GORDO, YA VETE.

24 feb 2010

Cinismo político y grandeza ciudadana.
Javier Sicilia

MÉXICO, D.F., 23 de febrero.- Es 12 de febrero. El canal televisivo Milenio muestra una imagen de la visita que, después de sus desacertadas declaraciones en Tokio, Calderón hizo a Ciudad Juárez para pedir perdón a los padres de familia de los muchachos asesinados y hablar de un replanteamiento de su política de guerra contra el narcotráfico. Afuera del Centro de Convenciones, donde se realiza la reunión, una multitud ciudadana, contenida a golpes de tolete, grita indignada. Gómez Mont, por órdenes del presidente, sale del Centro de Convenciones para hablar con ella. Entre los gritos de “¡Asesino, asesino!”, el secretario de Gobernación, siguiendo el viejo adagio priista de que la política “es el arte de tragar mierda sin hacer gestos”, permanece impávido. Habla con uno, con otro. Pero la multitud continúa coreando el mismo grito que concentra su indignación.
Desesperado, rodeado, al igual que los narcos, de “guaruras”, Gómez Mont se dirige a su camioneta. Repentinamente, una voz femenina – continuación de la de una madre de dos hijos asesinados que, dentro del Centro de Convenciones, acercándose al presidente, le espetó que no le estrechaba la mano ni le daba la bienvenida–, grita: “¡Si no puedes, renuncia!”. En ese momento, el secretario –como un signo ominoso y contradictorio de las campañas gubernamentales contra la obesidad– pierde, por fin, la compostura y se vuelve en busca de aquella voz. Si la palabra “asesino” no lo toca –Gómez Mont no conoce los pecados de omisión–, la exigencia de su renuncia, que quizá le recuerde que un día antes, por motivos oscuros, renunció a su militancia panista, lo descompone. La mierda, con la que en su carrera política se ha alimentado, comienza a provocarle agruras. Impotente, volviéndose hacia la portezuela de su camioneta, exclama: “¡Qué diálogo es este?”, y se va.
Gómez Mont, hijo de una clase que ha hecho de la vida política un negocio y una forma legal de la impunidad, olvidaba dos cosas: 1) que el grito de aquella mujer era y continúa siendo un recordatorio de lo que unos años atrás, cuando Calderón metía al país en esta guerra absurda, había dicho el señor Martí, cuyo hijo asesinado preludiaba lo que ahora, para nuestra desgracia, se ha multiplicado de manera exponencial; 2) que aquella gente no se había reunido en las afueras del Centro de Convenciones a dialogar, sino a exigir lo que una ciudadanía está obligada a exigir a sus gobernantes cuando la traicionan.
El gesto de Gómez Mont –que el canal Milenio capturó–, su azorada indignación ante los reclamos de una ciudadanía humillada, concentra el cinismo de nuestra clase política. Mientras ésta se enmascara bajo spots triunfalistas y se molesta porque nadie habla bien de México; mientras hace acuerdos para mantener el poder –alianzas innaturales y negociaciones a espaldas de la ciudadanía–; mientras, en nombre de esas abstracciones llamadas Estado y Mercado, somete a la clase trabajadora a impuestos absurdos y exenta de ellos a los grandes consorcios y a la Bolsa –México es el único país que no ha tasado con impuestos el dinero improductivo de la especulación–; mientras crea una guerra contra el narcotráfico y deja intocado el dinero que lava; mientras encarcela y trata como delincuentes a luchadores sociales, y cierra los ojos frente a los criminales de cuello blanco y las atrocidades de gobernantes indignos –como el pederasta Marín o el asesino Ulises Ruiz–; mientras corrompe al Ejército en una guerra que día con día, a pesar del triunfalismo presidencial, se pierde, la ciudadanía debe ver a sus hijos asesinados, debe vivir con miedo, debe hacer cola en busca de empleos mal remunerados, debe trabajar –como en la era del capitalismo salvaje– para la simple reproducción, debe levantarse cada día con el espectáculo atroz de cuerpos mutilados.
Durante tres años, los ciudadanos hemos tenido que soportar eso, y para advertirnos que continuará, Gómez Mont se indigna ante la exigencia de que renuncie, y el presidente insiste en que reforzará la violencia. Sus abstracciones: la guerra como método para construir un mundo mejor, sus esperanzas en las “bondades” del mercado y el poder, valen más que los muchachos asesinados y que el llanto sin consuelo de unos padres que jamás verán crecer a sus hijos porque Gómez Mont, Calderón, el Ejército, los partidos y los representantes de las Cámaras han decidido que sus abstracciones y sus luchas por el poder son más importantes que los hombres, las mujeres y los niños de este país.
Por menos que eso, en países que saben lo que la democracia significa, las renuncias no habrían dejado de sucederse. Por desgracia, el cinismo es el método de la política mexicana y, paradójicamente, del crimen: quienes creen en el poder, cualquiera que sea su justificación, construyen y autorizan el terror. Pero habrá siempre una ciudadanía –como la que se reunió en Ciudad Juárez– que se opondrá a la imbecilidad de esos cínicos enfundados en trajes de marca y, dándoles la espalda, gritándoles que hace tiempo dejaron de representarnos, construirá lentamente el proyecto y el lenguaje político que nos arrancaron.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.
Días para el crítico futuro
LUIS LINARES ZAPATA
La cuenta regresiva para enfrentar el futuro de los comicios de 2012 lleva ya un largo trecho recorrido. Partidos, grupos de presión, corporaciones religiosas y movimientos sociopolíticos han ido puliendo sus arreos y depurando propósitos. Algunos de estos actores, más meticulosos, se han venido preparando para una disputa que, a todas luces, será sin cuartel. Unos de ellos confían en la calidad y cantidad de sus ventajas comparativas que devienen de sus posiciones de poder. Otros, con medios limitados, iniciaron sus tareas apenas despuntaba el presente sexenio, siempre atentos a los urgentes llamados de auxilio que, desde la base de la pirámide, lanza la gente. Pero todos tienen clavada la mirada en la próxima renovación del Poder Ejecutivo federal, la joya de tal pugna que puede o, mejor dicho, debe ser definitoria para la transformación nacional.
En medio de la baraúnda circundante hay quienes, atados a sus privilegios e intereses de gran escala, enfocan el venidero momento decisivo como una ansiada continuidad ineludible, soporte del sistema establecido. Pero también hay quienes se afanan por una oportunidad de cambio, no sólo de agentes partidistas, sino de régimen y modelo de gobierno. La lucha se va decantando entre dos polos de propuestas, entre dos trabucos del espectro ideológico: la atrincherada derecha cupular, detentadora de medios cuantiosos, y la izquierda social, enraizada entre los de abajo donde finca sus esperanzas y los cimientos de un real afán de cambio. El escenario futuro, por tanto, se antoja encaminado a una encrucijada donde la polarización será un distintivo delicado. Las débiles instituciones nacionales serán puestas a duras pruebas.
La competencia que se deja ver desde ahora muestra un rostro congestionado por el temor a ese nuevo horizonte empapado de justicia distributiva, a la apertura de posibilidades ahí donde sólo hay cerrazón y dictados desde arriba. En fin, por el miedo de unos cuantos a perder sus ventajas heredadas o conseguidas en el tráfico de influencias indebidas. Los paladines oficialistas, usufructuarios del sistema establecido, acostumbrados a las lisonjas de la riqueza y el autoritarismo, no se atendrán a las reglas escritas e irán hasta el mero borde del desfiladero y un tanto más allá. Tampoco se observa que la elección venidera quedará signada por la añorada transparencia, la observancia de conductas éticas o la sujeción a los cauces marcados por las instituciones diseñadas para tal efecto. Lo que está en juego es mucho para todos los rivales, para, en efecto, contener y dar salida a las muchas ambiciones que se cobijan en la normalidad o esas otras que sueñan con modificar rumbos y convivencias.
La izquierda buscará una efectiva superación no sólo de la crisis actual, sino de la profunda decadencia que se padece. En el fondo se plantea la urgencia por erradicar las enormes disparidades en la apropiación de la riqueza y las oportunidades. La derecha pugnará por acrecentar las libertades (rendimientos al capital las llaman algunos, otros expoliación) para los suyos que, en resumidas cuentas, son los que han salido beneficiados por el modelo en boga. Es por eso que, a través de sus muchos voceros, facilitadores, litigantes y cabilderos solicitan, presionan, inducen y exigen finiquitar, sin demora adicional, las reformas pendientes, esas que han catalogado de estructurales. Reformas que van destinadas a consolidar el dominio de su estirpe de mandones. Diseñadas para la intransigente y, sin duda, cruenta continuidad del modelo puesto que, al final de cosas, siempre resultan en perjuicio de las mayorías.
Lo más notable de todos estos preparativos es el necio trajín de la derecha por sacar de la jugada, mediante una furiosa campaña de denuestos y mentiras, a uno de los principales actores, precisamente el que plantea la renovación tajante de la vida nacional. En el rincón contrario, parapetados con las mejores armas propagandísticas y una amplitud inmensa de recursos adicionales, se sitúan los partidos y grupos que han moldeado el poder público del país, los que lo han usufructuado durante demasiados años. En tal estado de cosas se aprecia, con ribetes bien marcados por la práctica cotidiana, una estrategia vital para la prolongación de sus amplios beneficios: el debilitamiento y la captura de los organismos que deberán actuar como árbitros imparciales: el IFE y el TEPJF. Ante ellos se rinden con interesada mansedumbre y poquiteras solicitudes de atención y apoyos. A este selecto arreglo cupular también se agregan otros agentes vitales: la misma Suprema Corte de Justicia o la Procuraduría General de la República, que tiene dependencias encargadas de perseguir los variados delitos que se presenten en el transcurso del proceso electivo.
Una vez que la crisis ha penetrado hasta las entrañas sociales, habrá que denunciar, con la mayor conciencia que se pueda, los intentos de la derecha por retornar a eso que llaman normalidad. Es decir, la conducción de los asuntos públicos tal como han sido llevados, desde hace cuando menos 30 años, 25 de los cuales son de atroz estancamiento y, al final, de marcada decadencia. Para evitar accidentes adicionales y entretener al electorado, la derecha se esmera en utilizar señuelos que a muy poco conducen. La famosa, por pasajera e intrascendente, reforma política del señor Calderón no es mucho más que eso: un distractor, aunque algunos notables la eleven a la categoría de asunto decisivo. Lo realmente importante es saber que, aparte de minucias como las que ahora se discuten en cenáculos y cámaras, el voto aún no cuenta ni se cuenta en la forma debida, al menos con la atingencia indispensable para dotar de legitimidad a la facción triunfante.
Astillero
Frontera sin Pinos. Dólares directos. Desestabilización. El norte hierve
JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ.
Oratoria felipesca de presunto latinoamericanismo comprometido en Cancún mientras en el norte crecía la desestabilización mediante rumores y atentados y la mano solícita de la administración gringa se aprestaba a meter dinero directamente a municipios mexicanos fronterizos para que a nombre del Caballo de Mérida-Troya se protocolicen formas expresas de anexión política y económica al interés de Washington.
Fiesta internacional y desgracias nacionales. Anfitrión que se acomide a aparecer como deshacedor de pleitos entre vecinos internacionales y que se muestra discursivamente dueño del escenario y seguro servidor de los más caros ideales de la América en lucha mientras la zona de guerra a la que los vecinos consideran patio trasero parece incendiarse sin remedio y ellos, los quisquillosos dueños de la casa principal, deciden intervenir para que el fuego no pase de ese depósito de trebejos a los linderos residenciales. Tamaulipas de terrores que parecen provocados naturalmente por los bandos nacionales en pugna por el rediseño comercial del gran mercado de la droga (bandos con credencial oficial y sin ella) pero que también abren la puerta a preguntas respecto a forasteras intencionalidades mayores, a diseños externos de desestabilización que pretendan alzarse con las mayores ganancias posibles ante la crisis mayúscula, el abandono de responsabilidades gubernamentales, la masacre cotidiana, el fracaso histórico del calderonismo avasallado.
No sólo es la sangre, el horror, la deshumanización. También es el golpe sicológico oportuno, el impacto social que provoca pánico colectivo, la inserción profunda de la convicción de que lo único viable es buscar la salvación individual, el escondrijo, el apartamiento. Reynosa, Nuevo Laredo y Matamoros como laboratorios de comprobación de tesis de control social externo mediante el miedo y de presión política superior al desgobierno institucional. Ciudades fronterizas como campos de batallas no solamente entre grupos de narcotraficantes sino, más allá, entre una administración mexicana incapaz, rebasada, refugiada en el armamentismo, y la voracidad histórica del vecino que ha estado diseñando la institucionalidad colonizada (México como asunto de seguridad nacional gringa al que no debe permitirse ni siquiera el darse gobiernos populistas; Washington empujando la comisión de fraudes electorales para que no quede en su traspatio una amenaza izquierdista).
Por eso, mientras el responsable burocrático del país se entretenía llamando a crear una OEA sin Washington, Estados Unidos llamaba a los presidentes municipales fronterizos a recibir millones de dólares sin Los Pinos. En la Washington excluída de Cancún, el presidente municipal de Ciudad Juárez, el muy rechiflado José Reyes Ferriz, dijo ante funcionarios de la Casa Blanca que él quiere 16 millones de dólares y, a nombre de la Conferencia Nacional de Seguridad Pública Municipal, que también preside, informó que otros 38 jefes de administraciones que hacen frontera con Estados Unidos harán peticiones similares al subsecretario gringo de Estado, Arturo Valenzuela. Por lo pronto, David Johnson, secretario de Estado para Asuntos de Narcóticos Internacionales, dijo que Washington tiene especial interés en encarar el caso Ciudad Juárez.
El norte mexicano hierve y no sólo Ciudad Juárez, también lugares como Reynosa y Torreón. Padres de familia asustados cotidianamente por las versiones de balaceras y enfrentamientos (en Tamaulipas ayer fue insistente el rumor de secuestros masivos de estudiantes para forzar la salida del Ejército de esa entidad). Comerciantes, profesionistas y clase media en migración hacia lugares más seguros (si los hubiera), hartos de la impunidad, el cinismo, la extorsión y las amenazas diarias a la vida y la propiedad. Ayer se decía aquí mismo lo que servirá para cerrar por hoy lo correspondiente a este asunto: Felipe, fundido farol anfitrión de Latinoamérica e inepta oscuridad de su casa.
Astillas
Gabino Cué ha quedado investido como candidato de una alianza plural que buscará impedir el continuismo de la camarilla sangrienta y corrupta que actualmente encabeza Ulises Ruiz. Electoralmente es la única opción real de cambio, aunque el batidillo de banderías realizado para darle viabilidad al proyecto comicial hace temer que en caso de triunfo lo único que se dé sea un cambio de elites, con predominancia del ingrediente panista significado por Diódoro Carrasco, el guía de Cué. Por cierto, César Nava dijo ayer que en esa elección el PAN apuesta el capital que ha construido en setenta años. No explicó la cuantía de la ganancia que espera alcanzar con tamaño envite... En Puebla, las mismas estrellas aliancísticas de Oaxaca (Chucho Ortega, César Nava y Luis Walton, éste, de Convergencia) fueron significativamente acompañadas por Jorge Kahwagi, el panalero representante de la verdadera ganadora de este mole poblano, la profesora Elba Esther Gordillo, de quien Rafael Moreno Valle se considera ahijado político... En San Luis Potosí, mientras tanto, el gobernador priísta, Fernando Toranzo, va mostrando una personalidad alterada. Con La Jornada San Luis se mostró enojado porque se publicó una entrevista en la que priístas le acusan de pretender la imposición de un empresario como líder. Ayer, a estudiantes opuestos a un incremento en tarifas de transporte público les exigió que no lo injuriaran al pedirle que gobernara para todo el pueblo y no nada más para 17 concentradores de concesiones camioneras. Irritado por esas palabras, dijo al joven interlocutor: Respétame, para que yo te respete... Peor está el gobernador panista de Aguascalientes, Armando Reynoso Femat, quien pretende me- ter a la cárcel al candidato a la sucesión designado por el CEN del PAN, Martín Orozco (quien así desplazó a Raúl Cuadra, el preferido del góber), y ha descalificado al delegado especial del blanquiazul, Jorge Ocejo... ¡Hasta mañana, en esta colum- na que no cae en simplismos exculpatorios y oportunis-tas de presuntas generaciones no!