¿DESTINO INMEDIATO DE TODOS?

5 may 2010

Cuernavaca, rehén o laboratorio
Javier Sicilia
MÉXICO, D.F., 4 de mayo.- Desde el golpe mediático que la Marina hizo el 16 de diciembre de 2009 con el operativo que eliminó a Beltrán Leyva en Cuernavaca, el estado de Morelos ha seguido el mismo patrón de otras entidades: asesinatos, descuartizamientos, balaceras y muertes de inocentes. Cuatro meses después de aquel operativo, el jueves 14 de abril, algo inédito surgió: por las redes de internet comenzó a circular un supuesto narcomensaje dirigido a la ciudadanía de Morelos. Lo reproduzco en lo sustancial tal y como llegó a mi correo:
“ciudadania de morelos (…) el cartel de pacifico sur es una organizacion dedicada unicamente al comercio de drogas, nosotros nunca hariamos daños a la familias morelenses (…) la autorizacion ha llegado por parte del ‘jefe’ las ordenes son claras eliminar a todos los miembros que trabajen para ‘edgar valdez villareal’(la barbie) que nos traiciono y se metio con el pueblo y a todos aquellos que tengan nexos con el tenemos la orden (…) de matar, descuartizar, decapitar uno por uno (…) les recomendamos que no salgan en la noche a antros, bares etc ya que los podemos confundir y van a valer madres (…) esto va a durar poco por el ‘jefe de jefes’ la tranquilidad regresara así como siempre lo quizo el. att: ‘resistencia’ cps”.
Entre el 15 y el 16 de abril continuaron llegando narcomensajes que, con algunas variantes, precisaban una fecha. Reproduzco lo sustancial del que recibí el 16 de abril por la mañana:
“pasen la voz a toda la ciudadanía de morelos una vez informada de nuestros movimientos se les avisa que el día viernes 16 de abril se dará el toque de queda, esto significa que a partir de las 20:00 hrs se les recomienda no salir por que estaremos en operativo (…). att: ‘resistencia’ cps.”
En la tarde de ese día la psicosis era total. Las propias autoridades de las dependencias del estado dieron la orden de cerrar establecimientos a las 18.30 horas. A las 20:30 sólo unos cuantos autos y personas circulábamos: los cafés, los bares, los restaurantes, los comercios estaban cerrados, y la mayoría de los ciudadanos se recluyeron en sus casas.
Dos hechos alarman: 1) el grado de terror que la guerra desencadenada por Calderón ha instalado en la ciudadanía; 2) el silencio por parte de los gobiernos estatal y federal frente a la psicosis desatada. El primero es evidente: tres años de una violencia que crece y se desborda por toda la República no pueden más que instalar el miedo y la impotencia en el corazón. El segundo es ambiguo y, por lo mismo, generador del miedo psicótico que se vivió: ¿Por qué Marco Antonio Adame, el gobernador de Morelos, desde el momento en que la psicosis comenzó a cundir no hizo una rueda de prensa y encadenó a las radiodifusoras para enviar un mensaje a la ciudadanía y conjurar el terror? ¿Por qué permitió que las propias instancias del gobierno cerraran? ¿Por qué ni la Cámara ni los presidentes municipales ni los partidos hicieron algo al respecto?
Puede haber dos explicaciones: O bien, tenemos una clase política imbécil, rehén del crimen organizado y ajena a los ciudadanos, o el gobierno federal está utilizando a Morelos y los supuestos narcomensajes para medir la posibilidad de instalar realmente un estado de excepción en el país.
Ambas cosas son terribles. Muestran el grado de corrosión al que ha llegado la vida política y el grado de miedo que la guerra de Calderón ha logrado instalar en el corazón de los ciudadanos. Pero sea un terror o el otro, la verdad es atroz: A fuerza de miedo, de mensajes anónimos y de silencio de las autoridades, el narcotráfico y el poder político lograron que una ciudadanía suspendiera, por sí misma y durante una noche, sus garantías constitucionales. De allí al hecho jurídico hay sólo un paso.
¿Cuernavaca es el laboratorio que permitirá al gobierno dar ese paso? No lo sabemos, pero la sospecha está allí. El gobierno de Calderón no ha dejado de proceder con una mentalidad totalitaria. En nombre de la salud y del bienestar, es decir, en nombre del sueño neoliberal, desató un terror que ha llamado “guerra contra el crimen organizado” y, bajo esa pantalla, contra las disidencias políticas. Se ha sentido y se siente, inspirado por una moral abstracta, el guardián de los mexicanos. La gente que sufre por su terror no lo conmueve –“los muertos civiles son los menos”, dijo hace poco–, porque su saber, como el de todos los totalitarios, es abstracto. “Ustedes, ciudadanos –parece decirnos junto con Adame y los poderes políticos de Morelos–, no nos conmueven. Amamos demasiado el poder y nuestros sueños, como los narcos su negocio, para ser sensibles a sus sufrimientos y a sus demandas verdaderamente políticas. Es más, contamos con el terror que les hemos creado para desplegar al Ejército y, de ser necesario, en nombre del bienestar que les prometemos, para suspender sus garantías –parecen quererlo cuando corren a casa al llamado anticonstitucional de ‘un toque de queda’ decretado por los criminales que perseguimos–. El amor por el bien que queremos darles nos autoriza a introyectarles el miedo para que clamen por la dureza. Nuestro compromiso con lo que ustedes necesitan nos preserva de la coartada del vínculo social”.
Tomar partido de una vez por todas y en todas las circunstancias a favor de un bien social abstracto es, como lo está haciendo el gobierno, asumir la vía totalitaria. “El campo de Abel –escribía Finkielkraut– puede ser tan criminal como la violencia de Caín”. La prueba más clara es la psicosis que se vivó en Morelos con la complacencia y el silencio de las autoridades y el consiguiente despliegue del Ejército en el estado. No podemos aceptarlo; no es posible aceptar más que el gobierno, de la mano del crimen organizado, se haya convertido en una máquina de desesperar a los ciudadanos para, bajo el pretexto de servirlos, obligarlos un día a abdicar de sus derechos.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.

A la generación del ¡sí… señor Presidente!
ORTIZ TEJEDA
Hace unos días se publicó en la prensa nacional un curioso desplegado que, de inmediato, me recordó los que elaborábamos en la prepa para ganar la sociedad de alumnos. Su título, épico y vibrante, de entrada me confundió: No a la generación del no. Por un momento creí que se trataba de algún posicionamiento contra las personas de la tercera edad. Mi equivocación es explicable: ¿qué otro estrato de la población está más ligado al no, que aquellos a quienes la implacable biología nos impone un casi permanente no a multitudes de deseos, propósitos y aspiraciones?
Comencé a leer y de inmediato descubrí mi error, pero también el de los emisores del documento. Ellos llaman generación del no, a la de políticos de todos los partidos que han hecho improductiva nuestra democracia. Esta sí es –me dije– una señora escopeta, no los juguetes de Los Zetas y La Familia. La clase política, la de todos los colores, puesta así, de golpe, en la mira.
Pero hay una pequeña dificultad: el conglomerado denunciado no es una generación, digo, si le hacemos caso a la definición de un modesto Larousse 2006: Generación: (3) Conjunto de personas que tienen una edad similar. (4) Conjunto de intelectuales y artistas que tienen una edad similar y cuya obra presenta características comunes. Quedé intrigado: ¿serán de la misma generación el emblemático don Luis H. Álvarez y los iracundos y carismáticos Germán Martínez, Gil Zuarth y César Nava? ¿Alejandra Barrales y Porfirio Muñoz Ledo? ¿Peña Nieto y Gamboa Pascoe? Hay otras definiciones que amplían el concepto y hablan de coetaneidad, pero no se vale, por un retórico encabezado, confundirnos de tal manera. Conforme mi lectura avanzaba fui encontrando algunas otras afirmaciones que no me quedaban claras: 1.- Trece años llevan detenidas las reformas de fondo que el país necesita. Así se inicia el documento. Mi confusión fue en aumento: 2010 – 13 = 1997 ¿Quién era a la sazón, omnímodo presidente? ¿Presidente AA? (antes de la alternancia).
Entonces un quejoso que firma el documento tiene que ser un molesto homónimo, porque no es creíble que nadie se haga un harakiri de esta magnitud. ¿Ernesto Zedillo se autodenuncia como un bloqueador, un inútil bueno para nada, incapaz de promover durante sus tres últimos años, las reformas de fondo que el país necesita? 2.- Otra brillante perla: la propuesta de cambio empieza a andar el mismo camino: la negación, la parálisis. ¡Milagro! ¿La propuesta andó el camino, pese a su lamentable parálisis? 3.- Quien se opone a todo está en favor de nada. Sí, y además: el que pega primero pega dos veces y al que madruga Dios lo ayuda. Acabemos con la contundencia del argumento. En primer lugar, considerar la propuesta de Calderón como el todo, es un verdadero despropósito. En el Congreso existe una gran diversidad de iniciativas sobre reforma del Estado, procesos electorales, partidos políticos, que exigen no ser considerados como la nada. La verdad es que en el tema, el Ejecutivo se ha visto lento. Y a propósito, lo del ejecutivo, escrito así en el desplegado, ¿será una faltilla al protocolo ortográfico, una apreciación política objetiva o un acto fallido?
Lo que sigue no tiene desperdicio. La argumentación es contundente, demoledora, inatacable: Si estuviéramos en el paraíso, el cambio sería riesgoso (no, con todo respeto, si estuviéramos en el paraíso –aunque no fuera al este– el cambio sería estúpido. En el paraíso, yo no cambiaría ni de hoja de parra). Y para rematar, para dar un énfasis incontrovertible al planteamiento base, se agregan dos interrogantes provocadoras de angustiosas dudas existenciales: ¿estamos en el paraíso? ¿No hay nada que cambiar? A ver, se aceptan fundamentadas y sesudas contestaciones.
Al final del documento se lee: “Amigos legisladores: (¿amigos? ¿Pues no que son éstos los que han hecho improductiva nuestra democracia?): aprueben las reformas y demos inicio al debate de fondo”… “Avancemos juntos, para luego debatir juntos”. Más claro no puede estar el afán democrático que motiva este vibrante llamado, ni tampoco la soberbia del despotismo ilustrado: primero, aprueben las reformas. Ya aprobadas, si la oportunidad se da, por vidita de Dios que las discutimos. El callar y obedecer, ¿lo guardan para el próximo manifiesto?
No hay duda: el desplegado fue un maquinazo mal, pero muy mal escrito. Entonces, ¿por qué lo avalan algunas de las firmas más justamente reconocidas intelectual y éticamente y muchas otras personas de razón? Hay opciones: a) porque consideraron que el fondo era trascendente y la forma no importaba; b) porque no leyeron el escrito, se los platicaron por teléfono o simplemente se les consultaron cuestiones aparentemente inobjetables: los políticos (senadores, diputados) de todos los partidos, están obstaculizando la aprobación de las reformas de fondo que el país necesita: relección de diputados y senadores, segunda vuelta en la elección presidencial, referéndum, candidaturas independientes. ¿Estás de acuerdo en apoyar la iniciativa presidencial, para que el país ande, a pesar de su parálisis? Así planteada la cuestión, las respuestas resultaban inevitablemente positivas.
El desaseo del manifiesto era consecuencia de la urgencia de los convocantes (no de todos los firmantes, quede claro) y pésimos redactores, para no perder otra oportunidad de ser patriótica y oportunamente útiles. Revísense las firmas de los documentos aplaudidores y porrísticos de los tiempos recientes y, al margen del partido en el poder, encontraremos la nómina puntual de los orgánicos, pasando lista de presente. Un favor: por nómina léase la lista de nombres de personas y no la relación de personal contratado por una empresa, en la que figuran para cada perceptor los importes íntegros de sus retribuciones y emolumentos Afortunadamente, el diccionario nos da a escoger.
Me queda claro que para ser un eficaz cronista taurino no se requiere ser, como dijo el maestro Lara, esteta del trincherazo, ni para ser un exquisito crítico de ballet se tienen que dominar las cinco posiciones fundamentales, erguirse de puntas y lucir con donaire un largo tutú de muselina blanca. Tampoco ser Eric Vu An, Rudolf Nureiev, Maurice Béjart o Cesc Gelabert. De igual manera soy consciente que para participar en política la única exigencia es gozar de la categoría de ciudadano. Sin embargo, al leer la relación de los firmantes no pude dejar de pensar cuántos de ellos habrán ya realizado los trámites para actualizar su credencial de elector (03). ¿Cuántos, además de extasiarse en la contemplación de los toros, obviamente desde la barrera, se aburrieron durante ocho horas en una casilla de cualquier elección? Digo, es simplón, pero es lo mínimo. ¿Quiénes han objetivado su acendrada preocupación por la democracia y el quehacer político, con un detallito de militancia en cualquier rumbo, trinchera o antojo? Ondear con orgullo el pendón ciudadano que, como ya vimos, es estatus absolutamente general y automático, no basta como justificación a su permanente asepsia frente a toda causa de origen popular.
Si este asunto del desplegado lo sigue ameritando, por la insistencia de alguno de los redactores (J. Castañeda, 4/3/10 y Reyes Heroles, 9/3/10, periódico Reforma), habrá que referirse, más adelante, a varias de las propuestas de reforma formuladas por el E(e)jecutivo: relección, segunda vuelta, candidaturas independientes.
Habrá entonces oportunidad de conocer los experimentados y profundos conocimientos sobre la realidad del país que tiene la brillante generación del ¡Sí, señor Presidente. Claro que Sí!
Legionarios de Cristo: ¿refundar o refundir?
CARLOS MARTÍNEZ GARCÍA
Como buenos maestros que son en el arte de la prestidigitación, en la llamada Santa Sede quieren hacer un acto más de magia encubridora. Ahora aceptan lo que siempre negaron, que Marcial Maciel fue un consumado pederasta y regenteador a su gusto de recursos humanos y financieros. Tratan de personalizar el mal, vertiendo todo tipo de señalamientos acusatorios en una persona, y evaden hacer luz sobre el problema institucional que por décadas cobijó al depredador sexual que actuó a sus anchas porque se lo permitieron.
El reciente veredicto de la comisión designada por el papa Benedicto XVI para investigar las acusaciones contra Maciel Degollado, en el sentido de que éste perpetró “gravísimos y objetivamente inmorales comportamientos […], confirmados por testimonios incontrovertibles, se configuran como delitos y manifiestan una vida sin escrúpulos y sin auténtico sentimiento religioso”; es una acabado intento de control de daños. No hay ni una palabra sobre cómo fue posible que por seis décadas el legionario mayor hubiese podido al mismo tiempo ser un abusador sexual de infantes y presentado por las sucesivas autoridades de la Iglesia católica como ejemplo de vida entregada al servicio sacerdotal.
Las denuncias contra Marcial Maciel y su doble vida, más bien por lo menos cuádruple (sacerdote que representaba cumplir su voto de celibato, sexópata que calmaba sus ansias con infantes y adolescentes, cautivador de mujeres con las que procreó varios hijos, y adicto a distintas drogas), irrumpieron con fuerza ante la opinión pública en febrero de 1997. Sin embargo antes, pero mucho antes, ya un grupo de víctimas había intentado llamar la atención de las autoridades del Vaticano sobre los peculiares gustos del sacerdote.
En 1978 y 1989 algunos legionarios atacados sexualmente por Maciel en su niñez y/o adolescencia le hicieron llegar a Juan Pablo II misivas en las que relataban los horrores perpetrados contra ellos por el fundador de la Legión de Cristo. La respuesta fue el silencio. El mismo grupo se sintió lacerado por Juan Pablo II cuando éste, en 1994, presentó a Maciel como un eficaz guía de la juventud. Fue entonces que decidieron buscar otros senderos para revelar los delitos de Marcial Maciel. Acudieron a la prensa, porque obispos, arzobispos, cardenales y el Papa se rehusaron siquiera a escucharles.
Sin usar el término, la comisión especial designada por Benedicto XVI ha recomendado que debe refundarse a la Legión de Cristo. Se habla de renovarla, recuperar el carisma que le dio origen. Pero hay un absoluto silencio sobre el régimen vertical, y bendecido por sucesivos papas, que hizo posible el blindaje construido por Maciel que le dejó las manos libres para depredar a sus anchas. Porque el voto de obediencia absoluta que cada legionario debía profesar a quien llamaban nuestro padre (Maciel), el control de la vida de cada candidato, seminarista y sacerdote de la orden permitieron al ahora defenestrado por Roma levantar un sistema panóptico eficaz para vigilar y castigar.
Ha trascendido que el siguiente paso es que el Papa tiene la intención de nombrar un interventor o comisario para depurar a los legionarios de Cristo. De la misma manera se ha dejado correr la versión de que un candidato a presidir la renovación de la orden es Juan Sandoval Íñiguez, cardenal de Guadalajara. De ser cierta la intención, nos parece que exhibe un ánimo de humor tenebroso, ganas de seguir castigando a las víctimas, de continuar ofendiéndolas poniendo en manos de un personaje como Sandoval Íñiguez una encomienda renovadora. Sandoval acaba de hacer una declaración sobre Maciel (un sicópata con una doble personalidad muy marcada) que debe ser comparada con su actitud de cuando en 1997 y después emergieron con fuerza las denuncias que desenmascararon al legionario mayor.
Consideremos que sea Íñiguez el ungido para refundar a los legionarios, o sea otro el comisionado, en el fondo no existen verdaderas intenciones de renovar la orden que produce tantos recursos financieros para el Vaticano. Porque en primer lugar, de existir ánimos depuradores, la comisión que ahora señala los delitos de Maciel debería aceptar públicamente que sus excesos solamente fueron posibles por el encubrimiento que el sistema cupular de la Iglesia católica tendió sobre el eficaz guía de la juventud. Los ataques sexuales de Marcial Maciel, el sistema creado por él para usar en su beneficio a las mujeres consagradas que debían servirle incondicionalmente con su vida, voluntad y bienes, los conocieron quienes ahora dirigen a la Legión. ¿Qué parte de la responsabilidad les corresponde? ¿Pueden hoy decir que se someten obedientemente a las directrices de Roma? La verdad es que no les queda de otra, tienen que moverse con sagacidad para hacer como que van a transformarse en lo que nunca han sido: sacerdotes que cuidan a la grey de la rapacidad que la diezma.
La opción no es refundar la Legión de Cristo, sino más bien, de existir intenciones autocríticas al sistema que dejó medrar por décadas a Maciel, refundir a la orden y limpiar a fondo la putrefacción. Nada más que esto sería poseer un espíritu reformador que el papado de Benedicto XVI no tiene. Al contrario, la trayectoria de Joseph Ratzinger demuestra que él es contrario a la democratización de la Iglesia católica, y absoluto partidario de mantener el predominio de las cúpulas clericales por encima de la feligresía.