LA MIL MÁSCARAS

18 jul 2011

Estrategias de Elba Esther Gordillo

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

El 22 de noviembre de 1999 escribí en la Plaza Pública que aparece en los diarios del Grupo Reforma, y más de 20 periódicos en casi toda la República (excepto Pachuca, pues no soy profeta en mi tierra), el texto siguiente que, aunque se explica por sí mismo, amerita algunas líneas adicionales:

“Un grupo de personas muy respetables y respetadas, distinguidas en sus tareas públicas: Luis F. Aguilar, Cristina Barros, Roger Díaz de Cosío, María de Ibarrola, Aurora Loyo, Josefina McGregor, Jesús Martín del Campo, Héctor Nava Jaimes y Rafael Pérez Pascual, a cuyos prestigios agrego mi nombre, anunció el jueves pasado (19 de noviembre de 1999) su retiro del patronato de la Fundación SNTE para la cultura del maestro mexicano. Yo mismo había anticipado el 23 de octubre mi dimisión a la tesorería de esa asociación civil y a mi lugar en el comité técnico del fideicomiso al que se alude al final de esta comunicación. Al publicarlo aquí, pues se trata de un asunto de interés general, hago mío por entero el texto sobre su renuncia:

“‘Tuvimos el honor de participar en el patronato que respaldó desde su creación en 1991 los trabajos de la Fundación SNTE para la cultura del maestro mexicano. Aceptamos integrarnos a él porque este órgano de gobierno sería garante de que estos trabajos se desarrollarían con autonomía académica e ideológica, formulando orientaciones para la política educativa y realizando investigaciones para el mejoramiento de la educación pública del país. Constituyeron el patronato, asociación civil formalmente independiente del SNTE, personas con trayectorias distintas y puntos de vista que reflejaban la pluralidad.

“‘Con un pequeño grupo de colaboradores y la aplicación eficiente de un reducido presupuesto proveniente de las cuotas que los maestros aportan mensualmente a su sindicato, la Fundación logró obtener reconocimiento en México y en el extranjero. Tuvo presencia en la mayoría de los estados del país, impartiendo un promedio de 40 cursos y más de 100 conferencias por año. Se han publicado cerca de 20 libros y más de 24 números de la revista Básica, reconocida hoy por la UNESCO por su calidad. Por invitación de la SEP esas publicaciones están en las bibliotecas de los centros del país y de las escuelas normales.

“‘Se estableció un programa de televisión de transmisión semanal: Los viernes de la Fundación, y un concurso bianual en que participaron los maestros del país con trabajos que recogían sus experiencias como docentes. Un grupo de investigadores de la Fundación ganó el concurso convocado por la SEP con el libro de Español de primaria; otro equipo elaboró la Guía de la educación ambiental, y se impulsaron las convenciones nacionales de profesores de enseñanza de las ciencias.

“‘La Fundación tuvo importante influencia nacional e internacional en la conceptualización de nuevos elementos para reconocer y respetar la pluralidad de las culturas indígenas en el sistema educativo. En el área de secundaria se produjeron varios de los escasos libros que existen actualmente en ese nivel. También se prepararon documentos que sirven de apoyo a los consejos técnicos escolares y se editó la única investigación estadísticamente representativa acerca de las condiciones sociodemográficas y de trabajo del magisterio, vigentes a la fecha en nuestro país. Se logró un convenio con UNICEF para elaborar estudios que permitan la reincorporación de los niños de la calle a las escuelas.

“‘Dio también múltiples asesorías académicas al SNTE y fue responsable de elaborar documentos base para dos congresos internacionales. El de la Confederación de educadores americanos de 1994 y la Cumbre internacional de educación de 1997, además de los dos primeros congresos nacionales del SNTE. Logró asimismo encauzar todas las resoluciones del primero de esos congresos y dirigir y coordinar el libro Diez propuestas para elevar la calidad de la educación pública.

“‘De manera unilateral, el presidente del patronato, profesor y licenciado Manuel Bravo Jiménez, la directora que funcionaba como enlace con la comisión ejecutiva del patronato, profesora Laura Barcia, y el propio SNTE, decidieron liquidar al personal de la Fundación y comenzar una nueva época, sin que ninguno de nosotros fuera informado de una decisión que correspondía a la asamblea.

“‘Lamentamos esta situación, porque representa una pérdida para el SNTE y para el magisterio en su conjunto. Por estar en desacuerdo con estos acontecimientos, presentamos cada uno por separado nuestra renuncia irrevocable ante el presidente del patronato. Comunicamos esta decisión a la opinión pública porque consideramos necesario deslindarnos de los despidos que ocurrieron el pasado 15 de octubre, así como de las acciones que tengan lugar a partir del 17 de noviembre. Queda en manos de los integrantes del patronato que aún no han renunciado, y entre quienes se encuentran varios miembros del SNTE, un fideicomiso con el que se inició la Fundación en 1991, que hasta la fecha no se ha tocado, y que alcanza la cantidad de 15 millones 600 mil pesos, bienes muebles y el hasta ahora bien ganado prestigio de la Fundación’.

“Hasta allí la declaración de los ya exmiembros del patronato y de la Fundación, Por mi parte añado que ese desenlace, agraviante para los patronos que desinteresadamente aportaron su colaboración a las tareas de la Fundación, se produjo por un cambio en las expectativas y necesidades políticas del SNTE. Crear la Fundación fue una de las iniciativas lanzadas por la profesora Elba Esther Gordillo para modificar la imagen del sindicato magisterial, inmediatamente después de que reemplazó en el liderazgo real al profesor Carlos Jonguitud. Consolidada hoy en esa posición, dirige su energía hacia rumbos más directamente políticos.”

Eso escribí hace casi 12 años. Reitero ahora la certeza de ese breve diagnóstico. En 10 años la posición formal de Gordillo había transitado de ser una secretaria general provisional, designada por Carlos Salinas, que la escogió para desplazar a Jonguitud, a ser la dirigente real de un sindicato que tenía un secretario general de parapeto. Hacia 1991, para alimentar esa transición, había dado claras muestras de una modernidad a que convocó a muchas personas. Fue especialmente notable el caso de Olac Fuentes Molinar. Profesor normalista y filósofo, el chihuahuense era, en los años setenta y ochenta el principal y más calificado crítico del sindicato magisterial. Por ello, al arribar al liderazgo, Gordillo quiso conocerlo y cooptarlo. Fuentes Molinar no lo permitió. Desafió en cambio a la profesora a crear una instancia, ajena al sindicato pero con su apoyo, que emprendiera tareas de investigación para las cuales él estaba especialmente preparado y las desempeñaba en el departamento de educación del Cinvestav. Gordillo le tomó la palabra y accedió a crear la Fundación. Fuentes Molinar la concibió, la organizó, invitó a la mayor parte de los miembros del patronato, la echó a andar. Fue su creatura.

Sin embargo, en las negociaciones para el acuerdo nacional de modernización de la enseñanza, el secretario Zedillo percibió su potencial, expresado en las sesiones en que asesoraba a Gordillo. Lo invitó a ser subsecretario, donde tendría espacio más amplio y sólido para transformar sus convicciones en planes y programas, y dejó la Fundación. Lo reemplazo don Manuel Bravo Jiménez, un prestigiado y experimentado maestro que había hecho grandes aportaciones a la enseñanza formal e informal. Pero el ámbito en que se le forzó a ejercer la presidencia era cada vez más estrecho, hasta llegar al desenlace narrado en la renuncia de los miembros del patronato.

Por mi lado fui un peculiar tesorero de la fundación. Jamás ejercí función alguna pues el fideicomiso fue congelado por las circunstancias internas del sindicato. Nunca firmé un cheque ni hice depósitos ni retiros. Fui un tesorero sin tesoro.

Desobediencia militar

JORGE CARRASCO ARAIZAGA

MÉXICO, D.F. (apro).- Constructores del régimen priista que gobernó casi todo el siglo XX en México, los militares mexicanos se reservaron enclaves de poder e impunidad que los gobiernos del PAN no sólo no se han atrevido a tocar, sino que por el contrario han pretendido ampliar en un intercambio de favores de mutua conveniencia.

Si hay un signo evidente del fracaso de la alternancia en la presidencia de la República es el temor a controlar a los militares.

De acuerdo con la institucionalidad autoritaria que establecieron, las Fuerzas Armadas han sido aliadas de los presidentes en turno, dispuestas a ser usadas políticamente con el fin de mantenerse como entidades autónomas que no rinden cuentas a ninguna autoridad civil, más allá de su lealtad a la figura presidencial.

Los militares mexicanos no tuvieron que recurrir a las insubordinaciones y golpes de Estado como ocurrió en América Latina porque al gobernar durante casi cuatro décadas se dieron las reglas y espacios de poder que quisieron. Nadie los podía tocar. En épocas tan recientes como el principio de los años noventa era voz popular que en México nadie debía atreverse a criticar al Ejército.

Fuera de la figura presidencial, no reconocen a “los civilones” como autoridad para rendir cuentas. Mucho menos, cuando tienen que responder ante la justicia por los delitos que cometen.

Una de las prerrogativas que se dieron es el anquilosado Código de Justicia Militar (CJM), tan criticado a nivel internacional que México destaca por ser uno de los países con la legislación militar más atrasada del mundo.

El CJM fue publicado en 1932 como un decreto presidencial del general Manuel Ávila Camacho y desde entonces no se ha modificado. Elaborado para un país que salía de una revolución, se entendía que se establecieran reglas para los militares que no se acostumbraban a actuar de forma institucional luego de años de asonadas.

Casi un siglo después, los militares rigen sus relaciones con la población con esas mismas disposiciones. La más grave, la aplicación del fuero militar a civiles.

Al igual que el sofisma de su actual comandante en jefe, Felipe Calderón, para quien el que critica su “guerra al narcotráfico” es porque no quiere que se actúe contra la delincuencia organizada, así los militares han manipulado con la idea de que quien quiere reformar el CJM intenta romper con la esencial disciplina al interior de las Fuerzas Armadas.

El resultado han sido décadas de impunidad del Ejército y ahora con Calderón la Marina, Armada de México. El expresidente Vicente Fox no se atrevió a investigar las numerosas violaciones a los derechos humanos cometidas por los militares contra la población civil, en especial las consideradas como delitos contra la humanidad, como las ejecuciones arbitrarias, la tortura y la desaparición forzada. Los dejó impunes con la farsa de la fiscalía especial para delitos del pasado.

Si Calderón por conveniencia propia tampoco quiso tocar a los militares, el Congreso tampoco ha hecho nada para legislar sobre los controles civiles a las Fuerzas Armadas. Al contrario, siguen subordinados a los uniformados.

Nada más vergonzoso que los diputados tengan que ir al despacho del secretario de la Defensa Nacional para que “explique” las labores del Ejército.

Por eso es histórico que la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya acotado el fuero militar. Aunque no lo hizo de modo propio y de forma oportuna, sino en cumplimiento de un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Poder Judicial estableció el criterio de que todos los jueces del país, incluidos los civiles y administrativos, tienen que sentenciar con base en los mandatos nacionales y los instrumentos internacionales sobre el respeto a los derechos humanos.

Los jueces militares no deben permitir ya que los militares, en una aplicación abusiva del CJM, atraigan los casos de violaciones cometidas por efectivos de las Fuerzas Armadas contra los civiles, que se han multiplicado con Calderón.

Pero la resolución de la Corte no acabará con la impunidad.

Primero, porque los expedientes sobre las violaciones a la humanidad cometidas en el pasado y en años recientes por efectivos militares no saldrán de los tribunales militares, salvo aquellos que ahora se están peleando a favor de la justicia civil.

Falsa, maliciosamente, las secretarías de Gobernación, Marina y la Defensa Nacional aseguran que lo establecido por la Suprema Corte son sólo “criterios orientadores”; es decir, que si quieren cumplen. Pero sólo en el futuro.

En segundo lugar, porque el gobierno de Calderón, de nueva cuenta cómplice por conveniencia mutua, permitirá que los militares sigan medrando con la impunidad, aun cuando eso atente contra uno de los principios básicos de la democracia: la subordinación de los militares a las autoridades civiles.

Ni alternancia, ni transición ni democracia

VÍCTOR FLORES OLEA

En 2000, cuando finalizaba el reinado septuagenario del PRI, se echaron las campanas al vuelo. La llegada de Vicente Fox a Los Pinos significaba al menos la alternancia de los partidos políticos y la posibilidad de que el país emprendiera una vía que lo llevara de la turbiedad a la transparencia democrática y, todavía mejor, a una renovación en que quedaran atrás las desigualdades que destruían al país y que resultaban el problema central de México: con tal abundancia de la riqueza concentrada y tal amplitud de la miseria resultaba imposible la democracia.

Pero las luces desaparecieron pronto. Los ruidosos entusiastas de la nueva era pronto guardaron silencio: en primer lugar, el ensayo estaba muy lejos de la altura moral e intelectual de los panistas de origen (y de otros más recientes: Carlos Castillo Peraza). La inteligente visión de país de Manuel Gómez Morín se había trastocado en la vulgaridad de los negociantes y arribistas que en multitud acompañaron a Vicente Fox y, por supuesto, el jefe de Estado de esa transición pasará como uno de los más anodinos de la historia de México, eso sí, operando para poner al país bajo la expresa tutela estadunidense (no se olvidará, entre otras catástrofes, su empeño enloquecido en el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, atropellando cualquier ley, moral y mandato).

No es posible narrar aquí las tropelías del PAN en estos 10 años de gobierno. Pero no podemos silenciar la guerra unilateral y simplista de Felipe Calderón contra el crimen organizado, la muerte ya de más de 40 mil mexicanos, y nuestra dependencia cada vez mayor de los intereses estadunidenses: en su nombre estamos liquidando migrantes centroamericanos y nacionales, y también con sus armas a mafiosos de la droga que ellos toleran después de negociar. México se ha convertido en el ejecutor del trabajo sucio de los negocios del otro lado de la frontera. Tal es el resultado resumido de 10 años de panismo en el poder.

Por eso al acercarse el relevo de 2012 parece que florece la cargada en favor del PRI, en una mezcla de nostalgia y frustración por adelantado, de malo por conocido sin bueno por conocer y, como es claro, atrapando a un buen número de mexicanos por las ridículas (pero eficaces) sirenas de la propaganda y la publicidad. Lo recientemente ocurrido en el estado de México, y el pronóstico para 2012, aparecen ya como retratos amplificados y grotescos del cínico pasado mexicano: acarreo, dinero contante y sonante por cada voto, despensas y vagas promesas de un mejor futuro. Con el uso absolutamente abusivo de los medios electrónicos de comunicación.

En los 10 últimos años ni alternancia ni transición a un México más equilibrado (al contrario: mayor concentración, mayor pobreza, mayor peligro e inseguridad), ni más amplia democracia: las riendas políticas en manos de los más adinerados, gobierno plutocrático sin muchos equivalentes en el mundo. Tal es el dibujo de nuestra situación actual y de nuestro probable futuro si llega a manos del PRI.

Sin embargo, por el hartazgo de la ciudadanía respecto a la política y a los partidos, hay en México como horizonte de esperanza el surgimiento de varios movimientos sociales que compensan el arruinado panorama nacional. Por ejemplo, el Movimiento por la Paz, la Justicia y la Dignidad, de Javier Sicilia, que tantos ánimos ha despertado y provocado importante movilización en todo el país.

Y desde luego el Movimiento por la Regeneración Nacional (Morena), de Andrés Manuel López Obrador, resultado de varios recorridos suyos visitando hasta el último municipio del país. Con un claro objetivo político: la organización de la ciudadanía para la transformación democrática de México. Feliz decisión de un político con instinto.

Sería muy feliz que ambos movimientos, y muchos otros que alimentan tales vertientes principales, se unificaran políticamente con vistas a 2012. Movimientos sociales que han surgido también por el vacío en la izquierda y por el fracaso que ha dejado el PRD de los chuchos, maestros en componendas, en cortedad de miras, en miserabilismo político, que es su indeleble herencia histórica que los coloca ineludiblemente al lado del neoliberalismo.

PAN y PRI, PRI y PAN (con sus asociados chuchos) será, sin duda, más de lo mismo, por la razón de que obedecen a idénticos intereses dentro y fuera del país, y porque tales intereses han secuestrado las reales posibilidades de la democracia en México, no sólo de la democracia electoral, sino de la democracia como igualdad, como participación amplia de la ciudadanía de los beneficios que produce la sociedad en su totalidad. Por eso la ciudadanía ve con desconfianza a los partidos políticos y a las instituciones gubernamentales. En teoría debieran responder a sus intereses. En la práctica obedecen a la voz de sus amos. Estos argumentos debieran ser suficientes para que la ciudadanía busque y encuentre otras opciones en 2012.

Y la más contundente sería la de Andrés Manuel López Obrador, quien estará a la cabeza de su Movimiento por la Regeneración Nacional, al que se sumarán los más sanos contingentes del PRD y de otros partidos de la izquierda (y una variedad de movimientos sociales) en una amplia corriente que movilizará a quienes en el país luchan por un mundo mejor.

En memoria de Adolfo Sánchez Vázquez, pensador profundo y luchador incansable por un mundo mejor.