A MERCED DE PODERES FACTICOS

7 abr 2010

Democracia rota
LUIS LINARES ZAPATA
En el mero centro de la vida democrática de México un nocivo obstáculo se levanta contra su normal desarrollo: la férrea determinación del sistema establecido para esquivar, a como dé lugar, el triunfo, en las elecciones presidenciales, de un modelo alterno de gobierno. Tal sistema ha sido labrado por una derecha de ramplona consistencia ideológica, pero, eso sí, persistente empeño. Ninguno de los poderes federales, y la mayoría de los locales, escapa a la subordinación, a veces más que abyecta, respecto de los grandes grupos de presión que han sido sus beneficiarios. El obstáculo mencionado ha sido, hasta ahora, insalvable. Por eso se han montado sendos fraudes para doblegar, sin consideración y en dos ocasiones, la voluntad popular. En esos momentos el electorado se ha expresado con claridad en favor de las respectivas opciones de izquierda.
Las fechas (1988 y 2006) han quedado gravadas en la conciencia colectiva como serios traumas nacionales que han ahondado las ya de por sí acentuadas roturas sociales. A ello obedecen las consignas y consejas que circularon entre las clases privilegiadas durante el periodo de campañas electorales. Una fue la cantaleta, repetida en ambas ocasiones, donde se pronosticaba la conveniencia de resistir seis meses de manifestaciones y airadas protestas y no seis años de populismo. La otra ponía el acento en los inmensos peligros para los negocios, los hogares, los haberes personales y para la misma nación ante la posibilidad de que AMLO llegara a Los Pinos. La resultante de este último complot de mandones contra la democracia ha sido de dramáticas consecuencias para el bienestar de la población y el futuro de la nación. Entronizaron, mediante insultante operación ilegal, a una administración enana en el Ejecutivo, dependiente y corrupta a la que ellos mismos ya no aguantan y por eso buscan su inmediato remplazo.
En ambas ocasiones se desusaron cuantos recursos del Estado se tienen para impedir la emergencia de un modelo alternativo al vigente. Modelo nefasto para las mayorías, pero benéfico, en desmesura, para unos cuantos. Las listas de Forbes lo testifican sin ambages. Hace apenas una veintena de años sólo un mexicano acaudalado aparecía entre sus listados de los más ricos del mundo. En su más reciente reporte la misma publicación incluye a una veintena de ellos. Y no sólo es su número, ya indicativo, sino lo obsceno del monto acumulado de capital que logran tales capitostes. El fenómeno ocurre frente a dos hechos indiscutibles: el primero apunta hacia el nulo crecimiento económico del país durante más de un cuarto de siglo; el segundo, quizá el más cruento por sus implicaciones para la justicia distributiva, es el consistente crecimiento de la marginación, la pobreza extrema, la inseguridad y la emigración masiva.
En medio de una de las peores crisis del capitalismo mundial, las salidas que se plantean desde las altas esferas del poder siguen las viejas recetas ineficaces. Los emisarios y operarios de la derecha se afanan en el intento de recargar el costo sobre los hombres y mujeres de las clases trabajadoras. Las pequeñas y medianas empresas han quedado en el desamparo, a pesar de todos los pronunciamientos de ayuda al respecto. El capital, como casi siempre, va saliendo incólume del enorme de-saguisado que sus banqueros causaron. Las reformas y regulaciones que se prometieron en la reciente junta del G-20 van quedando en el olvido. Apenas se oyen ligeros reclamos e incipientes preparativos tanto en Europa como en Estados Unidos. Hablan, pero sólo eso, de tasar a los movimientos de capitales internacionales y de terminar con los paraísos fiscales. La primera circunstancia posibilita la especulación desmedida de los enormes flujos de capitales golondrinos. Quedan aseguradas así las ingentes transferencias de riqueza hacia los centros financieros a costa de los países que los hospedan y hasta solicitan con torpe ahínco. La segunda se presenta como el motivo que facilita la evasión, permite fraudes y da facilidades al lavado de toda clase de dinero sucio. Pero ninguna de las dos promesas lleva visos de concretarse. Sólo como una muestra de lo que ha sucedido en estos tiempos de miserias, quiebras y horizontes nublados: los bonos para operadores de Wall Street llegaron el año pasado a 140 mil millones de dólares. Y eso que a los altos directivos se les vigila de cerca para evitar los excesos acostumbrados: se adjudicaban bonificaciones por decenas de millones de dólares (a veces cientos de millones) a los paladines de la especulación salvaje de la globalidad.
Esas deformaciones, implícitas en el modelo vigente aplicado en México, son las que la derecha quiere consolidar. Saben que han sido útiles para su bochornoso beneficio. Todo para el capital, y el costo que lo solventen los trabajadores sin importar cómo; tal sistema engruesa la miseria y la pobreza circundantes. Y es por eso que la oposición a un modelo alternativo que ponga el acento en la distribución equitativa es cruenta. Esperan, con cómplice certeza, que sus tropelías saldrán de nueva cuenta impunes.
En ésta, que ya es una república deformada por los núcleos de poder, cada grupo se empeña en preservar los privilegios con los que se ha nutrido hasta la desmesura. Es por eso que el oscuro secretario del Trabajo mexicano elaboró su malhadada reforma laboral, consecuencia adicional de las oprobiosas reformas pasadas a la seguridad social (IMSS e ISSSTE) y las pensiones. Un simple remedo, torpe y mañoso, de las propuestas en las que han insistido los centros de poder hegemónico para bajar costos y aumentar utilidades. La insana tendencia a proletarizar los ya de por sí infames salarios y achicar el mercado interno. El resto de recetas de acompañamiento apuntan, como siempre, a controles en el gasto gubernamental (educación, salud y seguridad social), la deuda pública y el déficit fiscal como remedios para salir de la crisis. Una ruta que presagia los corrosivos aprestos para preservar privilegios sin temor alguno de romper, por tercera ocasión, la ruta democrática.
El caso Paulette, las trampas del reality
Jenaro Villamil
MÉXICO, D.F., 6 de abril (apro).- “Ustedes me dicen en qué momento puedo llorar”, les dijo Lisette Farah a los reporteros de TV Azteca que la entrevistaron hace diez días, en el mismo dormitorio en el que se encontró el cadáver de su hija Paulette, una niña de cuatro años cuya desaparición y posterior hallazgo se han convertido en un auténtico reality show, un fenómeno de rating para los noticiarios de medios electrónicos y un tópico constante en las redes sociales.
Nadie de la Procuraduría del Estado de México aisló antes el dormitorio de la menor. Nadie de la propia familia privilegió la privacidad o el derecho a la intimidad frente al pulpo mediático que los acosó, los siguió y ahora se convierte en su patíbulo.
Los propios medios fueron envueltos en la dinámica de este caso que tiene todos los ingredientes de un reality judicial: pistas falsas, contradicciones de las autoridades, una psicóloga que imita al Doctor House, una madre que es presentada como Catalina Creel, un pleito familiar típico de los melodramas televisivos.
Además, un gobernador compulsivo, Enrique Peña Nieto, con su imagen que sale “en defensa” de su procurador Alberto Bazbaz para que su copete no acabe sepultado en la tragicomedia mediática, y el coro griego de los seguidores de las redes sociales que han suplantado al Ministerio Público y juzgan a todos los que se han involucrado en este caso.
Tan sólo en Facebook se abrió un foro que hasta ahora tiene 285 fans bajo el título “Si no se hace justicia en el caso Paulette no voto por Peña Nieto”. En Youtube el video titulado “El Misterio de la Ropa de Paulette” ha roto en menos de una semana el récord con 162 mil 615 reproducciones. Los usuarios desahogan toda la rabia social prevaleciente en contra de las autoridades ministeriales y de la impunidad judicial.
Las televisoras son los protagonistas esenciales de este brote mediático. Televisa, tan tacaño con su tiempo-aire informativo, le ha dedicado más de cinco horas a la cobertura del caso en menos de una semana; TV Azteca, con su estilo de dramatización, se ha convertido en el fiscal. Milenio TV rompió récord de audiencias durante la conferencia en vivo del procurador Bazbaz.
Medios internacionales, como El País, CNN en Español y las agencias informativas norteamericanas y europeas han centrado más atención en este caso que en otros expedientes tanto o más graves como el incendio de la guardería ABC, en Hermosillo, Sonora.
En este expediente no hay inocentes y sí muchas responsabilidades y coartadas encubiertas por la dinámica del reality. El exceso de intrusión mediática no ha sido para informar de un caso de presunto secuestro, primero, y ahora de homicidio sin móvil claro, sino para regodearse en la incapacidad de la procuraduría mexiquense y entrevistar a los principales involucrados que alientan la hoguera del linchamiento.
Tras la liberación de los cuatro arraigados –los padres y las dos niñeras–, el domingo 4, las entrevistas televisivas se han convertido en sustitutos de los fiscales, psicólogos y hasta de asesores matrimoniales.
Lisette Farah apareció en entrevista con Adela Micha para alegar inocencia ante la cortina de sospecha que tramó la propia Procuraduría mexiquense. Y su esposo Mauricio Gebara dio una multitudinaria rueda de prensa para afirmar: “sólo creo en mi inocencia”.
El reality es un término acuñado en los años noventa para clasificar a los nuevos géneros televisivos creados como maquinarias intensivas de rating, ese dios oculto que define los contenidos televisivos no a partir de la calidad sino de la capacidad de comercializar masivamente.
Los reality mezclan la realidad con la ficción, la información con el guión oculto de los productores telegénicos, descontextualizan para privilegiar el llanto, la ira, la indignación, las emociones primarias de una sociedad ayuna de expectativas.
El secreto de un reality es desatar una agenda mediática a partir de los escándalos –reales o ficticios– para encubrir otros temas incómodos para las grandes audiencias o simplemente para generar un fenómeno de audiencias que les permitan a los medios masivos erigirse en gestores de la opinión pública.
El reality judicial es un subgénero que simula un periodismo de investigación, en torno a un homicidio, un secuestro o algún delito que cimbre las emociones de las audiencias.
El secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, nos ha recetado en los últimos cuatro años varias muestras de su capacidad para producir realitys policiacos o judiciales. Ahí está el caso de la presunta secuestradora Florence Cassez, que detonó un conflicto diplomático entre Francia y México.
El problema de los realities es cuando los principales protagonistas se salen del guión y el espectáculo se transforma en un Frankeinstein incómodo, incluso para los propios medios que le apostaron al manoseo y a la intoxicación de sus audiencias.
El caso de la niña Paulette tiene todos los ingredientes de un reality que ha cobrado vida propia y amenaza con asfixiar a todos los que le apostaron a utilizar la indignación social por la desaparición de una menor, con problemas de capacidades diferentes, y encubrir una descomposición de la elite mucho más profunda de lo que se alcanza a observar.
Astillero
Hipnosis social
Renaut: 100.056%
Pradera reseca y pirataje
Sinaloa, narco y política
JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ
Es un proceso de envilecimiento colectivo. Entre más sea expuesta la comunidad nacional a la mentira, la impunidad y el retorcimiento, más fácil será que otras desgracias se deslicen en el pasado y se acepten en el futuro. La nota roja de alta sociedad como confirmación del hundimiento nacional. Hipnosis social en la que todo mundo ve los zurcidos mal hechos del traje criminal pero no acierta a definir los modelos y perfiles porque los dueños de la sastrería justiciera mexiquense y de las pasarelas televisivas escamotean, dosifican, enredan y envenenan. La falsedad como probado recurso de sobrevivencia pública, las entrevistas relativamente amables que dejan dudas y suspenso sin ir a fondo ni presionar como se haría con algún hijo de vecino involucrado en algún crimen fuera de las elites; gestos delatores, miradas evasivas, coartadas inaceptables, argumentos deleznables, pleitos íntimos y el giro aberrante de las autoridades que ya no saben si hay crimen o muerte natural y que reparten certificados de presuntas inocencias o culpabilidades conforme al paso de los minutos, en una danza macabra que termina por asentar en el ánimo de los televidentes la convicción de que cada día es peor que el anterior y que no hay a la vista salida ética, institucional, civilizada, más que la barbarie de la violencia sin castigo, del uso faccioso de los instrumentos jurídicos, de la protección clasista, del sálvese quien pueda en este país donde la muerte de una niña y la reubicación de su cadáver en un hueco de cama desplazan a los otros asuntos importantes de injusticia que en el país siguen en lista de espera.
Como si nada, por ejemplo, la Cofetel continúa con la farsa del conteo de usuarios de teléfonos móviles que presuntamente se habrían anotado en las listas del Renaut. Hay un déficit enorme de credibilidad ciudadana en esos procesos de recopilación de datos (para no ir tan lejos: el Renave del represor argentino Cavallo y el padrón electoral mexicano vendido a extranjeros e hildebrándicamente mal usado en los comicios de 2006), de tal manera que en nada ayuda saber que el registro de celulares no tiene forma de verificar la autenticidad de los datos, lo que ha llevado a algunas personas a darse de alta con nombres y claves ajenas, por ejemplo, de Carlos Slim o de Luis Donaldo Colosio, y, además, que la página de Internet en que se da cuenta del número de quienes han cumplido con ese requisito sea falsa, elaborada sólo para generar apariencias y fundamentar notas de presunto éxito que muchos medios de comunicación toman acríticamente.
Tal como aquí se reveló días atrás, ese contador funciona mediante JavaScript, con una programación que comenzó en el presunto usuario 51603051 y, a partir de allí, se ordenó que cada segundo apareciera un supuesto registro hasta completar el total (alguien bromea anunciando que, al final, el número de celulares anotados será de 100.056 por ciento del padrón de votantes, perdón, de usuarios). En www.cofetel.gob.mx puede verse el código fuente y en él se establece la clave de la suma automática de usuarios, sin conexión a ninguna base de datos: usuarios+= 1; Pueden asomarse a http://intelectualradio.wordpress.com quienes deseen ahondar en el tema. Otro usuario propone: Hay una forma muy fácil de verificar la farsa del contador de usuarios registrados en el Renaut. Sólo hay que cambiar el día y el mes de nuestro equipo (el año no, ya que el algoritmo no lo toma en cuenta) y entrar a dicha página. Pueden estar cambiando la fecha varias veces y refrescando la página para que vean cómo cambia el número de usuarios registrados en el contador. Si cambian la fecha al 31 de diciembre aparecerá el 128% de usuarios registrados. Por su parte, el tuitero @soyfantomas organizó, con el mismo sistema de la Cofetel, sus propios contadores piratas, en los que puede verse un conteo aún más acelerado, aunque igualmente falso, del registro de usuarios (http://bit.ly/bMRlwc y http://bit.ly/9QcPF ).
Otras formas de pirataje estarían en riesgo a partir de que el pleno de los diputados decidió por mayoría de votos modificar el Código Penal Federal para que sea perseguida de oficio toda actividad que lesione derechos de autor u otras formas de propiedad intelectual. Válida en una conceptualización abstracta, la medida, en caso de cumplir con éxito su ciclo de aprobación, arrojaría gasolina y cerillos a una pradera social reseca por la crisis económica y el resentimiento social. Cierto es que en ese nicho de ilegalidad manifiesta se han refugiado bandas de delincuencia organizada (especialmente los Zetas), pero también es cierto que la venta de copias piratas de discos, películas, libros y otras mercancías de marca es una alternativa de empleo informal que practican muchos de los damnificados actuales de las crisis y que muchos mexicanos de recortados ingresos encuentran allí satisfactores que no podrían pagar a precio de tiendas y almacenes formales.
Piratas presumiblemente amparados por la bandera del gobiernarco levantaron, mediante compra, hasta eso, la edición de Proceso de esta semana en Sinaloa, en la que aparecen fotografía y crónica del polémico encuentro del gran periodista Julio Scherer con el jefe Zambada apodado El Mayo. No sólo interesaba al priísmo de aquella entidad que no se conociera ese material de resonancia internacional, sino, en especial, los referentes de nexos de esas actividades oscuras con el candidato oficial a la gubernatura, Jesús Vizcarra Calderón, impulsado por el actual administrador estatal, su tocayo y socio Aguilar Padilla.
Y, mientras el cártel del Golfo acaba de expulsar de Tamaulipas a sus antiguos aliados, los Zetas, que ahora reforzarán su sabida presencia en el VeracruZ de Fidel X,Y..., y mientras legisladores estadunidenses se reúnen en Los Pinos con un invitado de apellido Calderón, ¡hasta mañana, en esta columna que escucha a los obispos decir que no actuarán contra curas pederastas sólo por chismes que ellos corporativamente definirán!