PEÑA NIETO EL BENEFICIARIO

15 mar 2010

Obligación a favor de tercero
BERNARDO BÁTIZ V.
Para un estudioso del derecho, el convenio –negado, reconocido y que hoy simplemente se pretende olvidar– que celebraron PAN y PRI es una fuente de reflexiones técnicas, que podrían ser chuscas, y que no resisto compartir.
Primero hay que decir que un convenio es un acuerdo de voluntades para crear, transferir, modificar o extinguir obligaciones; lo que pretendieron hacer quienes firmaron el convenio fue obligarse mutuamente. Por regla general, el convenio obliga a quienes lo celebren, independientemente de que se formalice o no mediante escrito público o privado; en el caso hubo una carta firmada que hace las veces de contrato, aunque en realidad lo que da origen a las obligaciones de las partes es el acuerdo de dos o más voluntades, que coinciden en el objeto que se persigue con el convenio.
En éste, al que me refiero –celebrado en octubre pasado por el PRI, representado por su presidenta, Beatriz Paredes, y el PAN, por el suyo, César Nava–, hubo sin duda el acuerdo de las voluntades y un objeto. Se trata de lo que los maestros de derecho civil llaman obligación en favor de tercero; las partes en un contrato se obligan mutuamente para beneficiar a otro; en este caso, el beneficiado (que a final de cuentas no lo fue) es el candidato a la Presidencia forjado por la televisión, Enrique Peña Nieto.
Éste no participó en el convenio ni se obligó por su lado a cosa alguna; sí tuvo una presencia simbólica en la persona de su secretario de gobierno, que junto con Fernando Gómez Mont fueron, a falta de notario, testigos (de honor, según ellos mismos), es decir, fedatarios de la celebración del pretendido acto jurídico.
¿A qué se obligaron las partes y a qué obligaron a sus partidos? El PAN a no celebrar alianzas en varias elecciones locales de este año y del próximo, en especial y a este punto es al único al que se refiere el documento en el estado de México; eso es al menos lo que pudimos ver en lo que se publicó en los medios, pero el contrato no es unilateral, es sinalagmático, esto es, que genera obligaciones para las dos partes, y en efecto, a cambio de que el PAN no celebrara alianzas, lo que beneficiaría al tercero Peña Nieto, el PRI se debió obligar por su parte a algo, a una acción o a una omisión; en este tipo de acuerdos nada es gratuito. En efecto, su obligación consistió en lograr que el paquete económico del Presidente, al que ahora en su pleito ellos mismos denominaron espurio, saliera adelante con todo y su incremento en impuestos para los más pobres que son también los causantes cautivos.
La obligación priísta era inminente, se subdividía en dos; en primer lugar había que cuidar que hubiera quórum en ambas cámaras cuando se votara el paquete, y luego, en segundo lugar, aportar los votos necesarios para que los aumentos fiscales fueran aprobados; cumplieron, con reticencia y repugnancia, no por lo que estaban haciendo, sino porque la opinión pública los estaba observando y reprochando. Salió lo más grueso de la propuesta que ya está en vigor, pesando sobre los contribuyentes.
Después, Acción Nacional, en varios estados, entre ellos Oaxaca, celebró alianzas; los priístas le reclamaron, el testigo de honor renunció al blanquiazul al ver que sus compañeros de partido no habían respetado su palabra empeñada y se preparaban a pasar también por encima del compromiso escrito. Durante unos días sus mismos autores negaron el acuerdo; finalmente, ambas partes lo reconocieron y se atribuyeron mutuamente el incumplimiento.
El licenciado Nava aduce que el PRI no cumplió a cabalidad; ciertamente querían más impuestos de los aprobados, pero, además, que los priístas cargaran con el desprestigio del aumento. Éstos, por su parte, viejos lobos de mar, habían logrado que aparecieran sólo los panistas y no ellos como los autores del paquete impopular.
Total, estos políticos marrulleros, unos y otros, se quisieron pasar de listos olvidando el viejo refrán de que dos aleznas no se pinchan y lo único que lograron fue exhibir su juego y demostrar nuevamente, por sí alguien lo había olvidado, que ambos partidos de derecha, que se pelean y reconcilian en forma intermitente, lo único que buscan es más espacios de poder y, como se dice en conocido postulado cínico: que no nos den, que nos pongan donde hay.
Respecto del PAN es necesario recordar que volvió a tropezar con la misma piedra: como hace 22 o 23 años, con la llamada carta intención Salinas los embaucó en la reforma política que a él le interesaba, hoy, caen nuevamente en el garlito con este convenio, con testigos y todo, les toman el pelo nuevamente y entonces, encaprichados, buscan venganza y se sienten autorizados por el incumplimiento de su contraparte a buscar las alianzas que habían ofrecido no celebrar, dejando como secuela la desconfianza de quienes ahora son sus nuevos socios, que deben ver preocupados, cómo tan fácilmente se rompen los compromisos.
Finalmente, hay que agregar otro dato técnico: para que un contrato sea válido, debe tener un objeto lícito, y negociar ventajas electorales a cambio de alza de impuestos no puede ser lícito ni desde el punto de vista jurídico ni desde el punto de vista ético.
Atenco, oportunidad histórica para la Corte
América del Valle
Rebelión.
Nada más gratificante que la visita reciente de Evo Morales, presidente de Bolivia, y Jody Williams, premio Nobel de la Paz, cuando se acerca el cuarto aniversario de la funesta represión contra Atenco, y la libertad de los 12 presos políticos condenados a 32, 67 y 112 años de cárcel está en un momento decisivo y en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En Coyoacán, Evo Morales no sólo compartió un poco de lo mucho que el pueblo boliviano está forjando para una Bolivia libre que, años atrás, no era más que un disparate para el imperio yanqui, que se reía, y hoy no tiene ni embajada en los suelos de Túpac Katari. Su visita también renueva esperanzas y reafirma –como Cuba, Venezuela y más ejemplos de nuestra América– que la victoria para el pueblo de abajo sí es posible. En ese camino de liberación, los asistentes al encuentro con el presidente boliviano no dejaron de corear masivamente ¡que renuncie Calderón!.
Con la misma hermandad que Evo, Jody Williams –una de once nóbeles de la Paz que en una carta a Felipe Calderón claman libertad y justicia para Atenco– no podía ser menos contundente ante el escenario inocultable de represión e impunidad que impera en México.
Qué mejor que sus propias palabras que, aunque leídas y resumidas, se escuchan altas, como su congruencia con las causas del pueblo: El caso de Atenco tiene mucho que ver con el futuro de este país... Lo que están haciendo con los presos políticos de Atenco es asqueroso, y lo están haciendo porque es una cuestión política que no tiene que ver con justicia; si tuviera que ver con justicia no estarían encarcelados... Por eso todas y todos tenemos que luchar. No es para que el otro lo haga; supuestamente el gobierno es del pueblo, supuestamente ellos trabajan para él, pero no lo van hacer si se queda callado.
Ambas visitas, además de alegría y esperanza, subrayan muchas tareas para la lucha por la transformación profunda que urge México y que inexcusablemente pasa por la libertad de los presos políticos de Atenco y todo el país.
Tiene la palabra la Corte, que tendrá que poner en balanza esta oportunidad histórica: o se rebaja a los sobornos de Peña Nieto (quien ahora utiliza el dolor de los habitantes de Valle de Chalco, condicionando la ayuda y reprimiendo a los que se manifiestan por el despotismo y el abandono oficial) o se apega a derecho, rechaza las condenas inauditas y deja en libertad de una vez por todas a los presos políticos de Atenco.
El “Ejército de Dios” ataca a las comunidades zapatistas
Hermann Bellinghausen
La Jornada
El papel protagónico de la organización evangélica Ejército de Dios en recientes conflictos comunitarios en ejidos y poblados tzotziles de San Cristóbal de las Casas, Teopisca y Huixtán tiene su epicentro en Mitzitón, donde la asamblea ejidal es adherente a la otra campaña del EZLN. Este ejido se caracteriza por oponerse al proyecto gubernamental de hacer atravesar bosque y predios agrícolas por una muy anunciada autopista San Cristóbal-Palenque, la cual es apoyada por los evangélicos, si bien afectaría predios que no les corresponden, y muchos de ellos viven fuera de la comunidad.
Las acciones de violencia y provocación en que se han visto involucrados, incluyendo la muerte de un ejidatario meses atrás, han alimentado la versión oficial de un conflicto religioso. Y por si ese argumento no alcanza, se añaden problemas de tierras y disputas por cinco palos de madera.
En organización, discurso y acciones el Ejército de Dios posee un elemento castrense inocultable y está bien documentada su connivencia y amistad con las policías federal y estatales. Aunque no es visible una relación con el Ejército, resulta relevante mencionar que el perímetro de mayor conflictividad donde el Ejército de Dios actúa, con abiertas beligerancia e impunidad (pues sus miembros incurren en actividades ilícitas a la vista de todos), es contigua, literalmente, al cuartel general de la 31 zona militar de Rancho Nuevo, desde donde se irradia la estrategia contrainsurgente que lleva 16 años aplicándose, de manera progresiva, en los todos los Altos de Chiapas.
La agrupación pertenece a la iglesia Alas de Águila, con presencia en los Altos y diversas entidades del país. Muy vinculado en discurso y organizativamente a agrupaciones evangélicas de Guatemala, al igual que aquellas es muy afín a las tropas gubernamentales, que en Chiapas ocupan abrumadoramente los territorios indígenas. En Guatemala se vincularon claramente con la contrainsurgencia y uno de sus predicadores, el general Efraín Ríos Mont, fue dictador durante el peor periodo de la guerra civil que asoló al vecino país.
Según las propias iglesias reformistas, a finales del siglo pasado llegaron a Chiapas más de 5 mil 500 predicadores procedentes de Guatemala y dieron origen a múltiples iglesias, sobre todo evangélicas, con derivaciones presbiterianas y pentecostales.
No es la primera vez que grupos evangélicos protagonizan ofensivas paramilitares en Chiapas contra comunidades zapatistas y de simpatizantes. Entre 1996 y 1998, Paz y Justicia en la zona norte y el grupo armado que realizó la masacre de Acteal y las decenas de asesinatos que la precedieron estaban formados y dirigidos por miembros de iglesias evangélicas. Sin embargo, las versiones gubernamentales de presunto conflicto religioso no tuvieron éxito.

Priísta como aquéllos, el Ejército de Dios sí se presenta abiertamente como organización militar. No porta armas en sus desfiles, mas sus miembros las usan repetidamente en Mitzitón y alrededores. Mientras sostienen que su arma es la Biblia, usan consignas de los kaibiles y los marines estadunidenses.
Las vistosas credenciales de membresía y reconocimiento en “los procesos de adiestramiento del ‘peniel’ (como llaman a sus concentraciones de práctica)”, emitidas en junio de 2009, retratan en la mitad inferior a un marine con casco, uniforme de campaña, la bandera de las barras y estrellas en el hombro, apretando un arma de altísimo calibre y oteando con gran telefoto hacia el enemigo. Firma el reconocimiento al quinto lanzamiento de sus soldados la comandancia general de Ejército de Dios: ministro Esdras Alonso González, y apóstol Marlene Contreras González.
El Ejército de Dios no es indígena; incluso tiende programáticamente a desindianizar a sus seguidores. Muchos, como quiera, no lo son, pero en Chiapas ha reclutado a numerosos tzotziles. Apenas el pasado 18 de enero realizó una parada militar más en el centro de esta ciudad. Con la bandera nacional al frente, los soldados desfilaron de pantalón de campaña, camiseta y boinas rojas, al son de La marcha imperial de la guerra de las galaxias, de John Williams, que remite directamente a Darth Vader.
Allí aprovecharon para denostar la triple alianza (la llaman ellos): “Frayba, la otra campaña y catequistas”, a quienes insisten en culpar de la violencia en la región, del mismo modo que lo ha hecho el gobierno estatal.
"Primero fueron víctimas de caciques y del sistema; ahora ellos atacan”
Los grupos de evangélicos involucrados en las agresiones a comunidades zapatistas y de la otra campaña no representan, ciertamente, la mayoría de los creyentes de dicha denominación cristiana, que en la región suman muchos miles, en su mayoría pacíficos. Las acciones del Ejército de Dios en Mitzitón ni siquiera son compartidas por todos los miembros de su iglesia: Alas de Águila.
Además, en la misma teología de la prosperidad que sostienen estas iglesias existen corrientes progresistas. En Guatemala defendieron los derechos humanos y se opusieron al paramilitarismo y la militarización. Al igual que las congregaciones sustentadas en la fuerza y el desafío violento, tenían su matriz en Estados Unidos y Canadá, pero a diferencia de aquellas, sin vínculos formales ni ideológicos con el Pentágono ni las estrategias de contrainsurgencia.
El investigador guatemalteco de origen maya Miguel de León Ceto escribe: “Las iglesias evangélicas se han desarrollado en un contexto de violencias políticas que caracterizan la región. En el caso guatemalteco, dentro de los medios conservadores (la elite política, patronal y militar). En el sureste mexicano este fenómeno se produjo de manera paradójica: en su origen se implantaron como iglesias víctimas de la violencia y la represión del caciquismo y el sistema político, y posteriormente se implicaron, en algunos casos, en actos de barbarie” (Las lógicas de poder de las iglesias evangélicas en tierras mayas, tesis de posgrado en la École des Hautes Etudes en Sciences Sociales, París, 2009).
Esto resulta relevante en la región chiapaneca, donde hace dos décadas se registró una grave violencia derivada de la intolerancia y el férreo control de los caciques priístas en San Juan Chamula, Zinacantán y el propio San Cristóbal (llamado por el Ejército de Dios simplemente Cristóbal de las Casas). Hubo asesinatos, expulsiones y aldeas arrasadas contra evangélicos o testigos de Jehová, así como católicos no tradicionalistas seguidores de la diócesis progresista del obispo Samuel Ruiz García.
En ese contexto se establecieron grupos de autodefensa, como Guardián de mi Hermano, que derivó a Alas de Águila y el Ejército de Dios, dispuestos a una guerra espiritual –como explica De León– propia de los neopentecostales. Remontar la resignación y el fatalismo, no poner más la otra mejilla. De ahí a convertirse en poderosos y agresores no medió gran distancia.
En su idea de que la problemática de la comunidad tzotzil de Mitzitón es religiosa, el pasado fin de semana el gobierno de Chiapas envió como negociador al subsecretario de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobierno, Enrique Guillermo Ramírez Conrado. Así le fue.
El grupo identificado como evangélico, aunque ahora también involucra algunos católicos tradicionalistas (lo cual quebranta el concepto religioso del conflicto, como también ocurrió en Acteal y la zona norte la década pasada), recibió al negociador del gobierno sabinista con escarnio y agresividad inusitados. Según testigos (existe un audio del episodio), lo llamaron pendejo, lo patearon y manosearon, y repetidamente le hicieron ademanes obscenos. Su escolta estaba atemorizada.
El funcionario trataba de convencer al grupo agresor, encabezado por miembros del Ejército de Dios, de liberar a sus rehenes –ejidatarios de Mitzitón–; uno de ellos, el agente municipal Silerio Pérez Díaz, reconocido por el ayuntamiento de San Cristóbal, se encontraba bañado de gasolina, semidesnudo en el frío de la madrugada del lunes pasado, torturado y vejado, a escasos metros de donde negociaban. Tal actitud desafiante es la misma que muestran ante policías y agentes de Migración cuando los interceptan transportando cargamentos de productos ilícitos o migrantes centroamericanos. Se saben impunes.

Ramírez Conrado tampoco tuvo la confianza de los representantes ejidales adherentes de la otra campaña, quienes le hablaron con severidad cuando acudió con ellos para que liberaran a los tres rehenes que tomaron después de ser agredidos a balazos. Pero no lo insultaron, y pudo constatar que estos rehenes no eran maltratados ni torturados. Eso también es evidente en las fotografías publicadas de ambos grupos de rehenes (La Jornada 2/3/10).
En este contexto, no resulta extraño que el reciente y grave choque en Bolón Ajaw entre bases zapatistas y miembros de la Organización para la Defensa de los Derechos Indígenas y Campesinos (Opddic) haya revelado que los agresores de Opddic pertenecen a la iglesia presbiteriana El Horeb, en Agua Azul. Su pastor, Samuel Gutiérrez Solórzano, sostenía la versión oficial de que los zapatistas agredieron a los evangélicos, dejando como saldo la muerte de Adolfo Moreno Estrada, y llamaba a una cruzada nacional de sus correligionarios contra los zapatistas, incluso después de que esa versión fue desmentida fehacientemente por la junta de buen gobierno de Morelia.