PROYECTO OLIGARQUICO PRIISTA

11 ene 2011

El programa de la restauración
MARCO RASCÓN

La restauración política y económica del viejo régimen está en marcha. Su proyecto está estimulado por la magnitud de errores y la carencia de visión estadista para transformar el país, convirtiendo la pretendida transición en una alternancia electorera, en una democracia disminuida, protagonizada por políticos menores, donde fue más grande la ambición que el talento.
La restauración es un proyecto oligárquico; una señal de fracaso nacional; un retroceso social, político, ético y económico para el país. México cae destrozado a los pies de los mismos viejos intereses, los monopolios, la corrupción, la especulación, el proteccionismo, el estatismo de viejo cuño en alianza con los promotores del neoliberalismo mexicano. Esto no es un juego de partidos, ni es democracia: es un golpe de Estado surgido de los errores de quienes tuvieron en sus manos el país para transformarlo y lo cedieron al viejo régimen, ya sea por complicidad o ingenuidad.
La restauración tiene un programa elaborado por encargo. Se ha hecho a los ojos de todos, es complejo y será vendido como una opción moderna, con lenguaje político nuevo, de corte progresista, convocando a la sociedad civil, protagonizado no desde el partido (que será el PRI), sino desde una ciudadanía organizada, apropiada de la crítica a los partidos, los políticos, los legisladores, los gobernantes en general y en particular con aquellos que sean redituables por su autoritarismo, demagogia y maniqueísmo.
La restauración y su programa, por tanto, se presentará en el escenario como una fuerza opositora. Se definirá como un movimiento contra el hartazgo y para ello construye el perfil de sus adversarios, pese a ser de las dos fuerzas que se nutre: el neoliberalismo y el neopopulismo, representados, según la restauración, como los extremos de la derecha y la izquierda incompetente.
La restauración tiene argumentos y un análisis sobre la situación internacional; las causas de las últimas crisis y la recesión de 2008 y 2009, respectivamente. Periodiza el neoliberalismo desde su conveniencia y lo define a partir de 1995. La restauración no quiere que en su campaña sea identificado ni con el neoliberalismo que ahora le cuelgan al Partido Acción Nacional en exclusiva, ni con el estatismo, el clientelismo y el corporativismo del que se sustentó por sexenios continuos y ahora le enjaretan a la izquierda. Hoy el programa de la restauración define al neopopulismo como el sinónimo de la izquierda, que viene hablando como el viejo PRI y con sus ejercicios autoritarios, de viejo presidencialismo, centralismo y antidemocrático.
Sobre la situación económica, el programa de la restauración habla contra la especulación del capital, en defensa de la productividad, el desarrollo necesario de un sindicalismo autónomo, de una sociedad organizada e independiente, de los derechos del género femenino como el más golpeado por el desempleo y los bajos salarios impuestos por la crisis. Se pronuncia contra un Estado al servicio del capital financiero que le impuso sus condiciones y contra los intereses globales que se imponen en cada país como el nuestro.
El programa de la restauración hace una crítica al sistema de clientelas y reparto del presupuesto; contra la filantropía empresarial, los teletones y las despensas, pese a ser los que promocionan la restauración del viejo régimen. Reconstruye la crítica contra el papel desorganizador de fundaciones, ONG y política de financiamiento para el control de demandas. Con ello ofrece como tarea la organización ciudadana autónoma, independiente, politizada, cuestionadora, opositora a las medidas del capital especulativo y un Estado paternal o sustituto de la gestión social y económica. Propone la relación directa entre empresas y sindicatos sin conciliación y el arbitraje. La restauración del viejo régimen se presenta cuestionando el individualismo y la crisis del sentimiento de comunidad; dejará perplejo a más de un intelectual o académico que se sentirá robado en sus ideas. Es una de las mejores maneras de ocultar la verdad sobre quienes nos hundieron y sentaron las bases de esta realidad nacional en descomposición.
El programa de la restauración se ha diseñado más allá de lo electoral y está por encima de las caracterizaciones elementales y maniqueas que dividen. La restauración se presenta en su programa, como una fuerza en diálogo, unificadora, tolerante, por la soberanía, nacionalista, con ribetes cosmopolitas, abierta al mundo, introduciendo conceptos de Carlos Marx, obviamente de Antonio Gramsci, el liberalismo mexicano, los intelectuales americanos expertos en México como John Womack o Frederich Katz y hasta los clásicos griegos sobre los conceptos de democracia.
La restauración es la reconstrucción de alianzas en el PRI que van desde Elba Esther Gordillo, intelectuales, gobernadores, facciones y monopolios económicos. Narrar lo que viene, el retroceso que nos espera, fácilmente se convierte en una apología y por ello la restauración vendrá con máscara nueva, a restregarle al país su fracaso.
¡No más sangre!
Álvaro Delgado

MÉXICO, D.F., 10 de enero (apro).- Después de cuatro años completos de haberla decretado, y luego de más de 30 mil muertos, se puede concluir que la “guerra” de Felipe Calderón que desangra a la República no fue motivada sólo por un cálculo político para lograr la legitimidad que le negó el voto y para ponerse el disfraz de valiente. Hay, también, un elemento patológico.
La indiferencia de los altos funcionarios del gobierno federal ante los miles de cadáveres que pueblan el territorio nacional y la inverosímil violencia que no deja de escalar indica que los posee algo más que una auténtica lucha contra la delincuencia o la entendible simpatía de la derecha por la mano dura. Es algo más identificado con una obsesión enfermiza, una demencia.
La estrategia oficial de anteponer las balas a la inteligencia, el belicismo al ataque a las finanzas y las acciones de propaganda a las complicidades gubernamental y privada, al más alto nivel, ha sido un fracaso total desde hace tiempo, cuya obstinación en mantenerla sólo ratifica el carácter enfermizo de quien la tramó.
El tamaño del fracaso es elocuente hasta en cifras y voces oficiales, como la del secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Juan Miguel Alcántara Soria, quien admitió que, sólo el año pasado, los homicidios dolosos aumentaron 12% y 7% los secuestros, pero además advirtió que los tres órdenes de gobierno no han puesto énfasis en la prevención social de la violencia.
Y tamaña aberración no puede contar con el respaldo, así sea pasivo, de los mexicanos, a riesgo de volverse tan cínicos como Calderón y los suyos.
Es preciso exclamar que no es admisible legitimar tal “guerra”, tramada a nuestras espaldas, sino repudiarla con toda la fuerza de muestra indignación para conjurar el “importamadrismo”, como define Rius el peligroso silencio que se impone entre los mexicanos.
En efecto, Eduardo del Río, el gran monero Rius, ha convocado junto con otros mexicanos a manifestar, pacíficamente, el descontento y frustración ante la “guerra” que Calderón inició, en diciembre de 2006, contra la delincuencia organizada y que ha cobrado la vida no sólo de delincuentes, sino de centenares de personas --incluidos niños--, llamadas, con toda desvergüenza, “daños colaterales”.
Para asombro de la población, sobre todo la que padece la violencia en su entorno, la cifra de muertos crece día a día, pero también la impotencia y el desdén: “Nos están llevando a un estado de importamadrismo”, lamenta Rius.
Y sí: El ejecutómetro provoca eso, pero por eso se convoca a una campaña de “no más sangre” para convertir el silencio de millones de mexicanos en un sonoro grito que, si no hace desistir a Calderón, al menos que le haga manifiesto el hartazgo de su “guerra”.
Nacida del talento de los moneros, que en la historia de México han mostrado un incorruptible compromiso social, la campaña ciudadana comenzó este lunes 10 con un diseño del joven Alejandro Magallanes, quien a un “No” en mayúsculas colocó el signo de más y enseguida una mancha escarlata que simboliza la sangre.
El dibujo es un clamor: ¡No más sangre!

Apuntes

La incorporación de Juan Molinar Horcasitas a la estructura del PAN y la virtual candidatura de Luis Felipe Bravo Mena al gobierno del Estado de México, como aquí se anticipó, confirman la degradación a que ha llegado ese partido por capricho de Calderón, porque se premia a quienes tienen las manos manchadas de sangre: Molinar, responsable de la muerte de los niños de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, y Cecilia Romero, ascendida a secretaria general tras el asesinato de 72 indocumentados centroamericanos.
De Tucson a El Paso por un mismo carril: el terrorismo
JOSÉ PERTIERRA*
En vísperas del juicio contra Luis Posada Carriles en El Paso, Texas, el lunes, un terrorista en Tucson, Arizona, le disparó en la cabeza a la Congresista Gabrielle Giffords. Ella está entre la vida y la muerte. El asesino, Jared Loughlin, disparó con un arma automática. Cuando redacto estas líneas, se registran seis muertos –entre ellos una niña que nació el 11 de septiembre de 2001– y 12 heridos.
Tucson está a 319 millas de El Paso. Es un viaje de cuatro horas y media en automóvil, una línea que se tensa dramáticamente en puntos comunes: el odio y el terrorismo, solo que ahora Tucson está de luto, mientras que en El Paso un criminal tiene total confianza en las leyes de Estados Unidos: no han sido hechas para él. La fiscalía estadunidense lo protege, procesándolo como un simple mentiroso, haciendo caso omiso al recuerdo de las decenas de personas que ha asesinado.
El terrorismo es un cáncer social que nos amenaza a todos por igual. Nos debería doler las 2 mil 752 personas asesinadas en las Torres Gemelas tanto como la memoria de los 3 mil 478 cubanos muertos por acciones terroristas organizadas desde Miami durante las últimas cinco décadas contra la Isla. Sin embargo, para Estados Unidos hay víctimas de primera y de segunda categoría, como hay terroristas buenos y malos.
Pero en cualquier lugar, sea donde sea, los que cultivan el odio, cosechan el terrorismo. Cuando le preguntaron al padre de la congresista Giffords si su hija de 40 años tenía enemigos, Spencer Giffords dijo: “sí, todo el Tea Party”. En el verano pasado, el contrincante de Gabrielle Giffords, un ex marine llamado Jesse Kelly que se postuló para el escaño de parte del Tea Party, convocó a un mitin proselitista para su campaña, con el siguiente mensaje: “Demos en el blanco para la victoria en noviembre. Ayude a sacar a Gabrielle Giffords del cargo. Dispare el cargador completo de una M16 automática con Jesse Kelly”.
Lo de menos es si Jared Loughlin –el sospechoso de asesinato en Arizona– trabajaba para el Tea Party o si Sarah Palin lo reclutó para tratar de asesinar a la Congresista Giffords. Lo esencial es que tanto el Tea Party como Sarah Palin con alevosía cultivaron un odio feroz contra los congresistas que apoyaron la reforma de salud impulsada por el presidente Obama, y que floreció en la mente perversa de Loughlin hasta convertirlo en un asesino.
Durante más de 50 años ese mismo resorte del odio ha sido utilizado contra Cuba por Estados Unidos, país que ha alentado, entrenado y protegido a los terroristas que mantuvieron a la isla como blanco de agresión permanente. El hijo pródigo de esta hostilidad ha sido y es Luis Posada Carriles. Documentos desclasificados muestran que la CIA le enseñó a utilizar explosivos. Lo entrenó para torturar y matar. De acuerdo con su propio abogado, todo lo que ha hecho Posada Carriles en América Latina ha sido a nombre de Washington.
Posada es el autor intelectual de uno de los crímenes más horrendos en la historia del terrorismo internacional. El 6 de octubre de 1976, hizo explotar dos bombas con explosivo C-4 –en ese momento solo en poder de la CIA–, que derribaron un avión en pleno vuelo frente a las costas de Barbados. No hubo sobrevivientes entre sus 73 pasajeros.
Igual que Jared Loughlin el sábado en Tucson, Posada asesinó a una niñita de 9 años. Sabrina Paul iba con su familia a bordo del avión. La explosión le destruyó a Sabrina el pecho y la cabeza. Las pruebas de los responsables materiales e intelectuales son abrumadoras y gracias a ella, Venezuela arrestó inmediatamente a Posada Carriles y presentó cargos de homicidio calificado contra él. Sin embargo, Posada se fugó en 1985 con la ayuda de sus amigos estadunidenses. Apareció pocos días después con trabajo, casa y comida. La CIA le encontró empleo en El Salvador como uno de los dirigentes principales de su Operación Iran-Contra. Su función era facilitar el traslado de armas ilegalmente a los contras en Nicaragua. Luego, en 1997, dirigió la campaña con bombas contra instalaciones turísticas en La Habana que costó la vida al joven Fabio di Celmo. Contrató a mercenarios que están presos en la isla y han identificado a Posada Carriles como el hombre que pagó el servicio.
Washington lo siguió amparando durante su jornada sangrienta en Centroamérica. Fue condenado en Panamá en 2000 por haber tratado de volar un auditorio lleno de estudiantes en la universidad durante un discurso del presidente Fidel Castro, pero sus amigos sobornaron a la entonces presidenta de Panamá, Mireya Moscoso, y en 2004 ésta lo indultó, ilegalmente de acuerdo a la Corte Suprema de Panamá.
Posada llegó a Miami en marzo de 2005. Venezuela inmediatamente pidió su extradición para que Washington lo retorne a Caracas y rinda allí cuentas por las 73 personas que asesinó en el avión cubano de pasajeros. En vez de darle curso a la solicitud de extradición, la administración Bush presentó cargos contra él por mentiroso. Son esos cargos los que los fiscales de Obama ventilan hoy en El Paso.
Estados Unidos insiste en solo acusar a Posada Carriles de haberle mentido a oficiales de inmigración. No han presentado cargos de asesinato o de terrorismo contra él, y no han comenzado el proceso de extradición a Caracas. Lo protegen. ¿Por qué será?
Sucesivos gobernantes de Estados Unidos, más ciertos legisladores, han cultivado por más de 50 años un odio visceral hacia la revolución cubana. Un odio que se ha convertido en apoyo espiritual y material para el terrorismo. Tanto es así que el senador Marco Rubio y los congresistas David Rivera e Ileana Ros-Lehtinen figuran entre los donantes del fondo legal para pagar la defensa de Luis Posada Carriles en El Paso.
Pero el terrorismo no se combate a la carte. Unos inconvenientes sí; otros convenientes, no. El viernes pasado, refiriéndose a los presos que tienen en Guantánamo, el presidente Obama declaró que procesar a los terroristas en los tribunales federales es una herramienta poderosa en nuestros esfuerzos para proteger a la nación y debiese estar entre las opciones que tenemos a nuestra disposición. Entonces, ¿por qué no usa esa herramienta para procesar por terrorismo a Luis Posada Carriles?
Posada sabe muy bien que si lo condenan en El Paso solo por mentiroso, no va preso. Ya la juez se lo dijo anteriormente. Le acreditan el año y medio que ha estado tras las rejas cuando se dirimía su estatus migratorio, y lo dejan libre. Él está tranquilo, sin remordimiento alguno por sus crímenes. De hecho le dijo al New York Times en 1998, ese italiano (Fabio di Celmo) estaba sentado en el lugar equivocado en el momento equivocado... yo duermo como un bebé. ¿Qué pasaría si a Loughlin se le ocurriera decir algo similar? ¿Habría impunidad?