Los niños presos.

4 ene 2007

Los niños de Oaxaca
Por: Marcela Turati.
Huajuapam de León, Oax.- Toda la mañana del domingo, desde su encierro en la cárcel de Tlacolula, Francisco mareaba a los guardias con su terco sonsonete: “Señor, ¿A qué horas voy a ver a mi mamá? ¡Quiero ver a mi mamá!”.
Su cantaleta de niño de nueve años ayudó a que los otros pequeños presos que tenía a su lado también consiguieran el permiso de abrazar a sus madres, recluidas en el mismo penal. Los minutos que duró el reencuentro acariciaron los golpes de ellas, recibieron la bendición materna y lloraron juntos, antes de que las trasladaran al penal de alta seguridad de Nayarit.
Sólo de la colonia popular llamada San Juan Diego el Fenic, el sábado 25 de noviembre –el día de la marcha de antiulisistas en la capital– cuatro niños fueron capturados por elementos de las policías Federal Preventiva y estatal. Los reos más pequeños del conflicto, motivado por la inconformidad contra el gobernador Ulises Ruiz, tienen nueve, 10, 12 y 13 años.
Ellos vieron la golpiza que recibieron los adultos (entre ellos sus mamás y hermanos mayores), durmieron encerrados bajo llave, soportaron extensos interrogatorios, pasaron hambre, fueron incomunicados y sus cuerpos esculcados en busca de explosivos.
Una de ellas, Miriam, la más grande, fue amarrada de las manos y obligada a mantenerse en cuclillas, como los adultos.
El martes todos fueron excarcelados, pero no liberados del todo: periódicamente tienen que firmar su libertad, aunque todavía ni firma tienen. La pena por los delitos que se les imputa es más larga que sus años de vida: incendio de edificios, saqueo, sedición y uso de explosivos.
Los niños son también los primeros excarcelados que pueden decir qué pasó la noche del 25, cuando la policía extendió una gran red que arrastró a todo el que caminaba por la calle.
“Los policías nos preguntaron que si llevábamos armas y nos llevaron al zócalo, nos sentaron. Nos amarraron por detrás nuestras manos, nos llevaron a la cárcel de Tlacolula. Me quitaron mis dos chamarras y mis agujetas, me metieron con una señora.
“A los hombres los golpeaban, les jalaban sus cabellos, a las señoras les dieron cachetadas, les pegaban en la cabeza, que porque no podían hablar bien el español”, dice Mayra Maceda, la de 13, que hasta la semana pasada estuvo en las listas de desaparecida.
Ella fue a la marcha en representación de su papá, que es ayudante de albañil y no consiguió permiso para faltar al trabajo para cumplir la cuota al Fenic. Iba emocionada, pero de eso no le queda ni una pizca. Jacobo, su papá, se culpa de la dejadez de haberla mandado en su representación.
Me desapartaron de mamá.
Afuera de su casa, calladito, mirando siempre el piso, está Francisco Santos Reyes, el huérfano más pequeño de la marcha del día 25. La manifestación que le arrebató el mismo día a su mamá, Juana Magdalena, y a su hermana Paula.
“No platica nada, nomás que le agarró la policía su brazo y lo aventó pa’ llá, que a la mamá le jalaron su cabello, que a mi’ja Paula le metieron un fierro (esposas), ése bien feo, que le ponen en la mano y dice que se hinchó feo la mano de su hermana”, cuenta Fernando Lorenzo, su papá, que se ve angustiado por el retraimiento de su chiquito.
“Lo único que habla es que cuándo viene su mamá, por eso le dije que a lo mejor ya va a venir”, agrega.
Lo dice al regresar con las credenciales de elector de las dos detenidas de la familia, la única prueba que tiene de su existencia, ya que no tiene ninguna foto de ellas. Le dice también a Francisco que corra a casa por su acta de nacimiento, porque ambos dudan de si tiene ocho o nueve años.
“Cuando llegó la policía nos llevaron donde había muchos policías (el zócalo). Nos metieron en el autobús y allí nos desapartaron. A nosotros los policías nos pusieron de un lado y a las mamás del otro. Las mujeres policías les estaban preguntando cómo se llamaban, les jalaban su pelo, le dieron patadas y cachetadas”, recuerda.
Vi cuando la golpearon.
Cuando la señora Bernardita Ortiz Bautista se enteró de la marcha en la capital, alistó a sus dos niñas mayorcitas, Beatriz Belén, de 12, y Rosalba, de diez, y pidió a su hijo Alejandro, el que ya va al Conalep, que las acompañara. Caminaron bajo el sol, como los maestros, e hicieron el cerco humano a la PFP para exigirle salir de Oaxaca. Fue a bordo de la suburban que agarraron a la familia.
“Llegaron los policías y nos dijeron que alzáramos las manos, yo me espanté, pensé que me iban a matar. Mi mamá y yo lloramos. Nos dijeron que cerráramos los ojos para no ver a dónde nos llevaron, pero yo sí vi. En un lugar donde hay una iglesia y muchos policías nos revisaron todo nuestro cuerpo, mochilas y nos preguntaban si traíamos cohetes”, dice Rosalba, la que se apuntó a la marcha para conocer Oaxaca por primera vez.
Ahí separaron a las niñas de Bernardita, que ya iba amarrada. Vieron cómo una mujer policía le pegaba con un palo largo (tolete) para que caminara rápido. En Tlacolula la volvieron a ver, también a su hermano.
“Eran muchos hombres, como 50 o 100, algunos iban hinchados, un señor lo golpearon bien feo, le sacaron su ojo, le dijeron que caminara más rápido o le pegaban. Luego mandaron a las mamás a una casa, luego ya supe que era la cárcel. Mamá no volteó porque la agarraban del cabello y no las dejaban ver, y los policías nos dijeron que si seguimos platicando nos iban a golpear como los hombres”, sigue la más chica.
Todos los niños estuvieron media hora afuera de la cárcel, sentados. Más tarde los llevaron a cuartos con cama, y les dieron una cobija. Hasta el domingo al medio día se acordaron de que necesitaban comida y les dieron su ración del día: salsa de huevo y un vaso de agua.
Toda la mañana, Francisco estuvo exigiendo ver a su mamá, lo repetía cada 10 minutos. Gracias a su insistencia, Rosalba y Belén vieron a Bernardita.
“Mi mamá me contó el domingo que le dieron dos patadas, no sé cuantas cachetadas, aparte le jalaron el cabello. Estaba triste y roja de su cara. Había llorado toda la noche, y cuando la vimos empezó a llorar, nos abrazamos, nos preguntó si nos habían pegado, si teníamos cobija y comida, me dijo que ya no llore, y después se la llevaron”, dice Belén, seria, muy seria.
El lunes, a las 5 de la mañana, los niños fueron llevados al Tutelar de Menores. Dicen que ahí un señor les dijo que ya no iban a ver más a sus mamás y los interrogaron. En el camino fueron llevados con un señor –”hinchado, le habían partido su cabeza”–, a quien dejaron en una clínica.
“Me preguntaban que qué hacía en Oaxaca, que si había quemado cosas, aventado bombas, cohetes, les dije que yo no me metí en la pelea, me dijeron que si les decía dónde vivía me iban a llevar con mi papá, y les dije la verdad y ellos me dijeron mentiras porque me llevaron a Tlacolula”, dice Rosalba.
Su casa es un jacal de lámina, un cuadro hace seis años fraccionado. De atrás de la lámina salen cuatro niños más pequeños, sus hermanitos, de los que ahora se hace cargo. Mientras mamá no vuelva, no regresarán a la escuela.







LA PESADILLA AZUL (Testimonio).


Escrito por LibreOaxaca.
Martes, 02 de enero de 2007


“Tomen su dos de noviembre” fue lo primero que escuchó Juan de Dios cuando fue golpeado brutalmente, durante su detención por elementos de la Policía Federal Preventiva en el atrio de Santo Domingo, aquel 25 de noviembre.
Juan de dios Gómez Ramírez, de la Agencia Internacional de Prensa Indígena, “estaba realizando fotografías de los sucesos que estaban ocurriendo, junto a un grupo de corresponsales, principalmente europeos, en el crucero de “Macedonio Alcalá” y “Mariano Matamoros”, cuando nos avisaron que se quemaban las ventanas del hotel Camino Real (a una cuadra de ahí).
Juan de Dios narra que se dirigía hacia el hotel cuando se vieron envueltos en una densa nube de gas lacrimógeno que les impidió llegar. Apenas logró reponerse cuando notó que los granaderos avanzaban ya sobre 5 de Mayo. Se dirigió entonces hacia el atrio de Santo Domingo, en donde la gente comenzaba a amontonarse, arrinconadas por las fuerzas represivas, y donde recibieron aún más granadas de gas que caían a sus pies.
Ahí, en el atrio, Juan de Dios, perdió el sentido por la intoxicación.
“Cuando recuperé el conocimiento sentí los golpes en la espalda; les dije que era periodista, me arrastraron hacia el parque, registraron mi mochila, me tomaron del pelo y me incorporaron mientras seguían golpeando, nos despojaron de todas nuestras cosas y nos condujeron al zócalo”. Ahí siguieron golpeando y amenazando; les quitaron los zapatos y comenzaron a pisarle los dedos de los pies. Los golpes no pararon ni al abordar el camión en donde los amontonaron unos encima de otros (“algunos iban sangrando”), ni en el trayecto, ni cuando finalmente los metieron en celdas.
Piernas, pies, rodillas, costillas, brazos, hombros.
Ni él ni los otros detenidos sabían dónde estaban. Tampoco sabían a dónde iban cuando los trasladaron en un avión de la PFP. Los federales tenían su particular modo de informar a los detenidos: “los vamos a arrojar al mar”, les decían.
Entre gritos y amenazas (todos los policías gritaban, cuenta Juan de Dios), llegaron al Rincón, en Nayarit. Los desnudaron y los revisaron, para luego introducir a tres personas en cada celda de 2 por tres metros. Y de ahí, “sobrevivir al tedio”. Sólo salían de la celda para que les aplicaran tests (de todo tipo, psicométricos, sexuales, antecedentes). El resto era pasar lista y someterse a más revisiones, bajo constantes amenazas de sanciones (suspender visitas o incomunicarlos).
Aunque, en realidad, las sanciones eran un hecho. “La trabajadora social nos pidió un teléfono y una dirección para comunicarse con mi familia, pero esa llamada (lo averiguó después) nunca llegó a mi casa”. Transcurrió una semana antes de poder comunicarse con gente de la Liga Mexicana en Defensa de los Derechos Humanos (LIMEDDH). “Apenas empezábamos a llenar el cuestionario cuando el comandante dijo que se había acabado el tiempo”.
Días después se entrevistó con representantes de la Comisión Nacional de derechos Humanos. “Se concretaron a revisarnos los golpes que traíamos en el cuerpo, tomaron fotografías, las midieron (las contusiones), llevaban una reglita con la que iban midiendo los golpes”. También los de la CNDH le pidieron un número y se comprometieron a comunicarse con su familia. Nunca lo hicieron. Fue la madre de su compañero de celda quien finalmente estableció el contacto.
Juan de Dios titularía su testimonio como “la pesadilla azul”. “La celda es de esa losa prefabricada con hoyos, pero la reja está pintada de azul, hay una mesita de metal del mismo color, un librero del mismo color, y tres paredes donde está la regadera, que también son azules; durante esos días no vimos el sol, sólo teníamos una ventana del otro lado del pasillo donde podíamos ver un pedacito del cielo y unos muros; nomás nos conformábamos con ver algunas nubes que pasaban y, bueno, todo era azul cielo, como el color del régimen”.
Lo soltaron junto con la segunda ronda de 9 “preliberados”, tras una escala en el penal femenil de Tlacolula, luego de dos semanas de encierro, sin explicaciones, sin proceso. Dos semanas de “pesadilla azul”.


"Tortura sicológica continuada" contra presos de Oaxaca llevados a Nayarit
Organo internacional detecta alto impacto traumático por las vejaciones cometidas.EMIR OLIVARES ALONSO
Las personas detenidas en Oaxaca que fueron trasladadas al penal de San José del Rincón, en Nayarit, fueron sometidas a "tortura sicológica continuada: tratos vejatorios y denigrantes, humillaciones y amenazas", establece el primer balance de la Comisión Civil Internacional de Observación de Derechos Humanos (CCIODH) tras entrevistarse con varios de los afectados, en las cuatro cárceles de Oaxaca.
En sus primeras conclusiones, a 10 días de trabajo de observación de las garantías fundamentales en la entidad, los integrantes de la CCIODH refieren que entre los entrevistados "se detecta un alto impacto emocional y desintegración familiar ante la separación de hijos, padres, madres y hermanos, teniendo en cuenta que familias completas están o han estado en los penales".
Los activistas denuncian que a pesar de que ya pasó un mes, varios de los capturados el 25 de noviembre aún muestran evidencias físicas de las agresiones que padecieron durante su detención y traslado a Nayarit por elementos policiacos y paramilitares.
"Muchos presos manifiestan haber recibido amenazas, golpes, daños físicos y tortura sicológica durante los traslados, y en algunos casos toques eléctricos en varias zonas del cuerpo", establece el balance de la comisión internacional, la cual ha visitado los cuatro penales oaxaqueños en los que están recluidas las personas que han sido aprehendidas por el conflicto que se vive en la entidad desde hace más de siete meses.
El 26 de diciembre estuvieron en Miahuatlán, donde se entrevistaron con siete mujeres; el 27 visitaron a dos hombres en el penal de Cuicatlán; el 28 ingresaron a ver a los detenidos en Cosolapa, y el 29 estuvieron en Tlacolula, donde se entrevistaron con 24 de los presos por el conflicto.
El balance preliminar señala que algunas de las personas que están privadas de su libertad muestran "un severo impacto traumático producido por las situaciones vividas". Asimismo, establece que la mayoría de las detenciones fueron hechas de forma arbitraria, y no sólo se dirigieron a los participantes en el movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), pues "en la mayoría de los casos se trataba de personas que sólo estaban en la vía pública".

Trato deshumanizante
Además, el primer informe de la comisión refiere que, mediante los testimonios recabados, se comprobó que "el trato deshumanizante" que recibieron los prisioneros en el penal de San José del Rincón, Nayarit, no es el mismo que se ha dado a los detenidos en las cárceles oaxaqueñas. "Actualmente, los presos y presas visitados reciben un trato correcto de los funcionarios penitenciarios".
Reporta también que un joven de 17 años permanece recluido en el penal de Tlacolula, cuya detención es "irregular", al tratarse de un menor de edad.
Otras de las violaciones a derechos humanos que define la comisión en su reporte es que las detenciones fueron efectuadas sin garantías legales, como el derecho a la defensa o la comunicación con el exterior; los prisioneros no fueron notificados de los cargos que se les imputaban ni a dónde se les trasladaba; la mayoría no recibió asistencia médica adecuada, amén de que las autoridades no brindaron ninguna información a los familiares, quienes no se enteraban de las capturas, de los traslados ni del regreso a Oaxaca de quienes estuvieron por más de 20 días en la cárcel nayarita.
Ignacio García, integrante de la CCIODH, indicó que a 10 días de trabajo, los activistas han realizado más de 150 entrevistas, con las que han obtenido más de 200 testimonios. Dijo que han visitado tres comunidades cercanas a la capital oaxaqueña, además de que se han reunido con organizaciones que no simpatizan con la APPO, con objeto de recabar todas las visiones posibles.
Señaló que el próximo 2 de enero, la CCIODH será recibida por el subsecretario de Gobernación, Abraham González, a quien le expondrán los resultados obtenidos hasta el momento. "También deseamos que nos dé la visión gubernamental de los hechos", dijo García.
El activista recalcó que la CCIODH prevé finalizar sus trabajos a finales de enero, por lo que antes de partir de México presentarían las primeras conclusiones y recomendaciones sobre las diversas violaciones a derechos humanos en el conflicto de Oaxaca. Informó que un mes después presentarían el informe final del caso, con objeto de llevarlo a distintas instancias internacionales para que se pronuncien al respecto.



PRESAS Y PRESOS POLITICOS: LIBERTAD !!!!!Las 34 mujeres que la Policía Federal Preventiva arrestó el sábado 25 de noviembre en Oaxaca las raparon al llegar al penal de El Rincón, en Tepic.
A todas ­¿hay que repetirlo?­ las raparon en forma humillante, inclusive a la profesora de la UAM-Xochimilco a quien le cortaron dos dedos de una mano en medio de la golpiza en que se produjo su detención; y también a la joven de 21 años a quien los soldados de gris le pegaron hasta que se desmayó y cuando volvió en sí le dijeron que iban a violarla ahí mismo, en la calle Juárez, delante de su mamá; y desde luego a la señora de 53 años que mientras era apaleada con la misma saña veía cómo los pefepos arrastraban por el pavimento a su hija inconsciente y la sacudían para despertarla y decirle que la iban a violar.
Sí, a todas, por maltrechas, enfermas y asustadas que estuvieran, las raparon en Tepic para que no se les olvide quién manda en México, y las raparon después de someterlas a interrogatorios ultrajantes en la cárcel femenil de Tlacolula, Oaxaca, donde los policías las iban metiendo, de una por una, en cuartuchos infectos y, sentadas y esposadas, y aun sabiendo que sufrían con el dolor de todos los golpes encima, les pasaban el tolete por entre las piernas insinuando, una vez más, que las iban a violar. Incluso a las más viejas.
Pero eso no es todo. Después de viajar a Tepic a entrevistarse con ellas y recabar estos y otros indignantes testimonios, a la presidenta de la Liga Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), sección Oaxaca, Jéssica Sánchez Maya, el "gobierno" de Ulises Ruiz Ortiz acaba de girarle orden de aprehensión dentro de la causa número 104/2006, radicada en el reclusorio de Etla.
Y así, mientras el nuevo "presidente" de la "República" come y brinda con un "gobernador" asesino al que se le imputa la muerte de al menos 20 personas, la represión federal alcanza ya el siguiente saldo: más de 60 desapariciones forzadas, cerca de 300 presos políticos y más de 300 buscados por la "justicia".
REPROBAMOS Y REPROCHAMOS ESTA CONDUCTA DEL GOBIERNO ESTATAL Y FEDERAL, LA VIOLENCIA GENERA VIOLENCIA Y LE DAREMOS SEGUIMIENTO LEGAL A ESTE ASUNTO, LAS MUJERES NO PERMITIREMOS EL ABUSO DE LA AUTORIDAD Y LA INDIFERENCIA DEL GOBIERNO O QUIEN RESULTE SER EL RESPONSABLE DE LA VIOLACION DE DERECHOS, NOS APOYAREMOS DE SER NECESARIO EN LAS INSTITUCIONES INTERNACIONALES, MUJERES NO ESTAN SOLAS, NO ESTAMOS SOLAS !!!!MUJERES POR LA DEMOCRACIA.
Hilda Venegas NegreteAbogada Penalista




A los observadores nacionales e internacionales de derechos humanos
A los medios de comunicación nacionales e internacionales:
A la Opinión Pública
El día de hoy primero de enero del 2007, el Comité de Padres de Familia de los Presos Políticos Recluidos en el Cereso de Miahuatlán, decidimos instalar un plantón a las afueras de dicho Cereso debido a la nula respuesta por parte del gobierno para la liberación de ellos.
Ante esta acción, a las 5:03 minutos de la tarde, recibimos la visita de un "enlace" de la Secretaría de Gobierno del Estado de Oaxaca, supuestamente para "negociar" dicha liberación. Este "enlace" que se identificó como DIEGO RAMOS nos "invitó" a sentarnos en una supuesta mesa de negociación para revisar cada uno de los expedientes de nuestros presos políticos. A él le explicamos que nuestra postura es la libertad incondicional e inmediata de TODOS los presos políticos, tanto del Cereso de Miahuatlán como de Tlacolula, postura que no es negociable, ya que los detenidos son inocentes y quien debería estar en prisión es Ulises Ruiz. Posteriormente, a las 6:13 PM, regresó el señor RAMOS a "invitarnos", pero más bien a intimidarnos para doblegar esta acción pacífica y legal que hemos emprendido los familiares.
Por lo anterior expuesto reiteramos que responsabilizamos al gobierno federal y al gobierno estatal de cualquier agresión, intimidación, tortura psicológica en contra de cualquier familiar o integrante de este plantón, así como de nuestros presos políticos.
Atentamente:
Comité de Padres de Familia de los Presos Políticos Recluidos en el Cereso de Miahuatlán,
Responsables de la publicación Yolanda Gutiérrez, David Cilia Olmos. Cerrada de Fresnos 10-b, col ampliación Santa María Tomatlán.

AL PUEBLO DE OAXACA:

A un siglo de la Revolución Mexicana, las represiones en Cananea y Río Blanco durante el Porfiriato se repiten. Un dictador en el pasado y un Gobernante oaxaqueño demente en el presente, que defiende intereses de gente corrupta y adinerada, vuelve a derramar la sangre inocente de gente que, al ya no tener que comer, se ve obligada a salir a las calles a exigir el respeto a su derecho a una vida digna.
Cuando la justicia se nos niega ¿a quién acudir? La incertidumbre, desesperación e impotencia que vivimos al ver desintegradas nuestras familias nos hace recurrir a ustedes para que pidan en sus oraciones por todos aquellos desaparecidos, asesinados y detenidos inocentes, que este fin de año no estarán presentes en sus hogares para celebrar con sus familias y pedir el buen año nuevo que hoy nos han arrebatado, ya que jamás nuestras vidas serán las mismas.
Por todo lo anterior los integrantes del Comité de Familiares y Amigos de los Desaparecidos, Asesinados y Presos Políticos de Oaxaca (Cofadappo) hacemos una cordial, consciente y solidaria invitación al heroico Pueblo de Oaxaca, a que nos acompañe en las afueras de las instalaciones de los Ceresos de Miahuatlán de Porfirio Díaz y de Tlacolula de Matamoros, demostrando que la conciencia de nosotros es infinita y la lucha sigue y sigue.Agradecemos de antemano su invaluable solidaridad con nuestra justa exigencia.
Exigimos la libertad inmediata e incondicional de todos los presos políticos y de conciencia, y la presentación con vida de todos los desaparecidos.
¡ALTO A LA REPRESIÓN!¡LIBERTAD INMEDIATA E INCONDICIONAL A NUESTROS PRESOS POLÍTICOS Y DE CONCIENCIA!!Comité de Familiares y Amigos de los Desaparecidos, Asesinados y Presos Políticos de Oaxaca (Cofadappo).