HEREDERO Y SOCIO, EL TRANSFORMER.

16 abr 2010

El socio heredero.
Patricia Castellanos. Prensa libre.
A estas alturas en Oaxaca todavía hay quienes tratan de explicarse por qué el tirano Ulises Ruiz escogió a un gris político de corta carrera que se dice licenciado en administración de empresas como su sucesor a la satrapía oaxaqueña, dejando de lado a otros que parecían más cercanos como Jorge Franco.
Un gacetillero, que se hace llamar Juan José Díaz Bermúdez escribió desde semanas pasadas lo siguiente:

¿POR QUÉ EVIEL PÉREZ MAGAÑA?
La pregunta que muchos en Oaxaca se hacen y no la pueden responder, es del porqué Eviel Pérez Magaña, resultó tener más derechos que todos aquellos que habían trabajado sexenios atrás, nadie apoyó a su gobernador por seis meses como el señor Eviel lo hizo durante el movimiento popular- magisterial del 2006, o es que acaso ¿pudo más la lealtad que la amistad?, hay una gran diferencia. Se puede ser leal aun sin ser amigo. Eso pasó con Pérez Magaña, fue leal y aunque no tuviera la plena confianza de Ulises Ruiz, como la tenía Jorge Franco Vargas el cual si era amigo de URO, tuvo los puntos suficientes para lograr una candidatura de esa enorme responsabilidad. Ese detalle que es gigantesco, por donde se quiera ver, le bastó al ex presidente municipal de Tuxtepec, para hoy tener la posibilidad de acceder al poder sin una gran carrera política.
Pérez Magaña fue el único funcionario del sexenio, que apoyó a URO en su lucha contra la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca ( APPO).
En el 2006 fue interlocutor. Participe de reuniones a puerta cerrada con las diferentes organizaciones donde le gritaban improperios.
Logró establecer en algún lugar de Oaxaca la estación radiofónica denominada "Radio Ciudadana", que fue punta de lanza en contra de Radio Universidad en la lucha por el poder en el 2006.
Organizó con gran éxito la mega marcha a favor de Ulises Ruiz en el 2006, que batió records, ya que se habla que asistieron más de 60 mil personas.
Levantó las barricadas que quedaron diseminadas por la ciudad capital luego de la lucha que los grupos anarquistas mantuvieron con la Policía Federal Preventiva en noviembre del 2006.
Fue útil en su momento, lo que ninguno de los que se decían amigos de Ulises Ruiz pudo hacer. Se dice incluso que podría ser el indicado para tener la interlocución suficiente para llegar a acuerdos con el magisterio y la APPO.

Pérez Magaña surge del momento, como él ha dicho, la política es de circunstancias. Supo tomarlas, se hizo imprescindible y hoy tras una corta carrera política, podría tener la posibilidad de gobernar a Oaxaca. El fuego amigo no lo perdona.

Parece que el “periodista” ha dado en el clavo, el tal Eviel Pérez Magaña, organizó la ofensiva contra el movimiento popular oaxaqueño a través de la “Radio Ciudadana” que operó en una casa aledaña al hotel “Misión de Oaxaca” en la calzada profirió Díaz, de la ciudad, emisora que convocaba a incendiar las casaas de opositores y críticos al régimen, mencionando los domicilios.
Lo mismo organizó la marcha de la ignominia en la cual burócratas fueron obligados a marchar bajo la amenaza de perder sus empleos. Y el ataque a barricadas donde oaxaqueños inermes fueron asesinados.
Pero no, no da exactamente en el clavo.
Sin dejar de lado lo señalado, el mérito fundamental del Eviel es ser socio de Ulises en los grandes negocios de las constructoras, mismas que siguen levantando el pavimento en la ciudad. De la misma manera es socio del tirano en otros negocios como el hospital Sedna y más de un hotel en España, gracias a los buenos oficios de la mujer infiel a su esposo que pretende ser candidata a la presidencia municipal de Oaxaca.
Son los grandes negocios los que los unen, en una de las dos entidades más pobres del país, que sin embargo produce fortunas multimillonarias a los políticos priístas.
Por los negocios Ulises dejó de lado a su golpeador Jorge Franco y dejó plantado al que fuera presidente municipal de la ciudad ex capital del estado, Hernández Fraguas.
Los nudos del régimen
Escrito por Eduardo Bautista/ IISUABJO
En el estado de Oaxaca se ha desarrollado una dinámica de poderes fácticos, relativamente autónomos, con poderes desmedidos y sin contrapeso alguno, en donde los sucesivos detentadores de las instituciones de gobierno, ocupan un lugar preponderante. En la cima de una pirámide de jerarquías, se observa la gubernatura, con poderes desmedidos, extra- constitucionales, de un poder ejecutivo que subsume a los otros dos, legislativo y judicial, y que además, se impone sobre las posiciones de los ayuntamientos, las burocracias de los partidos políticos, líderes sindicales, etcétera.

En esta estructura de mando, el de arriba sojuzga a su inmediato inferior, y opera a través de la distribución de beneficios y prebendas para premiar lealtades personales, e infligir castigos para quienes critican al orden impuesto. La lógica que domina sus quehaceres es entender el poder gubernamental y las posiciones de representación, como botines para el beneficio de unos cuantos.
El cemento de tal pirámide es una cultura política patrimonial y corporativa, nutrida de intercambios clientelares, de lealtades no hacia instituciones o reglas, sino hacia los parientes, amigos, padrinos, compadres, quienes en generosa reciprocidad distribuyen dádivas y favores, enraizándose con mayor fuerza, entre la población más empobrecida. Estas relaciones han naturalizado y normalizado la protección y el reparto a cambio de la obediencia y la lealtad personal.
Una normalización que se legitima de manera fatalista, guste o no, bajo la racionalidad de que “así ha sido, así es y así será”. Los críticos de esta normalidad tienen dos opciones, o dejarse cooptar e integrarse a los beneficios del sistema, o no aceptar, asumiendo los costos de la exclusión, la represión y el confinamiento a la clandestinidad y la marginalidad.
En Oaxaca el poder se ha servido de viejas estructuras de dominación local, se enganchó en las tradiciones, en las costumbres de jerarquía y diferenciación social de cada pueblo y comunidad; reconoció los viejos usos hacia dentro de cada localidad, pero hacia fuera los confinó a territorios minúsculos, acotados, en los eslabones más bajos de la pirámide de dominación.
La implantación de la dominación autoritaria en Oaxaca no ocurrió de un momento a otro ni por las habilidades de algún personaje en particular, sino que se dio como una sucesión de ajustes imperceptibles que se remontan a tiempos distantes, pero cuyas continuidades se afirman en tiempo presente.
Siguiendo los hilos de la configuración del patrimonialismo y el corporativismo, entre una etapa histórica y otra, observamos mutaciones en la superficie, pero continuidades en el espesor de las diversas formaciones locales oaxaqueñas; continuidades identificadas en la persistencia de antiguas intermediaciones, que dan cuenta del paso de estructuras de dominación de corte caciquil, relativamente autónomas, a otra de burocracias enquistadas en el aparato estatal, sujetas a relaciones de jerarquía moderna.
Las burocracias se articulan exteriormente por vínculos institucionales, aunque al interior se encuentran regidas por una intrincada red de lealtades personales, las cuales aseguran estabilidad para los gobernantes y grupos de poder. Los discursos han sido republicanos, federalistas, descentralizadores, liberales, populistas, pero las operaciones de facto corresponden a las de caciques o jefes patrimoniales.
Fragmento del libro Los nudos del régimen autoritario, coeditado por Miguel Ángel Porrúa y la UABJO, Ciudad de México, 2010.