue costando 50 pesos, y eso genera una febril actividad económica en todas las colonias de la ciudad donde se vende, documenta el doctor Clark.
Ejército de ladrones
Tal cantidad de adictos –cifra que crece cada día– incorporó al mercado a jóvenes dependientes y, en consecuencia, delincuentes dedicados a robar para mantener su vicio, porque para satisfacer sus necesidades de cristal ocupan de tres a cinco dosis diarias.
Ellos se han convertido en un ejército que arrasa con todo lo ofertable en la ciudad, ya sean recogedores de basura, tanques de gas, baterías para automóvil, ropa de los vecinos, relojes, carteras o hurto a vehículos, cristalería, computadoras. Todo, todo roban.
El Jimmy Castillo forma parte activa de ese ejército de adictos, que hoy amenaza la seguridad pública en Tijuana. Apenas abandonó la pubertad, se transformó en experto en el manejo y consumo de drogas.
“¡A mí me está comiendo el cerebro, me hace ilusionar cosas que no existen y eso me relaja…! Tijuana está para llorar, porque hay órdenes para los mañosos de que todo lo que huela a Los Aretes debe morir, pero también hay orden de que todo lo que huela al Chapo debe morir. ¿Y sabes cuál es el problema? Que ahí vienen Los Aretes y viene El Chapo”. Se refiere al viejo enfrentamiento entre los dos cárteles, que es la comidilla diaria en el bajo mundo.
La persona adicta a inhalar o a la toma de cristal, a diferencia de quienes consumen mariguana o cocaína, es sumamente agresiva y violenta; padece alucinaciones, delirio de persecución y esquizofrenia, de acuerdo con estudios realizados por especialistas.
“Tengo 27 años, la mitad la he pasado encerrado en la cárcel; es duro, bato, pero a eso estoy condenado para siempre porque me agarraron los de la CIA y me colocaron un chip aquí, en la cabeza… eh bato, pásame un billetito ¿no?”, reclama El Bicho, un hombre en edad productiva atormentado por la urgencia de conseguir su dosis diaria de cristal.
Sobre la avenida Revolución, también en calles aledañas a la margen del río, a cualquier hora del día o de la noche se observan filas de personas de diferente estatus social –como en un supermercado, taquería o taquilla de cine– para comprar globitos (pequeñas bolsas de plástico con porciones de un gramo de cristal) a narcomenudistas, quienes, parapetados en sitios fijos, han conseguido mantener una clientela cautiva.
Para ese sector de la sociedad, el Estado no ofrece alternativas de recuperación. Los Centros de Integración Juvenil –financiados con recursos públicos para tratar el tema de las adicciones– tienen 29 camas. Por el contrario, desde 1994, organizaciones sociales no gubernamentales han instalado 150 centros en la ciudad, con capacidad de 5 mil camas.
A esto se suma que Tijuana, para la dimensión de su territorio y su población sólo requiere de 400 farmacias; sin embargo, operan mil 400.
Al preguntar a tres productores de cristal de dónde obtienen la materia prima, todos aseguraron que de las farmacias, establecimientos autorizados por el gobierno del estado, por conducto de la Secretaría de Salud, y por el municipal en lo que se refiere al uso del suelo.
La seudoefedrina la filtran del Efedrin, Nusifed o Actifed, medicamentos no controlados para tratar la gripe y la tos.
Ausencia de liderazgos
El negocio del narcomenudeo se movía sin liderazgos. Todavía hace dos años, delincuentes comunes controlaban una calle o una tiendita. En 2007, se calculó que en Tijuana había más de 4 mil narcotienditas.
En razón de esa ausencia de liderazgos, los policías eran quienes tradicionalmente cobraban protección a los distribuidores, unos 100 dólares diarios, en promedio. Dinero que iba a dar lo mismo a agentes federales que estatales o municipales, y a su vez a los jefes, y suponemos que a la clase política, porque eran miles de dólares, refiere el doctor Clark.
“La guerra entre los cárteles de los Arellano Félix y de Joaquín El Chapo Guzmán ya corporativizó el narcomenudeo, y los sicarios comenzaron a cobrar derecho de piso a las narcotienditas.”
Aún se ve a los policías realizando recorridos para cobrar el dinero. La diferencia es que ahora esos agentes trabajan para la delincuencia organizada.
Cocinero de bajo perfil
El negocio es incalculable. Gustavo es un cocinero de cristal. Cuando se le pregunta si le gustaría cocinar más para crecer en el negocio, responde lacónico: “¿Para qué quiero crecer? ¿Para qué? Sí sólo cocino tres veces al año y gano 150 mil dólares, ¿para qué? Si crezco me voy a volver muy visible, muy buscado, me van a presionar. Mejor sigo así, con bajo perfil.”