¡ALABADO SEA!

21 abr 2010

El tsunami de Benedicto XVI
Jenaro Villamil
MÉXICO, D.F., 20 de abril (apro).- La crisis actual de la Iglesia católica no es una “gripita”, como bien reconoció el obispo de Saltillo, Raúl Vera, ni se resuelve con manuales para detectar pederastas, mucho menos con actos de contrición poco sinceros. La crisis desatada por la ola de escándalos de agresiones sexuales de sacerdotes contra menores es un auténtico tsunami. Y a un tsunami no se le enfrenta pensando que se trata de un coletazo del “libertinaje sexual” que sólo afecta a una minoría de los sacerdotes.
La Iglesia vive una gran crisis de comunicación con sus feligreses, con sus críticos y al interior de sus filas. Es una crisis derivada de un fenómeno muy conocido entre los especialistas de este fenómeno: la disonancia cognitiva. Es decir, la incapacidad de los jerarcas y voceros del Vaticano para reconocer las dimensiones del problema, para tomar medidas reales y no discursivas, y para plantear una auténtica reforma.
La actitud reactiva, a la defensiva, del Vaticano sólo ha logrado agudizar el resquebrajamiento de una estructura de poder creada y mantenida para la obediencia y el encubrimiento, y no para ser fiscalizada y modificada por los propios creyentes.
No son rumores ni “chismorreos”, como dijo Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano, lo que se ha ventilado ante la opinión pública. Se trata de una concatenación de hechos que involucran los 24 años (1981-2005) en los que el actual papa Benedicto XVI fungió como principal responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El desplegado publicado el martes 20 de abril por una serie de organismos católicos non gratos –como Católicas por el Derecho a Decidir o la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por parte de Sacerdotes Católicos-- resumen los casos que han configurado el escándalo actual:
--El Vaticano negó el encubrimiento de abuso de 200 niños sordos en Estados Unidos cometido por el sacerdote Lawrence Murphy. El diario The New York Times confirmó que tanto el papa Juan Pablo II como Ratzinger, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, conocieron de estos abusos y prefirieron encubrir a Murphy. El arzobispo neoyorquino Timothy Dolan prefirió atacar al mensajero. Acusó al rotativo de “formar parte de una bien aceitada campaña contra el Papa”.
--En 1990 un tribunal de la Iglesia católica confirmó que el sacerdote Michael Teta, de Arizona, abusó de menores desde 1978. Ratzinger conoció del caso y doce años después, ya como sumo pontífice, autorizó el retiro formal del cura abusador.
--En Brasil, durante los últimos 10 años, cerca de 1,700 sacerdotes han sido acusados por pedofilia. La agencia Nueva Prensa Guayana documentó estos casos, pero los obispos prefirieron tratar de mantener en secreto lo que ya era un escándalo en las comunidades eclesiásticas. A estos casos se suman muchos otros que se han convertido en la agenda de todos los medios:
--En primer lugar, el expediente de Marcial Maciel y de los Legionarios de Cristo. Las denuncias fueron públicas desde 1997. Ratzinger conoció de las investigaciones, pero prefirió posponer cualquier sanción al fundador de la Legión porque “era muy amigo del papa Juan Pablo II y le había hecho mucho bien a la Iglesia”. Trece años después, la Legión no sólo reconoció la “doble vida” de su fundador sino tuvo que admitir que se trata del peor escándalo que ha rodeado a este grupo que representa el emblema de la teología a favor de los ricos y poderosos. Ya ninguno de los empresarios que participaron en la Legión es capaz de encabezar un boicot publicitario a los medios que critiquen a Mon Pere.
--En Irlanda, en Alemania y en España se han documentado casos de abusos y agresiones sexuales de los sacerdotes contra menores. El papa pidió perdón a las víctimas en Irlanda, pero al mismo tiempo se acusó a los medios que han documentado estos casos de “tener la obvia e innoble intención de atacar a cualquier costo a Benedicto XVI y sus más cercanos colaboradores”, tal como afirmó una editorial de L’ Ossservatore Romano, periódico oficial del Vaticano.
La crisis se ha agravado por la incapacidad del Vaticano para articular un mensaje medianamente moderno. Todas las respuestas de la Santa Sede y de la mayoría de los obispos exhiben la homofobia, la sexofobia, la misoginia y hasta un antisemitismo que raya en lo arcaico.
Por ejemplo, pretenden defender el celibato sacerdotal insistiendo que no hay relación entre una prohibición y la pedofilia. Lo peor es que relacionaron el homosexualismo con la pedofilia. Esta vieja tesis que fue desmontada desde principios de siglo XX por sexólogos como Magnus Hirschfield, simplemente es ignorada por el Vaticano: una cosa es la opción sexual y otra muy distinta es la agresión sexual. Para buena parte de la jerarquía un homosexual sigue siendo un agresor de menores en potencia. ¿Cómo se explican que existan pedófilos cuya opción es la heterosexualidad?
En una maniobra discursiva altamente contraproducente, la Conferencia Episcopal Mexicana decidió acusar al sistema educativo de impulsar el “libertinaje sexual” al educar sólo en aspectos genitales y no ofrecer una “educación de valores”.
¿Por qué culpan a un sistema educativo laico de un problema que se presenta al interior de la Iglesia católica? ¿Acaso no existen universidades y centros educativos confesionales –sobre todo, los administrados por la Legión de Cristo-- en donde también se han denunciado casos de agresiones sexuales?
No es la sexualidad, sino la complicidad con los agresores el problema del Vaticano. No es el “libertinaje”, sino la franca hipocresía lo que está hundiendo a la jerarquía. Los enemigos no son los homosexuales ni las mujeres que defienden su derecho a decidir, sino los que eligen a la Iglesia para cometer delitos sexuales. No es una campaña en contra de Benedicto XVI, sino el juicio contra un ciclo conservador que proviene desde la época de Juan Pablo II.
Los medios no tratan de destruir a la Iglesia, sino de configurar lo que hasta ahora niega la mayoría de los cardenales: la milenaria institución sólo podrá sobrevivir si incorpora en su interior el derecho de acceso a la información y a la rendición de cuentas.

La carta de Hans Küng
CARLOS MARTÍNEZ GARCÍA
El documento es breve, pero sus repercusiones son de largo alcance. La carta que el teólogo Hans Küng dirige a los obispos de la Iglesia católica llamándoles a que dejen de obedecer ciegamente a Benedicto XVI, es un llamado que solamente se había hecho antes: en el siglo XVI con la reforma iniciada por Martín Lutero.
Hans Küng sabe bien de qué habla cuando se refiere al autoritarismo del Papa en turno. Él fue quien muy al principio del papado de Juan Pablo II criticó que el régimen del clérigo polaco estaba restaurando el estado de cosas anterior al Concilio Vaticano II.
Por sus posturas a Hans Küng le fue retirada la licencia para enseñar como teólogo católico en 1979. El organismo encargado de la sanción fue la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuya antecesora, la Santa Inquisición, tiene amplia historia en la persecución de los disidentes.
Entre las opiniones de Küng mal vistas por el Vaticano está la que ha sostenido sobre Lutero y el movimiento de reforma que desató en el siglo XVI. Para él la responsabilidad del cisma recae más en el autoritarismo de la jerarquía católica que en el teólogo agustino alemán:
“Todo el que haya estudiado esta historia no puede albergar dudas de que no fue el reformista Lutero, sino Roma, con su resistencia a las reformas –sus secuaces alemanes (especialmente Johannes Eck)–, la principal responsable de que la controversia sobre la salvación y la reflexión práctica de la iglesia sobre el Evangelio se convirtiera rápidamente en una controversia diferente sobre la autoridad e infalibilidad del papa y los concilios… La Reforma de Lutero fue un cambio mayúsculo del paradigma católico romano medieval al paradigma evangélico protestante: en teología y en el ámbito eclesiástico equivalía a un alejamiento del eclesiocentrismo, humano en demasía, de la iglesia poderosa hacia el cristocentrismo del Evangelio. Más que en otra cuestión, la Reforma de Lutero puso el énfasis en la libertad de los cristianos.”
Congruente con ideas que ha sostenido desde que fue nombrado, en 1962, consultor teológico del Concilio Vaticano II, llama a los obispos de la Iglesia católica a no cerrar los ojos frente a la que sostiene es la peor crisis de credibilidad desde la Reforma de la institución.
Llama al papado de Benedicto XVI como uno de oportunidades perdidas: se perdieron las oportunidades para el acercamiento con las iglesias protestantes, para la reconciliación a largo plazo con los judíos, para un diálogo con los musulmanes en una atmósfera de confianza mutua, para la reconciliación con los pueblos indígenas colonizados de Latinoamérica y para el suministro de asistencia al pueblo de África en su lucha contra el sida. También se perdió la oportunidad de hacer del espíritu del Segundo Concilio Vaticano la brújula para toda la Iglesia Católica.
Al igual que su antecesor Juan Pablo II, Joseph Ratzinger ha privilegiado la regresión de la Iglesia católica a posiciones preconciliares. Los dos son restauradores del conservadurismo que simplemente niega los cambios necesarios en una organización que aspirara a ser pertinente al mundo contemporáneo.
En el restauracionismo de Benedicto XVI, Küng enumera medidas tomadas por el Papa que denotan su espíritu conservador a ultranza: abrir los brazos para recibir, y sin ninguna condición previa, en el seno de la Iglesia católica a los obispos tradicionalistas de la Sociedad Pío X; promover intensamente que se oficie la misa tridentina (en latín y de espaldas a los congregantes); negativa a poner en vigor los acuerdos de acercamiento con la Iglesia anglicana, acuerdos que son oficiales y sancionados por organismos católicos y anglicanos.
No falta en la carta de Küng el asunto de los escándalos de abusos sexuales contra infantes por parte de sacerdotes en varios países. A la ofensa perpetrada contra infantes y adolescentes se suma la operación encubrimiento armada desde Roma para poner a salvo a los delincuentes, sobre todo cuando son obispos. Küng subraya que para empeorar las cosas, el manejo de estos casos ha dado origen a una crisis de liderazgo sin precedentes y a un colapso de la confianza en el liderazgo de la Iglesia.
Para salir de la crisis, el teólogo suizo llama a seis acciones muy puntuales. Concordamos con las mismas, pero no vemos por dónde y quiénes, en el seno de la Iglesia católica, van a dar los pasos necesarios para reformar a la paquidérmica institución.
Küng urge a los obispos a: 1) No guardar silencio frente al férreo verticalismo del Papa, ¡envíen a Roma no manifestaciones de su devoción, sino más bien llamados a la reforma! 2) Dar pasos concretos en su esfera de influencia para iniciar la reforma; grandes movimientos han sido iniciados por grupos pequeños. 3) Recobrar la colegialidad y oponerse a la curia romana, recuperar el decreto del Concilio Vaticano II sobre que el gobierno de la Iglesia católica debe realizarse en común, entre el Papa y los obispos. 4) No rendirle obediencia incondicional al Papa, porque “sólo Dios merece obediencia incondicional… presionar a las autoridades romanas en el espíritu de la fraternidad cristiana puede ser permisible e incluso necesario cuando no cumplen con las expectativas del espíritu del Evangelio y su misión”. 5) Trabajar para alcanzar soluciones regionales, en tanto que existen mejores condiciones generales para reformar a toda la institución. 6) Convocar a un concilio, ya que los obispos tienen autoridad para hacerlo, cuyo objetivo sería solucionar los problemas dramáticamente intensos que ameritan una reforma.
Astillero
Mirando al cielo. Norberto, de nuevo.
Espacial y celular. IFE, ¡qué barato!
JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ
Tanto énfasis ha puesto el camaleónico Norberto Rivera en secundar la campaña contra curas pederastas desarrollada por su jefe en turno, Benedicto 16, que ahora le surge una nueva oportunidad de mostrar congruencia ética y judicial ante otras acusaciones de haber protegido a Nicolás Aguilar, un sacerdote que pudo eludir penas terrenales y continuar su carrera de depredación sexual de menores gracias al encubrimiento del ahora jefe formal de la sucursal mexicana de la Iglesia católica romana. En otros tiempos, apenas unos años atrás, el purpurado nacido en Durango puso en juego relaciones de poder, triquiñuelas jurídicas, chantajes de sublevaciones neocristeras y mucha cara dura para evitar que su ropaje fuese tocado por el pétalo de una comparecencia judicial, ya no se diga de una sentencia formal en contra. Ahora, reproductor apasionado de los discursos justicieros del pontífice alemán que a golpe de revelaciones escandalosas trata de disolver la sombra de su antecesor polaco, Rivera debería ir a Estados Unidos a responder a la nueva demanda presentada en su contra y enfrentar sin coraza religiosa la reiterada y documentada acusación de que ha conocido oportunamente, y al solaparla ha ayudado a que continuara la conducta de presbíteros que han abusado de menores de edad (mi amigo editor, Jorge Anaya, me ha hecho saber amablemente el error que cometí recientemente, al hablar impropiamente de niños abusados, pues “el verbo abusar es intransitivo: se abusa ‘de’ alguien, por lo tanto, no puede haber niños ‘abusados’, por lo menos no en ese sentido”).
Con la vista también puesta en las alturas, la Cámara de Diputados aprobó ayer la creación de una agencia espacial mexicana que de inmediato hizo a muchos preguntarse si los legisladores prefieren asomarse a asuntos lunares o extraterrestres en lugar de entrarle a la realidad lunática y terriblemente terrena que se vive. Sería un exceso rechazar la importancia de que nuestro país se esfuerce en participar en los procesos de entendimiento y práctica tecnológica en cuestiones espaciales pues, a pesar del enorme rezago que en la materia se tiene, justo y correcto es que se sienten las bases para generar allí un desarrollo ordenado. Sin embargo, esa preocupación de vanguardia choca estruendosamente con la triste realidad cotidiana de una nación cuyos gobernantes formales pelean a sangre y fuego por apenas intentar la recuperación de los espacios, no los siderales, sino los públicos, es decir, las calles, las ciudades, la nación.
Colocado en órbita desde su nombramiento que fue un pago a las grandes televisoras, el presidente de la Cofetel, Héctor Osuna, lanzó ayer al espacio mediático una frase de ocasión: es una leyenda urbana que miles de personas hubieran registrado sus celulares utilizando los datos de personajes actuales. En remembranza de los mitos geniales que el entonces secretario Pedro Aspe invocaba, entre ellos el de la pobreza, el rebasado directivo oficial de las telecomunicaciones negó en particular que hubiera miles de registros a nombre del aficionado musical que con dinero público organiza fiestas particulares con algún visitante extranjero en cuanto éste le llama ingenuo.
El astronauta Osuna también creyó dar tranquilidad a los mexicanos al precisar que los datos de esos registros no estarán en TepInegi u otros mercados similares, pues ¡gulp! la información va a estar muy resguardada, no va a estar en manos de nadie más que del Registro Nacional de Población (Renapo) con los candados y resguardos que para ello tiene la Secretaría de Gobernación. (¿Se imaginan al litigante Gomón, ya retirado del cargo, usando en sus negocios jurídicos cuanta información resguardada haya quedado bajo sus candados?)
Complicados mecanismos de investigación dicen estar poniendo en marcha las autoridades para saber si es cierto que en Tepito se venden diversas bases de datos, pero sin reparar en que es más fácil revisar Internet que seguir escudriñando los astros. Basta asomarse, por ejemplo, a www.quebarato.com.mx para encontrar el siguiente anuncio: Venta de base de datos del IFE nacional, actualizada a marzo de 2009, más de 80 millones de registros, se vende por estado o completa, cualquier duda estoy para servirte. El anuncio fue puesto desde septiembre de 2009 y el vendedor dice vivir en Zacatecas, usa el teléfono 4921354143 y la dirección electrónica armando.pm@gmail.com y ofrece la mercancía completa por 25 mil pesos.
En www.quebarato.com.mx/clasificados/base-de-datos-del-ife-nacional__6622418.html se pueden ver los diálogos de compraventa, con nombres y teléfonos de algunos interesados en operaciones integrales o por estados, por grupos de nombres e incluso por una sola dirección. Bara, bara: 25 mil pesos por la base completa, 3 mil por un solo estado y 200 por un solo nombre. Allí vienen nombres, parte de las direcciones electrónicas y a veces números telefónicos de quienes piden pruebas de la veracidad de la base, mismas que el vendedor ofrece enviar por correo. Hay de todo. Por ejemplo: david (PINPOYO2@...) pregunta: me podrías conseguir una credencial de IFE original. Respuesta: Mándame un correo a armando.pm@gmail.com. Pero no es el único oferente en el mencionado sitio ¡Qué barato! El pasado 3 se anotó alguien desde Ocosingo, Chiapas, con esta promoción: 10 mil pesos vendo bases de datos Telmex, IFE, Telcel, Banamex. El 30 de enero, otro vendedor colocó este anuncio: Bases de datos de todo México, Telcel, Telmex, Banamex, Bancomer, American Express, Inegi, IMSS, escuelas, catastro, etcétera. Ofertas serias, 10 mil cada base o 50 mil pesos mexicanos todas... Sin problemas, envío al día siguiente de confirmar tu depósito por Estafeta, DHL, Multipack, etcétera. ¿Y las autoridades? En la luna. O, en el negocio.
Y, mientras la señora Mar(gari)ta da pie a una nota en The New York Times en la que se asegura que discretamente toma un fuerte posicionamiento político (¿el fantasma de la Sahagún revolotea en Los Pinos ante la caballada panista intencionalmente enflaquecida?), ¡hasta mañana!