QUE NO SE OLVIDE
26 ene 2010
Calderón, espurio por los siglos de los siglos
Álvaro Delgado
MÉXICO, DF, 25 de enero (apro).- Más allá de la maliciosa censura de Fernando Gómez Mont a las alianzas electorales, forzado enseguida a desdecirse, el presidente del Partido Acción Nacional (PAN), César Nava, ha puesto precio a las que pretende pactar con la izquierda para tratar de ganarle al priismo: Olvidar la condición espuria de Felipe Calderón.
Tal restricción ha encontrado simpatía en segmentos de la izquierda partidaria, en especial en la facción que domina el cascarón en que se ha convertido el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Nueva Izquierda (NI), uno de cuyos prominentes miembros, el senador Silvano Aureoles, le ha entrado al mercadeo.
“Vamos a revisarlo en el camino, primero que se concreten las alianzas, que es una decisión local, y luego vemos lo que sigue”, enfatizó, con franca voluntad mercantilista, el vicecoordinador perredista en el Senado, quien --como Gómez Mont-- tuvo que desdecirse luego porque, según él, se tergiversaron sus declaraciones.
Aureoles tiene como jefe en el Senado a Carlos Navarrete, quien pasó de entrevistarse en secreto con testaferros del gobierno como Francisco Ramírez Acuña --justamente quien lo delató-- a solazarse públicamente con ellos, incluido el propio Calderón, al que ha tratado de dotar de una legitimidad imposible.
Justamente por tales encerronas secretas, como parte del plan de Nueva Izquierda de aislar a Andrés Manuel López Obrador, es que Jesús Ortega me escribió, en 2007, una encendida “carta personal” para hacer una afirmación que considero de interés público --y por tanto la difundo--, ahora que el PRD busca aliarse con el PAN en al menos cuatro de los doce estados donde habrá elecciones este año.
“Yo soy una persona que trata de ser congruente con lo que piensa. He dicho, y lo sostengo, que Calderón es y será ilegítimo, y que esa ilegitimidad no se quita como si se quitara una mancha en la camisa. Calderón es y será ilegítimo por los siglos de los siglos.”
Si Ortega es congruente, como alegó en esa carta, y es auténtica esa contundente definición, esto implicaría entonces cancelar cualquier negociación con Nava y el PAN, siendo éstos dos apéndices de Calderón, espurio de origen.
En realidad, y esto subyace en el comportamiento público de Ortega, ya hay un arreglijo, al menos tácito, en este sentido, y prueba de ello es que ese político perredista jamás ha declarado públicamente que Calderón es espurio “por los siglos de los siglos”.
Y como si Nava no hubiera dicho, una y otra vez, que no habrá alianzas con nadie que considere espurio a Calderón, Ortega afirmó apenas hoy lunes que no es así: “Es absolutamente falso, cuando menos nosotros no aceptamos en esas coaliciones ningún condicionamiento”.
Se entiende que esta facción del PRD, de clara vocación mercantilista, no tenga remilgos para aliarse con el PAN del que Calderón es cacique, y aun que Convergencia proceda de manera análoga: el senador Gabino Cué ya anticipó que, de ganar el gobierno de Oaxaca, tendrá una relación institucional con Calderón, con lo que éste y Nava creen proscrita la condición espuria del primero.
Pero es el Partido del Trabajo (PT), el principal sostén político y financiero de López Obrador, a quien definen desde ahora como su candidato presidencial, el que ha atendido, también, la condición de Nava, con un agravante: La alianza --lo saben-- es también con El Yunque, la organización ultraderechista que controla el PAN.
Apenas la semana pasada, el martes 19 de enero, poco antes de las 15 horas, un grupo de petistas, encabezados por el senador Alejandro González Yáñez, se introdujo en la sede nacional del PAN para entrevistarse con varios jerarcas panistas para pactar alianzas electorales.
“¡Venimos a ver cómo está El Yunque!”, dijo entre broma y en serio el senador petista conocido como Gonzalo, quien aspira a ser nuevamente alcalde de Durango capital, que gobernó entre 1991 y 1994, cuyo candidato a la gubernatura es el expriista José Gómez Aispuru.
El y el resto de los petistas que a nivel nacional encabeza Alberto Anaya --igual que los perredistas y de Convergencia-- han antepuesto la posibilidad de ganar posiciones políticas al reconocimiento, así sea tácitamente, de quien han considerado ilegítimo.
Pero, además, la alianza de la izquierda partidista es con El Yunque, cuyos cachorros están posesionados de la dirigencia y la estructura del PAN, como se documentó en un reportaje publicado en el semanario Proceso en la edición que está en circulación.
Más aún: La alianza suprema, la que ha auspiciado que en los estados de la República se consoliden los cacicazgos que la izquierda y la ultraderecha panista quieren vencer, es la que conforman PRI y PAN, como se ha demostrado una y otra vez desde al menos 1988.
En el fondo de esta coalición, que es la de los grandes intereses, está la ilegitimidad que le dio origen: Primero el fraude de Carlos Salinas, que convalidó el PAN, y luego el fraude de Calderón, que convalidó el PRI, ambos espurios, como dice Ortega, “por los siglos de los siglos”…
Fangal
JOSÉ BLANCO
El nuevo Estado de bienestar para Estados Unidos, y un nuevo arreglo político institucional más equilibrado con el mundo, American dream de la campaña electoral de Obama, se desdibujan con rapidez.
No pudo desprenderse de los halcones que viven de la guerra, y hubo de continuarlas con un Premio Nobel de la paz en las manos que se ha quedado vacío de contenido.
El enfermo sistema de salud ha quedado varado, con dos propuestas distintas –ninguna de las dos es la de Obama–, una en la Cámara de Representantes y la otra en el Senado. La pérdida de un escaño en el Senado, el de Massachusets, empeorará las cosas para el proyecto de reformas de ese sistema, y para otras reformas.
El presidente estadunidense, en tanto, ha debido descuidar el complejo proceso de conciliación de los dos proyectos de salud, cuestión por él mismo reconocida. Estábamos tan ocupados haciendo nuestras tareas e intentando superar la crisis aún pendiente que perdimos la percepción para hablar de las cosas que preocupan a los estadunidenses, dijo refiriéndose a los efectos negativos sobre los electores de esa pérdida de percepción.
Entre tanto, Obama, que llegó a Washington decidido a reducir a fondo la influencia de los famosos lobbies en la política, veía con las manos atadas como ése, que era uno de sus grandes objetivos, quedaba prácticamente anulado por la Suprema Corte, la que eliminó con su sentencia la intención de Obama de establecer límites severos a las empresas en el financiamiento de campañas electorales. En su mensaje sabatino tuvo una vehemente pero impotente reacción: El dictamen [de la Corte] es un duro golpe a la democracia dijo, y prometió intentar revertir la decisión. El fallo, dijo el presidente, abre las puertas a la entrada de una cantidad de dinero ilimitada procedente de intereses especiales.
Y por si fuera poco, Obama ha debido continuar absorbido con la atención concentrada en la crisis con decisiones inciertas y que conllevan un buen número de nuevos problemas.
Así como no pudo el nuevo presidente zafarse de los halcones de la guerra, tampoco lo ha podido hacer de los buitres de Wall Street. En 1913 Estados Unidos hizo un diseño del sistema financiero por el cual el Estado no puede conducirse como tal frente al poder de los banqueros. El gobierno de cualquier Estado, en el que se mezclan la sociedad civil y la sociedad política junto con los funcionarios de ese gobierno, va perdiendo sin remedio su carácter de Estado y su poder de gobernabilidad.
El capitalismo es, por naturaleza, una multiplicidad de intereses divergentes y contradictorios. El Estado ha de contar entonces con los instrumentos precisos para sintetizar, conciliar y mantener equilibrios que demandarían una clara separación entre gobierno y particulares. En Estados Unidos, hace ya mucho tiempo que los intereses particulares entran, salen, se renuevan, como cabezas de grandes parcelas de la administración pública. Generales y ministros de la defensa son propietarios de inmensos intereses del complejo industrial-militar que producen las municiones. La guerra es su negocio.
Con mayor razón con el peculiar estatus jurídico del área financiera. En Wall Street se forman los secretarios del Departamento del Tesoro, los gobernadores de la Reserva Federal (la Fed) y, por supuesto, los miembros del poderoso Federal Open Market Committee (FOMC), brazo operativo de la Fed. Ésta, que es el banco del Estado, la banca central, contra lo que suele pensarse, es un banco privado. Aún así, la Fed la dirige una junta de gobernadores (7), de los cuales uno de ellos es el presidente, y todos son designados por el presidente de la República y ratificados por el Senado. Pero esta junta tiene el estatus de agencia gubernamental independiente. El presidente de la junta puede destituir a un gobernador, sin intervención del Presidente de la República. Lehman Brothers, Goldman Sachs, JP Morgan Chase y muchos otros grandes bancos han sido permanentes proveedores para los puestos de la Fed y del FOMC.
Obama llegó preso de las ideas de Bernanke –voz mayor de la Fed–, Hank Paulson (el rescate de los bancos lleva su nombre), y de Tim Geithner (actual secretario del Tesoro). Bernanke tenía la particularidad de no provenir del sistema financiero, sino de la academia. Es ahora una de las mayores críticas que recibe: no proviene de una institución privada. Pero con Bernanke la Fed toleró que los bancos cometieran los peores latrocinios llamados innovaciones financieras. No es extraño que la revista Times lo nombrara el hombre del año (el dizque salvador de la crisis financiera), y al mismo tiempo la encuesta que Times hiciera sobre Bernanke encontró que era rechazado por todos los estados de la Unión, con excepción de Wyoming y Dakota del Sur, pese a que era el candidato propuesto por el propio Obama para continuar en la Fed. Bernanke está a punto de quedar fuera del juego aunque hoy se declare el mayor regulacionista.
Obama ahora intenta una reforma financiera probablemente precipitada apoyándose en Paul Volcker –que había criticado a la Fed desde 2005–, y lo hace violando los acuerdos que tuvo con el G-20, de realizar una reforma financiera global internacional.
Obama se empantana, entra en choques con el mundo, y su popularidad interna resbala sin solución de continuidad.
Reglas para el pillaje
PEDRO MIGUEL
La propiedad privada es parte del orden universal y eterno de las cosas. Incluso desde antes de que éstas existieran, el Caos original podía considerarse propiedad de Dios, Quien fue El que, en ejercicio de Sus legítimos derechos de posesión, le dio forma y fondo y creó la noche y el día, los océanos y las tierras emergentes y las criaturas que pueblan unos y otras.
En tiempos posteriores, un dinosaurio era feliz poseedor de sus propias escamas, de sus huevos y de un territorio definido en el cual cazar o pacer. Verdad es que las bestias primitivas, carentes de intelecto y de razón, no asimilaban el concepto muy bien que digamos y que ello daba lugar a frecuentes pugnas por el territorio, por la comida o por la hembra. Pero los seres humanos, reyes de la Creación, están llamados a comportarse de otra manera y a reconocer en la propiedad el principio que ordena y armoniza la vida civilizada. Así ha sido siempre, así es y así debe seguir siendo.
Si de dirimir conflictos se trata, para eso existe un Legislativo capaz de distribuir los bienes que permanecen en el desorden de lo público entre algunas decenas de bolsillos sabios que podrán hallarles mejor provecho, o rescatar a las mujeres de su propia cortedad mental y situarlas bajo la tutela de jueces, curas, padres o maridos que les digan lo que pueden hacer, y lo que no, con sus cuerpos; para eso hay decretos presidenciales que convierten –ya lo verán– ineficientes entidades de la nación en empresas privadas competitivas, transparentes y, sobre todo, prósperas; para eso hay una Suprema Corte que legaliza la usura, así como poderes nacionales y supranacionales y mecanismos de transparencia que estipulan quién debe ganar cuánto, qué países pueden explotar los recursos de otras naciones, quiénes tienen legitimo derecho a saquear oficinas y presupuestos: ¿qué tal el del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), puesto por el Altísimo a disposición de la parentela presidencial para que ésta progrese, ensanche su hacienda y se haga con los medios necesarios para su felicidad?
Quienes critican esa muestra de normalidad democrática incurren en el pecado de la envidia, porque carecen de los pequeños lujos que esa honorable familia ha sabido ganarse a fuerza de astucia, o bien en el de la soberbia, porque quiénes son ellos (es decir, los críticos) para juzgar vidas ajenas.
En este mundo, el principio de la propiedad privada ha de primar en toda circunstancia, incluso en situaciones de catástrofe o de hambruna. Quienes, por alguna razón, se vean privados de alimentos, habrán de abstenerse de aprovechar víveres que les son ajenos, aunque éstos se encuentren abandonados; el deber moral del hambriento consiste en vigilar la integridad de la propiedad privada. Así, en el infortunado Haití, los víveres en las ruinas de una tienda son del tendero, aunque éste haya muerto y se encuentre sepultado entre escombros, en tanto que en México los yacimientos mineros y los campos petrolíferos pertenecen a Repsol, Iberdrola y otras empresas extranjeras, y las mujeres y sus cuerpos son propiedad de los arzobispos y de sus aliados legislativos. Así ha sido, así es y así será.
Escuché por ahí que en estos días se regalan niños haitianos y he pensado en optar por la propiedad de uno de ellos. Me interesa especialmente el linchado, ese puberto que apareció en la primera plana de La Jornada del viernes 22, lloriqueante, con la cabeza quebrada y llena de sangre, y un hilo de baba colgando de sus labios reventados. Parece ser que, en medio de la tragedia, ese mozalbete, en vez de resignarse y acatar los designios del Creador, pretendió saciar el apetito con mercancías ajenas. Lo dejaron hecho un Cristo.
Supongo que habrá escarmentado y habrá aprendido el principio sacrosanto de la propiedad, y de ahí mi interés particular: el jovencito ya está listo para la vida en el mundo civilizado y para acatar (eso es lo importante) las normas de la decencia: el pillaje (como la evasión fiscal) es derecho exclusivo de unas cuantas empresas y familias de bien, no prerrogativa de un muerto de hambre cualquiera, y para practicarlo existen formas y maneras: robar, sí, pero robarse la Presidencia; imponer, sí, pero mediante decretos; saquear, sea, pero por medio de contratos; hincharse con dineros públicos, okey, pero a través de una tabla de remuneraciones. Así ha sido siempre. Así es. Así debe seguir siendo.