LA ALIANZA PERVERSA

26 feb 2010

SEP-SNTE: simbiosis atípica
GABRIELA RODRÍGUEZ

El relator especial sobre el derecho a la educación de la ONU que visitó por primera vez nuestro país no pudo encontrar términos más precisos para describir la situación. Al presentar conclusiones preliminares a la prensa el pasado 19 de febrero, Vernor Muñoz Villalobos afirmó que hay una simbiosis atípica en la SEP al estar subordinada a la fuerza política del SNTE, lo cual ha obstaculizado la calidad de la educación en México.
Más que evidenciar ese vínculo que todos conocemos, el relator aporta una inteligente comprensión de una relación en que se benefician dos organismos de diferente tipo y que pueden llegar a confundirse. Como dijera el biólogo Ivan Willis: la tendencia del ratón a huir del gato o del tiburón a tragarse el pez explican el inicio de relaciones simbióticas; las tensiones producidas ante la presencia de otro organismo producen reacciones de acercamiento y alejamiento hasta alcanzar diferentes grados de beneficio mutuo e integración.
Llevado al campo de las relaciones públicas pienso que la simbiosis alcanza un alto grado de integración en el clientelismo político. Este sistema extraoficial de intercambio de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas mediante su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral. Por su poder económico, pero sobre todo por su capital social y simbólico (puede subordinar a una masa magisterial de más de un millón de maestros en todo el territorio), la SEP-SNTE puede paralizar al país, cambiar los resultados electorales o llevar a los últimos lugares del mundo la calidad educativa de nuestras escuelas, tal como ha demostrado.
Más allá de esa crítica estructural, las opiniones de Vernor Muñoz incluyeron tópicos de gran actualidad: reconoció que el tema de la educación de la sexualidad genera debate en todo el mundo: resulta que en la vida social enfrentamos el sexo cotidianamente, pero en la vida educativa no se menciona, lo que es absurdo. Consideró necesaria una educación sustentada en el respeto y el afecto, es decir, de cómo los hombres y las mujeres se relacionan, cómo mujeres y mujeres se relacionan y hombres y hombres se relacionan, porque éste es el reflejo de la sociedad: cómo se relacionan las personas.
No sé hasta dónde se informó al relator que el currículum incluye desde 1998 equidad de género, erotismo, salud reproductiva y derechos sexuales; y que al celebrarse la Conferencia Mundial de Sida en 2008, México promovió y firmó la declaración ministerial Prevenir con educación, en la cual se comprometió a impulsar una educación sexual integral en las escuelas de la región.
En esa ocasión el propio Felipe Calderón y la entonces secretaria de Educación se pronunciaron en favor del derecho a la información preventiva y del respeto a la diversidad sexual. Pero los hechos posteriores contradicen los compromisos y confirman una actuación clientelar, se teme a la reacción de sectores claves en los procesos electorales, la SEP juega en dos bandas: mantiene la currícula de educación sexual y los libros de texto progresistas, distribuye libros paralelos con visiones religiosas y anticientíficas sobre la salud sexual; retiró el tema de homosexualidad en los libros de texto de secundaria; se detiene la Cartilla del Adolescente para vigilar su salud sexual y reproductiva y se despide al responsable del sector salud; en días pasados, Calderón se pronunció y avaló el recurso de inconstitucionalidad que presentó el procurador general de la República a la reforma para reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La reacción del secretario general del SNTE a la declaración del relator fue para afirmar la transparencia y la rendición de cuentas que caracterizan la praxis sindical de ese organismo. El secretario de Educación, Alonso Lujambio, declara que el SNTE es un sector privilegiado para la educación pública, y evalúa enviar una posible nota diplomática a la ONU por las críticas recibidas.
Pareciera que la simbiosis SEP-SNTE no es muy atípica, pues ha pasado de ser una relación mutualista a parasitaria, y aunque el hospedador encuentra ventajas en las características y especialidades del hospedado, en vez de una relación fructífera ha llevado a una reacción metabólica en que el residuo de uno de los organismos se convierte en el alimento del otro.
Un país que se diluye
Axel Didriksson
MÉXICO, D.F., 25 de febrero.- En el proceso de vaciamiento, de ausencia de sentido en las perspectivas de largo plazo, el país parece como los ríos de agua sucia que causan pérdidas irreparables, humanas y materiales, pero sobre todo de generaciones enteras de jóvenes que ya no tienen confianza en la educación y viven a la deriva.
Es este el peor signo de la actual ingobernabilidad, pues la pérdida progresiva de las funciones del aparato del Estado y del sistema escolar se traduce en los inenarrables episodios de violencia y degradación que ocurren. La violencia generalizada que hace posible la actual ingobernabilidad es directa pero también indirecta. Así, además de manifestarse hasta en el asesinato de jóvenes departiendo alrededor de sus logros escolares o grupales, se expresa en la falta de políticas de gobierno para prevenir y solucionar lo más elemental de la seguridad de todos desde alguna racionalidad, o en el hecho de que, cuando esas políticas se emprenden, siempre llegan tarde o se dirigen en contra de la libertad (por ejemplo, contra la sexualidad de cada quien), aduciendo juicios morales o religiosos. Y todo ello, en un ambiente de demagogia y corrupción política.
En el fondo lo que se expresa es una violencia indirecta generalizada contra el sentido de la educación que forma o debiera formar para la defensa de los derechos humanos y la integridad emocional, cultural e intelectual.
La escuela mexicana está golpeada por la violencia que se deriva de esta pérdida de sentido de las políticas de gobierno. Hay hostigamiento verbal y hasta golpes en las aulas, mientras que los excluidos del sistema educativo no encuentran ninguna otra perspectiva que la ilegalidad o el crimen organizado: Con sus errores gramaticales, todas las “narcomantas” ponen de manifiesto dicha exclusión educativa.
Es una descomposición que a estas alturas abruma, sobre todo cuando se la ve desde la perspectiva de los educadores. Uno de ellos, Fernando Reimers, como si se refiriera a México, señala: “Cuando la escuela, los educadores y la sociedad no actúan decididamente para romper el ciclo de reproducción de la pobreza; cuando aceptan como inevitable, como un hecho natural, que aquellos estudiantes que han nacido en las comunidades de menores recursos tendrán por ello significativamente menos oportunidades de desarrollar su talento, es ésta aceptación cómplice de una forma de violencia indirecta. Otro aspecto de esta violencia lo constituye la utilización de los recursos que la sociedad asigna a la educación para fines distintos que el de promover el aprendizaje de los estudiantes. Cuando los sindicatos de maestros se hacen cómplices o promueven el bajo desempeño profesional de los profesores, o cuando los administradores públicos abusan para fines personales de la confianza que el Estado les asigna, son éstas formas de violencia indirecta contra aquellos en la sociedad que tienen menos voz para resistirla”. (Organización de Estados Iberoamericanos, OEI, Metas Educativas 2011, página 135, 2009.)
En otras palabras, se incrementa la desconfianza hacia quienes tienen a su cargo el manejo de las políticas educativas cuando no saben adónde dirigir los recursos para la educación, o cuando, al aplicarlos, procuran obtener beneficios para sí mismos o para alguien en particular, de modo que su gestión tiene resultados políticos exitosos para ellos, pero no para mejorar la calidad y la cobertura del sistema educativo.
En suma, mientras los jóvenes no tienen ninguna otra salida que la pobreza y la ignorancia, pues la educación que reciben –cuando la reciben– se les escurre como el agua entre los dedos, el país también se nos diluye.
Antes y después de 1968
CARLOS MONTEMAYOR
Desde un primer momento, varios sectores del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) afirmaron reiteradamente que el movimiento estudiantil de 1968 fue fomentado, sostenido y armado por agentes comunistas de la Unión Soviética y de Cuba. Es difícil saber en qué medida influyó esta versión gubernamental en una ulterior concepción del movimiento estudiantil del 68 como matriz de las organizaciones guerrilleras urbanas que aparecieron a lo largo de la década siguiente.
Es difícil saberlo porque la incorporación de estudiantes universitarios a la guerrilla posterior no fue un proceso automático derivado de la dinámica propia de ese movimiento, que aglutinó a nutridos contingentes de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad de Chapingo. Una gran parte de los estudiantes que se incorporaron a la guerrilla provinieron de dinámicas diferentes, de una amplia gama de otros procesos políticos y universitarios de Michoacán, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León y Sinaloa, sin conexión orgánica con el movimiento del 68.
La guerrilla rural y la guerrilla urbana surgieron de procesos en ocasiones tan aparentemente disímiles como la radicalización de las juventudes comunistas ante las viejas estructuras del Partido Comunista Mexicano (PCM) y del Partido Popular Socialista (PPS) o de la radicalización política de cuadros religiosos.
En este sentido, la Liga Comunista 23 de Septiembre es un buen ejemplo del complejo cruce de caminos y de la amplia gama de procesos políticos que desembocaron en la guerrilla mexicana. Raúl Ramos Zavala, su fundador ideológico inicial, provenía de la juventud comunista de Nuevo León; Ignacio Salas Obregón, su primer dirigente reconocido, originario de Aguascalientes, se había formado en la Compañía de Jesús. El nombre de la Liga, por otro lado, no aludió a un movimiento estudiantil, sino al comunismo y a la guerrilla rural de la sierra de Chihuahua encabezada por Arturo Gámiz, Pablo Gómez y Salomón Gaytán; el título de su propio órgano de difusión, Madera, recalcó la referencia a la guerrilla rural chihuahuense, por el enclave de la sierra donde el Grupo Popular Guerrillero intentó tomar por asalto el cuartel militar, proceso que he descrito ampliamente en mi novela Las armas del alba.
El contexto político del movimiento del 68, la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco y, quizás de manera determinante, la masacre del Jueves de Corpus de 1971, constituyeron el referente nítido para muchas organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles de que la lucha no podía ser pacífica. El Estado se había mostrado refractario por entero a la inconformidad social; con ambas masacres había hecho saber a todos el destino real de las luchas populares: resignarse a la represión y a la masacre, o intentar el recurso de la vía armada. Pero a pesar del vasto contexto político del movimiento estudiantil de 1968, no podemos reducirlo a la explicación causal de la guerrilla posterior; en la urdimbre de la guerrilla se encuentran hilos que provienen de condiciones anteriores y de contextos diferentes.