¿MEXICO CONDENADO?
22 ene 2010
Stratfor sentencia la defunción geopolítica de México
Autor: Alfredo Jalife-Rahme
Antecedentes: Stratfor, centro de pensamiento texano-israelí catalogado como “la CIA (Agencia Central de Inteligencia) de las sombras (sic)”, cada semana le asesta un macabro “memorando de seguridad” a México. Su dueño y editor, George Friedman, muy cercano a Israel, en su libro kafkiano Los próximos cien (sic) años: un vaticinio para el siglo 21, de corte robótico y de reingeniería genética “productiva (sic)”, sobredimensiona a México como una de las principales potencias mundiales para 2080 (¡supersic!), debido a su demografía galopante, en turbia simbiosis transfronteriza con Estados Unidos, con quien puede acabar en guerra (sic) a inicios del siglo XXII. ¿Pues qué le espera, entonces, de cataclísmico a Estados Unidos?
Hechos: de aquí hasta que alcance a México su glorioso futuro demográfico de los próximos 70 años, Stratfor –en su monografía sobre la geopolítica de México: una montaña-fortaleza en estado de sitio (17 de noviembre de 2009)– sentencia su defunción estratégica y su inevitable dependencia militar, estratégica, política y económica a Estados Unidos.
Stratfor considera que México se encuentra “fundamentalmente desafiado” por su geografía: “Montañas para esconderse, desiertos difíciles de controlar y defender, y severas vulnerabilidades a las incursiones marítimas” (nota: del lado del Golfo, pletórico en hidrocarburos).
La carencia tanto de una armada como de “redes de transporte fluviales naturales en un terreno escabroso hace exageradamente difícil a México generar y acumular capital, lo cual lo convierte muy dependiente (sic) del capital externo y a la merced (supersic) de la dinámica del mercado internacional” (nota: mucho más después que se regaló casi toda la banca nacional).
México ostenta “3 mil kilómetros de frontera subdefendida (sic) con Estados Unidos, el mayor mercado consumidor del mundo”, lo cual “deja a su economía altamente dependiente de los caprichos (sic) del mercado de Estados Unidos que importa todo de México, desde computadoras hasta estupefacientes; mientras, México importa sus alimentos vitales (sic)”. ¿No fueron, acaso, los neoliberales transfronterizos quienes hicieron a México tan dependiente de Estados Unidos?
Stratfor propina su axioma letal: “Para defender su vulnerable flanco oriental, México es también dependiente militarmente de Estados Unidos y, por consiguiente, es altamente vulnerable a la influencia (sic) política de Estados Unidos”. Debido a la multitud de desafíos, “no existe sorpresa (sic) por lo que México, condenado por su geografía, haya quedado agazapado y subdesarrollado en comparación a Estados Unidos”. ¡Vaya comparación darwiniana!
Su diagnóstico es perentorio: “Sólo cabe un poder en Norteamérica”, y ése es Estados Unidos, por lo que inevitablemente “México no tiene otra alternativa que comprometerse en una relación subordinada con Estados Unidos”.
Su “análisis” económico y político (que satisface el unilateralismo de Estados Unidos) es exageradamente rupestre, por lo que optamos por brincarlo; no aporta nada, debido a que la economía no es el fuerte de Stratfor (ya no se diga la política doméstica). Nada menos que la Oficina Nacional de Investigación Económica (quien dictamina oficialmente la recesión en Estados Unidos), el conglomerado de los mejores economistas de Estados Unidos, publicó hace cinco años las causales por las que México en el Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) había tenido “un desempeño menos que estelar”. Sería saludable que Stratfor lo leyera para no expectorar tanta barbaridad económica.
Después de fulminar contra México –desiertos que lo evidencian como “la parte más desolada de Norteamérica”; con “pocas reservas de agua fresca”; “territorio severamente inhospitalario”; “sin un Estado políticamente coherente (sic) y manejable”; “carente de una fuerza naval”; “sin nunca haber sido un país seguro e independiente”–, coloca en forma binaria al “narcotráfico y a la energía” (la doble obsesión unilateral de Estados Unidos) como “los desafíos modernos”.
Dejamos de lado “la guerra de estupefacientes” –“de cierta forma una simple (sic) repetición de la Revolución de 1910” (nota: ¿como aquélla, Estados Unidos también financia y “deja hacer y pasar” a ésta?)–, nos centramos en su parte más exquisita: los energéticos.
Aduce que debido a “un sistema político más incluyente” (¡supersic!), es “muy difícil realizar cambios bruscos (sic)”, lo que explica como “causa primaria el sufrimiento del sector energético”, ya que el petróleo ha resuelto “la correlación regional de fuerzas” y “el embrollo de la distribución”.
Al revés: el sur mexicano ha sido despojado de sus reservas de hidrocarburos y de sus recursos hidráulicos, con un doble fin: 1) subsidiar (entre otros especímenes) al parasitario Grupo Monterrey norteño, rescatado por el erario federal en incontables ocasiones; y 2) sostener con alfileres un modelo neoliberal artificial y contranatura que benefició exclusivamente a Estados Unidos y a Canadá, en detrimento de los intereses nacionales, lo cual promovió la masiva migración de verdaderos “refugiados económicos” (no “terroristas” como los fustigan los desalmados texanos), quienes huyen de la desigualdad distributiva y buscan la “libertad económica”, inexistente aquende el muro de la ignominia.
Arroja un vulgar sofisma: “El Estado nunca (sic) pudo manejar la implementación de políticas que promoverían el crecimiento debido a los altos costos del desarrollo” como consecuencia de la topografía.
¿Es México un condenado a muerte por la geopolítica de Estados Unidos? ¿Cómo crecieron y se desarrollaron Japón y Sud-Corea pese a las inclemencias geográficas?
¿Cómo se gestaron las civilizaciones olmeca, maya y azteca en tres regiones diferentes del mismo México supuestamente ingobernable e inviable?
¿Cómo pudo prosperar la Nueva España gracias a la riqueza aurífera y argentífera?
¿Cómo pudo crecer México durante el “desarrollo estabilizador” e, incluso, con los modelos denostados de “populistas”?
Los centros de Estados Unidos no pueden justificar ni saben explicar al mundo el estruendoso fracaso del “México neoliberal” (un verdadero “espejo negro” en el rostro irrendentista de Washington), que siguió al pie de la letra los cánones y cañones de Estados Unidos y su TLCAN, así como las recetas intoxicantes y las “condicionalidades” del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; de sus excrecencias, como el BID, ni hablemos.
La salvación para Stratfor –que no aborda el delicado asunto de la silenciosa privatización parcial del gas, ya no se diga el inicio de la privatización hidráulica y eléctrica–, pasa por “una nueva ola de capitales y tecnología, que carece México, para mantener sus ingresos energéticos” cuando “la única (¡extra supersic!) opción es abrir una vez más (sic) la industria energética a los extranjeros”. ¿Más?
¿No fue la “reforma energética” de Calderón, Beltrones, Labastida y Gamboa una privatización por la puerta trasera, a través de rendijas legales (ver mi libro La desnacionalización de Pemex, editorial Orfila, 2009)?
Ahora Stratfor nos sale con que la Constitución de 1917 hace “ilegal” a la “reforma”. ¿De cuándo acá a Calderón lo detiene infringir la Constitución o pisotear la legalidad? Stratfor no está actualizado: se equivocó de país y de gobernante.
Conclusión: no importan la notoria imprecisión histórica ni la visón unilateral ni las panaceas ponzoñosas de Stratfor, sino sus implícitas amenazas geopolíticas que se desprenderían del subtexto en caso de no “abrir” el sector energético: la balcanización de México en cuatro “subregiones (sic) geopolíticas”, dos indefendibles territorios estratégicos para la seguridad nacional de Estados Unidos: Baja California (boca del río Colorado) y la Península de Yucatán (estratégicamente situada en el Caribe, entre Florida y Cuba); “la frontera norte” (desértica y despoblada, vista como amortiguador de los estados sureños de Estados Unidos); el “centro”, que va de la zona metropolitana hasta la costa de Veracruz; y “la periferia del centro” (“que incluye Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán” y, por la vista del mapa, Querétaro, Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí, el Bajío, etcétera).
Como que está muy forzada “la periferia del centro”, que se encuentra electoral y económicamente subdividida entre norte y sur, lo que llevaría la presunta balcanización a cinco pedazos.
Antes, cuando Estados Unidos todavía no perdía sus cinco guerras consecutivas después del 11 de septiembre, recuerdo que eran solamente tres: el norte, centro y sur. ¿Empeoraron las cosas mutuamente para Estados Unidos y México?
Regeneración
Gerardo Fernández Casanova
Argenpress
La celebración del centenario de la Revolución Mexicana invita a la reflexión respecto a la enseñanza de su legado. Es particularmente importante hacerlo en la mesa del debate respecto de nuestra identidad como nación, tema este que ha permanecido inconcluso a lo largo de los doscientos años de vida intentando ser independientes, durante los cuales la discusión se ha visto dominada por las tendencias a parecernos a una u otra imagen modelo del mundo, en un lastimoso afán de imitación.
Si en algo cabe distinguir a la dicha revolución es en su carácter de auténtica, ajena a recetas o modelos importados que, incluso, dio lugar al diseño y operación de un sistema político sui generis, hijo legítimo de la realidad y la idiosincracia nacionales. De la terrible destrucción que implicó la etapa armada surgió el cimiento y la simiente de una sociedad que se encontró consigo misma y construyó una incipiente identidad.
El esfuerzo cultural y educativo de los gobiernos emanados del movimiento revolucionario contribuyó enormemente a la profundización del carácter de lo mexicano, no ajeno a un insano chauvinismo pero, de cualquier forma, auténtico y autóctono. El sistema creado generó un importante flujo ascendente en la sociedad, cuyo resultado se concretó en una vigorosa clase media. La economía creció sobre la base de un, también creciente, mercado interno. México se insertó en el mundo con personalidad propia, jugando un delicado papel de vecino del imperio y sometido a sus presiones e intereses, pero que se dio oxígeno para dotarse de un cierto grado de libertad.
No comparto la opinión de quienes se limitan a interpretar el hecho histórico sólo como la eliminación de la dictadura porfirista para reemplazarla por la dictadura priísta; que consideran que la lucha no fue más que entre facciones ambiciosas del poder, carentes de ideología y de proyecto de país. Indudablemente que en el proceso se manifestaron las ambiciones personales en el río revuelto, como suele suceder en cualquier obra humana.
No puede ignorarse, por ejemplo, la influencia intelectual de personajes como Ricardo Flores Magón que, de alguna manera, ilustró a los ejércitos campesinos de Zapata y Villa; ni a la de Andrés Molina Enríquez y Wistano Luis Orozco, cuyos trabajos intelectuales dieron pie a la reforma agraria.
Ni a los progresistas que se avocaron a la elaboración de la Constitución de 1917, con personalidades como la de Heriberto Jara y Francisco Mújica, que caracterizaron el contenido social de la norma jurídica esencial. Tampoco pueden ser ignorados militares del tipo de Salvador Alvarado que, en la acción de gobernar, dieron muestra de honestidad y compromiso con el progreso. Menos pueden ser ignorados los presidentes Carranza, De la Huerta, Obregón, Calles y Cárdenas que, independientemente de las diferencias entre ellos, algunas dirimidas por las armas, fueron consolidando el producto afirmativo de la Revolución. A ninguno de ellos habría que colocarlos en el panteón de la santidad pero, a no dudarlo, merecen sitio privilegiado en el del patriotismo.
¿Qué nos pasó? ¿Dónde se fracasó? Nadie puede negar que el ímpetu revolucionario se agotó en sí mismo. La democracia fue una asignatura pendiente, por lo menos en sus aspectos formales de tipo representativo; en su ausencia, la clase revolucionaria devino en plutocracia; el güisqui suplantó al tequila y al sotol; las universidades gringas educaron a los hijos de los revolucionarios; la promoción social de la educación degeneró en instrumento de control político, al igual que la reforma agraria y el fomento agrícola. Los cañonazos de dinero a los generales revolucionarios para que se mantuvieran en paz, terminaron en las jugosas comisiones por contratos o adquisiciones. La revolución se bajó del caballo y se subió al Cadillac. Los conflictos sociales terminaron en represión. Ahí se acabó el ensueño. También se ahogó la identidad y el patriotismo, por lo menos en lo que toca a la clase gobernante. Hoy estamos en la más lastimosa orfandad. Carentes de horizonte para dirigir el esfuerzo. Sometidos a la más feroz de las violencias, la del hambre y el infortunio. Estamos ante el riesgo de perder la viabilidad como país independiente, al grado que hay pensadores que postulan la plena entrega a los Estados Unidos.
Castañeda y Aguilar Camín, desprovistos de toda suerte de vergüenza se manifiestan proclives a que México deje de ver al pasado y se decida por incorporarse de lleno al esquema norteamericano de dominación, como clave para acceder al progreso; van al contrario de la conseja que dice que es preferible ser cabeza de ratón que cola de león. Es una verdadera necedad suponer que quienes dominan en el país vecino harán algo que suponga beneficiar los intereses de los mexicanos; con todo derecho ellos ven por los suyos y la historia, esa terca historia que convocan a olvidar, nos demuestra que no sólo son distintos a los nuestros, sino que son en alto grado contradictorios. Con una argumentación engañosa pretenden comparar los casos de México y Turquía, esta última respecto de su pretensión de incorporarse a la Unión Europea. La ligera diferencia es que los europeos proyectan un estado supranacional basado en el fortalecimiento del conjunto mediado del fortalecimiento de cada una de las partes; en tanto que el norteamericano sólo entiende de destinos manifiestos de dominación y explotación de los dominados. Es la degeneración.
Bienvenida la nueva publicación periódica del Gobierno Legítimo y del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, la Soberanía y la Economía Popular. REGENERACION es su título y resulta por demás simbólico. De un lado, recupera el nombre de la publicación en que Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano plasmaron el pensamiento revolucionario de contenido social; del otro, atiende a la emergencia por rescatar al país de la debacle degenerativa en que los han sumido los tecnócratas neoliberales al servicio de la mafia de privilegiados que dice gobernarnos.
Penalización del aborto, un retroceso jurídico y científico.
Gladis Torres Ruiz (CIMAC)
Las reformas realizadas a 17 Constituciones políticas locales, para “proteger la vida desde el momento de la concepción”; efectuadas con el apoyo de líderes religiosos y varios partidos políticos, son inaceptables porque “socavan la racionalidad política en el país y amenazan con retroceder a etapas dolorosamente superadas hace siglo y medio”, afirmó la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
En una declaratoria, difundida a través de su página web, la AMC manifestó su preocupación por dichas reformas ya que el efecto inmediato de dichas legislaciones consiste en penalizar el aborto y convertir, “contra toda lógica”, en delincuentes a las mujeres que toman tal decisión.
Decisión que toman por razones respetables y en último caso, en uso de su legítimo derecho a decidir sobre si ejercen o no su derecho a la maternidad, y a su dignidad personal, indica Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia.
La libertad y el derecho que tiene “toda persona a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijas e hijos”, es un derecho establecido en el artículo 4 de la Constitución Mexicana, ganado desde 1974, puntualizó.
En México, desde octubre de 2008, la alianza de los Partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), apoyados por legisladoras y legisladores del partido Verde Ecologista de México, y en algunos casos por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), han logrado reformas constitucionales contrarias en 17 de los 31 estados del país.
Baja California, Campeche, Chiapas, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Veracruz y Yucatán, mientras que en Chihuahua fue aprobada en 1997 con lo que suman 17 los estados con reformas en el mismo sentido proteger la vida desde el momento de la concepción.
La AMC, señala que la discusión sobre el tema de la vida desde el momento de la concepción, es una “incompatibilidad flagrante entre el concepto moderno, multifacético y complejo, de lo que es un ser humano y la simplista, arbitraria y poco informada definición de la vida en que se basan las reformas indicadas”.
Agregó que la penalización del aborto significa un retroceso jurídico, científico y práctico. Porque es una violación de los principios del Estado laico y una amenaza contra la racionalidad del sistema jurídico nacional.
Además de que resulta una maniobra “insidiosa para penalizar de modo tajante y cerrado a las mujeres de México, así como a las y los médicos involucrados, con el profundo propósito de establecer un método de legislar que no considere los avances de la ciencia”.
Los profesionales de la ciencia que suscriben la declaración lanzaron un llamado a los institutos políticos y jurídicos competentes, así como a la ciudadanía en general a reflexionar sobre las consecuencias de las reformas mencionadas y detener a tiempo estos procesos, antes de que lleven al país a etapas de confrontación que dañarían a todas y todos.
En la Cámara de Senadores se encuentra pendiente la iniciativa de la presidenta de la Comisión de Equidad y Género la senadora Blanca Judith Díaz Delgado del PAN, para crear la “Ley General de Protección a la Maternidad y Paternidad” que entre sus objetivos establece que “el Gobierno debe garantizar la protección a toda persona, desde el momento de la concepción”.
Mientras que en la Cámara de Diputados se encuentra la enviada por el Gobernador de Veracruz el priísta Fidel Herrera, para modificar la Carta Magna en sus artículos primero y cuarto para proteger la vida desde el momento de la concepción y hasta la muerte natural.
La AMC, que este año celebra 50 años de su fundación, afirmó que su declaratoria surge ya que tanto esta institución como la comunidad científica nacional, se encuentran comprometidos en alertar y señalar las cusas que provocan que el país siga rezagándose respecto al resto del mundo.
Firman la declaratoria los ex presidentes de la ACM; Francisco Bolívar Zapata, José Antonio de la Peña, René Drucker Colín, Jorge Flores Valdés, Mauricio Fortes Besprosvani, Carlos Gual Castro, Ismael Herrera Revilla, Juan Pedro Laclette San Román, Adolfo Martínez Palomo, Raúl Ondarza Vidaurreta, Octavio Paredes López, Antonio Peña Díaz, Daniel Reséndiz Núñez, Pablo Rudomín Zevnovaty, José Sarukhán Kermez y Guillermo Soberón Acevedo.
Autor: Alfredo Jalife-Rahme
Antecedentes: Stratfor, centro de pensamiento texano-israelí catalogado como “la CIA (Agencia Central de Inteligencia) de las sombras (sic)”, cada semana le asesta un macabro “memorando de seguridad” a México. Su dueño y editor, George Friedman, muy cercano a Israel, en su libro kafkiano Los próximos cien (sic) años: un vaticinio para el siglo 21, de corte robótico y de reingeniería genética “productiva (sic)”, sobredimensiona a México como una de las principales potencias mundiales para 2080 (¡supersic!), debido a su demografía galopante, en turbia simbiosis transfronteriza con Estados Unidos, con quien puede acabar en guerra (sic) a inicios del siglo XXII. ¿Pues qué le espera, entonces, de cataclísmico a Estados Unidos?
Hechos: de aquí hasta que alcance a México su glorioso futuro demográfico de los próximos 70 años, Stratfor –en su monografía sobre la geopolítica de México: una montaña-fortaleza en estado de sitio (17 de noviembre de 2009)– sentencia su defunción estratégica y su inevitable dependencia militar, estratégica, política y económica a Estados Unidos.
Stratfor considera que México se encuentra “fundamentalmente desafiado” por su geografía: “Montañas para esconderse, desiertos difíciles de controlar y defender, y severas vulnerabilidades a las incursiones marítimas” (nota: del lado del Golfo, pletórico en hidrocarburos).
La carencia tanto de una armada como de “redes de transporte fluviales naturales en un terreno escabroso hace exageradamente difícil a México generar y acumular capital, lo cual lo convierte muy dependiente (sic) del capital externo y a la merced (supersic) de la dinámica del mercado internacional” (nota: mucho más después que se regaló casi toda la banca nacional).
México ostenta “3 mil kilómetros de frontera subdefendida (sic) con Estados Unidos, el mayor mercado consumidor del mundo”, lo cual “deja a su economía altamente dependiente de los caprichos (sic) del mercado de Estados Unidos que importa todo de México, desde computadoras hasta estupefacientes; mientras, México importa sus alimentos vitales (sic)”. ¿No fueron, acaso, los neoliberales transfronterizos quienes hicieron a México tan dependiente de Estados Unidos?
Stratfor propina su axioma letal: “Para defender su vulnerable flanco oriental, México es también dependiente militarmente de Estados Unidos y, por consiguiente, es altamente vulnerable a la influencia (sic) política de Estados Unidos”. Debido a la multitud de desafíos, “no existe sorpresa (sic) por lo que México, condenado por su geografía, haya quedado agazapado y subdesarrollado en comparación a Estados Unidos”. ¡Vaya comparación darwiniana!
Su diagnóstico es perentorio: “Sólo cabe un poder en Norteamérica”, y ése es Estados Unidos, por lo que inevitablemente “México no tiene otra alternativa que comprometerse en una relación subordinada con Estados Unidos”.
Su “análisis” económico y político (que satisface el unilateralismo de Estados Unidos) es exageradamente rupestre, por lo que optamos por brincarlo; no aporta nada, debido a que la economía no es el fuerte de Stratfor (ya no se diga la política doméstica). Nada menos que la Oficina Nacional de Investigación Económica (quien dictamina oficialmente la recesión en Estados Unidos), el conglomerado de los mejores economistas de Estados Unidos, publicó hace cinco años las causales por las que México en el Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) había tenido “un desempeño menos que estelar”. Sería saludable que Stratfor lo leyera para no expectorar tanta barbaridad económica.
Después de fulminar contra México –desiertos que lo evidencian como “la parte más desolada de Norteamérica”; con “pocas reservas de agua fresca”; “territorio severamente inhospitalario”; “sin un Estado políticamente coherente (sic) y manejable”; “carente de una fuerza naval”; “sin nunca haber sido un país seguro e independiente”–, coloca en forma binaria al “narcotráfico y a la energía” (la doble obsesión unilateral de Estados Unidos) como “los desafíos modernos”.
Dejamos de lado “la guerra de estupefacientes” –“de cierta forma una simple (sic) repetición de la Revolución de 1910” (nota: ¿como aquélla, Estados Unidos también financia y “deja hacer y pasar” a ésta?)–, nos centramos en su parte más exquisita: los energéticos.
Aduce que debido a “un sistema político más incluyente” (¡supersic!), es “muy difícil realizar cambios bruscos (sic)”, lo que explica como “causa primaria el sufrimiento del sector energético”, ya que el petróleo ha resuelto “la correlación regional de fuerzas” y “el embrollo de la distribución”.
Al revés: el sur mexicano ha sido despojado de sus reservas de hidrocarburos y de sus recursos hidráulicos, con un doble fin: 1) subsidiar (entre otros especímenes) al parasitario Grupo Monterrey norteño, rescatado por el erario federal en incontables ocasiones; y 2) sostener con alfileres un modelo neoliberal artificial y contranatura que benefició exclusivamente a Estados Unidos y a Canadá, en detrimento de los intereses nacionales, lo cual promovió la masiva migración de verdaderos “refugiados económicos” (no “terroristas” como los fustigan los desalmados texanos), quienes huyen de la desigualdad distributiva y buscan la “libertad económica”, inexistente aquende el muro de la ignominia.
Arroja un vulgar sofisma: “El Estado nunca (sic) pudo manejar la implementación de políticas que promoverían el crecimiento debido a los altos costos del desarrollo” como consecuencia de la topografía.
¿Es México un condenado a muerte por la geopolítica de Estados Unidos? ¿Cómo crecieron y se desarrollaron Japón y Sud-Corea pese a las inclemencias geográficas?
¿Cómo se gestaron las civilizaciones olmeca, maya y azteca en tres regiones diferentes del mismo México supuestamente ingobernable e inviable?
¿Cómo pudo prosperar la Nueva España gracias a la riqueza aurífera y argentífera?
¿Cómo pudo crecer México durante el “desarrollo estabilizador” e, incluso, con los modelos denostados de “populistas”?
Los centros de Estados Unidos no pueden justificar ni saben explicar al mundo el estruendoso fracaso del “México neoliberal” (un verdadero “espejo negro” en el rostro irrendentista de Washington), que siguió al pie de la letra los cánones y cañones de Estados Unidos y su TLCAN, así como las recetas intoxicantes y las “condicionalidades” del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; de sus excrecencias, como el BID, ni hablemos.
La salvación para Stratfor –que no aborda el delicado asunto de la silenciosa privatización parcial del gas, ya no se diga el inicio de la privatización hidráulica y eléctrica–, pasa por “una nueva ola de capitales y tecnología, que carece México, para mantener sus ingresos energéticos” cuando “la única (¡extra supersic!) opción es abrir una vez más (sic) la industria energética a los extranjeros”. ¿Más?
¿No fue la “reforma energética” de Calderón, Beltrones, Labastida y Gamboa una privatización por la puerta trasera, a través de rendijas legales (ver mi libro La desnacionalización de Pemex, editorial Orfila, 2009)?
Ahora Stratfor nos sale con que la Constitución de 1917 hace “ilegal” a la “reforma”. ¿De cuándo acá a Calderón lo detiene infringir la Constitución o pisotear la legalidad? Stratfor no está actualizado: se equivocó de país y de gobernante.
Conclusión: no importan la notoria imprecisión histórica ni la visón unilateral ni las panaceas ponzoñosas de Stratfor, sino sus implícitas amenazas geopolíticas que se desprenderían del subtexto en caso de no “abrir” el sector energético: la balcanización de México en cuatro “subregiones (sic) geopolíticas”, dos indefendibles territorios estratégicos para la seguridad nacional de Estados Unidos: Baja California (boca del río Colorado) y la Península de Yucatán (estratégicamente situada en el Caribe, entre Florida y Cuba); “la frontera norte” (desértica y despoblada, vista como amortiguador de los estados sureños de Estados Unidos); el “centro”, que va de la zona metropolitana hasta la costa de Veracruz; y “la periferia del centro” (“que incluye Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán” y, por la vista del mapa, Querétaro, Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí, el Bajío, etcétera).
Como que está muy forzada “la periferia del centro”, que se encuentra electoral y económicamente subdividida entre norte y sur, lo que llevaría la presunta balcanización a cinco pedazos.
Antes, cuando Estados Unidos todavía no perdía sus cinco guerras consecutivas después del 11 de septiembre, recuerdo que eran solamente tres: el norte, centro y sur. ¿Empeoraron las cosas mutuamente para Estados Unidos y México?
Regeneración
Gerardo Fernández Casanova
Argenpress
La celebración del centenario de la Revolución Mexicana invita a la reflexión respecto a la enseñanza de su legado. Es particularmente importante hacerlo en la mesa del debate respecto de nuestra identidad como nación, tema este que ha permanecido inconcluso a lo largo de los doscientos años de vida intentando ser independientes, durante los cuales la discusión se ha visto dominada por las tendencias a parecernos a una u otra imagen modelo del mundo, en un lastimoso afán de imitación.
Si en algo cabe distinguir a la dicha revolución es en su carácter de auténtica, ajena a recetas o modelos importados que, incluso, dio lugar al diseño y operación de un sistema político sui generis, hijo legítimo de la realidad y la idiosincracia nacionales. De la terrible destrucción que implicó la etapa armada surgió el cimiento y la simiente de una sociedad que se encontró consigo misma y construyó una incipiente identidad.
El esfuerzo cultural y educativo de los gobiernos emanados del movimiento revolucionario contribuyó enormemente a la profundización del carácter de lo mexicano, no ajeno a un insano chauvinismo pero, de cualquier forma, auténtico y autóctono. El sistema creado generó un importante flujo ascendente en la sociedad, cuyo resultado se concretó en una vigorosa clase media. La economía creció sobre la base de un, también creciente, mercado interno. México se insertó en el mundo con personalidad propia, jugando un delicado papel de vecino del imperio y sometido a sus presiones e intereses, pero que se dio oxígeno para dotarse de un cierto grado de libertad.
No comparto la opinión de quienes se limitan a interpretar el hecho histórico sólo como la eliminación de la dictadura porfirista para reemplazarla por la dictadura priísta; que consideran que la lucha no fue más que entre facciones ambiciosas del poder, carentes de ideología y de proyecto de país. Indudablemente que en el proceso se manifestaron las ambiciones personales en el río revuelto, como suele suceder en cualquier obra humana.
No puede ignorarse, por ejemplo, la influencia intelectual de personajes como Ricardo Flores Magón que, de alguna manera, ilustró a los ejércitos campesinos de Zapata y Villa; ni a la de Andrés Molina Enríquez y Wistano Luis Orozco, cuyos trabajos intelectuales dieron pie a la reforma agraria.
Ni a los progresistas que se avocaron a la elaboración de la Constitución de 1917, con personalidades como la de Heriberto Jara y Francisco Mújica, que caracterizaron el contenido social de la norma jurídica esencial. Tampoco pueden ser ignorados militares del tipo de Salvador Alvarado que, en la acción de gobernar, dieron muestra de honestidad y compromiso con el progreso. Menos pueden ser ignorados los presidentes Carranza, De la Huerta, Obregón, Calles y Cárdenas que, independientemente de las diferencias entre ellos, algunas dirimidas por las armas, fueron consolidando el producto afirmativo de la Revolución. A ninguno de ellos habría que colocarlos en el panteón de la santidad pero, a no dudarlo, merecen sitio privilegiado en el del patriotismo.
¿Qué nos pasó? ¿Dónde se fracasó? Nadie puede negar que el ímpetu revolucionario se agotó en sí mismo. La democracia fue una asignatura pendiente, por lo menos en sus aspectos formales de tipo representativo; en su ausencia, la clase revolucionaria devino en plutocracia; el güisqui suplantó al tequila y al sotol; las universidades gringas educaron a los hijos de los revolucionarios; la promoción social de la educación degeneró en instrumento de control político, al igual que la reforma agraria y el fomento agrícola. Los cañonazos de dinero a los generales revolucionarios para que se mantuvieran en paz, terminaron en las jugosas comisiones por contratos o adquisiciones. La revolución se bajó del caballo y se subió al Cadillac. Los conflictos sociales terminaron en represión. Ahí se acabó el ensueño. También se ahogó la identidad y el patriotismo, por lo menos en lo que toca a la clase gobernante. Hoy estamos en la más lastimosa orfandad. Carentes de horizonte para dirigir el esfuerzo. Sometidos a la más feroz de las violencias, la del hambre y el infortunio. Estamos ante el riesgo de perder la viabilidad como país independiente, al grado que hay pensadores que postulan la plena entrega a los Estados Unidos.
Castañeda y Aguilar Camín, desprovistos de toda suerte de vergüenza se manifiestan proclives a que México deje de ver al pasado y se decida por incorporarse de lleno al esquema norteamericano de dominación, como clave para acceder al progreso; van al contrario de la conseja que dice que es preferible ser cabeza de ratón que cola de león. Es una verdadera necedad suponer que quienes dominan en el país vecino harán algo que suponga beneficiar los intereses de los mexicanos; con todo derecho ellos ven por los suyos y la historia, esa terca historia que convocan a olvidar, nos demuestra que no sólo son distintos a los nuestros, sino que son en alto grado contradictorios. Con una argumentación engañosa pretenden comparar los casos de México y Turquía, esta última respecto de su pretensión de incorporarse a la Unión Europea. La ligera diferencia es que los europeos proyectan un estado supranacional basado en el fortalecimiento del conjunto mediado del fortalecimiento de cada una de las partes; en tanto que el norteamericano sólo entiende de destinos manifiestos de dominación y explotación de los dominados. Es la degeneración.
Bienvenida la nueva publicación periódica del Gobierno Legítimo y del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, la Soberanía y la Economía Popular. REGENERACION es su título y resulta por demás simbólico. De un lado, recupera el nombre de la publicación en que Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano plasmaron el pensamiento revolucionario de contenido social; del otro, atiende a la emergencia por rescatar al país de la debacle degenerativa en que los han sumido los tecnócratas neoliberales al servicio de la mafia de privilegiados que dice gobernarnos.
Penalización del aborto, un retroceso jurídico y científico.
Gladis Torres Ruiz (CIMAC)
Las reformas realizadas a 17 Constituciones políticas locales, para “proteger la vida desde el momento de la concepción”; efectuadas con el apoyo de líderes religiosos y varios partidos políticos, son inaceptables porque “socavan la racionalidad política en el país y amenazan con retroceder a etapas dolorosamente superadas hace siglo y medio”, afirmó la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
En una declaratoria, difundida a través de su página web, la AMC manifestó su preocupación por dichas reformas ya que el efecto inmediato de dichas legislaciones consiste en penalizar el aborto y convertir, “contra toda lógica”, en delincuentes a las mujeres que toman tal decisión.
Decisión que toman por razones respetables y en último caso, en uso de su legítimo derecho a decidir sobre si ejercen o no su derecho a la maternidad, y a su dignidad personal, indica Rosaura Ruiz Gutiérrez, presidenta de la Academia.
La libertad y el derecho que tiene “toda persona a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijas e hijos”, es un derecho establecido en el artículo 4 de la Constitución Mexicana, ganado desde 1974, puntualizó.
En México, desde octubre de 2008, la alianza de los Partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), apoyados por legisladoras y legisladores del partido Verde Ecologista de México, y en algunos casos por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), han logrado reformas constitucionales contrarias en 17 de los 31 estados del país.
Baja California, Campeche, Chiapas, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora, Veracruz y Yucatán, mientras que en Chihuahua fue aprobada en 1997 con lo que suman 17 los estados con reformas en el mismo sentido proteger la vida desde el momento de la concepción.
La AMC, señala que la discusión sobre el tema de la vida desde el momento de la concepción, es una “incompatibilidad flagrante entre el concepto moderno, multifacético y complejo, de lo que es un ser humano y la simplista, arbitraria y poco informada definición de la vida en que se basan las reformas indicadas”.
Agregó que la penalización del aborto significa un retroceso jurídico, científico y práctico. Porque es una violación de los principios del Estado laico y una amenaza contra la racionalidad del sistema jurídico nacional.
Además de que resulta una maniobra “insidiosa para penalizar de modo tajante y cerrado a las mujeres de México, así como a las y los médicos involucrados, con el profundo propósito de establecer un método de legislar que no considere los avances de la ciencia”.
Los profesionales de la ciencia que suscriben la declaración lanzaron un llamado a los institutos políticos y jurídicos competentes, así como a la ciudadanía en general a reflexionar sobre las consecuencias de las reformas mencionadas y detener a tiempo estos procesos, antes de que lleven al país a etapas de confrontación que dañarían a todas y todos.
En la Cámara de Senadores se encuentra pendiente la iniciativa de la presidenta de la Comisión de Equidad y Género la senadora Blanca Judith Díaz Delgado del PAN, para crear la “Ley General de Protección a la Maternidad y Paternidad” que entre sus objetivos establece que “el Gobierno debe garantizar la protección a toda persona, desde el momento de la concepción”.
Mientras que en la Cámara de Diputados se encuentra la enviada por el Gobernador de Veracruz el priísta Fidel Herrera, para modificar la Carta Magna en sus artículos primero y cuarto para proteger la vida desde el momento de la concepción y hasta la muerte natural.
La AMC, que este año celebra 50 años de su fundación, afirmó que su declaratoria surge ya que tanto esta institución como la comunidad científica nacional, se encuentran comprometidos en alertar y señalar las cusas que provocan que el país siga rezagándose respecto al resto del mundo.
Firman la declaratoria los ex presidentes de la ACM; Francisco Bolívar Zapata, José Antonio de la Peña, René Drucker Colín, Jorge Flores Valdés, Mauricio Fortes Besprosvani, Carlos Gual Castro, Ismael Herrera Revilla, Juan Pedro Laclette San Román, Adolfo Martínez Palomo, Raúl Ondarza Vidaurreta, Octavio Paredes López, Antonio Peña Díaz, Daniel Reséndiz Núñez, Pablo Rudomín Zevnovaty, José Sarukhán Kermez y Guillermo Soberón Acevedo.