EFECTOS DEL NEOLIBERALISMO

7 jul 2010

Narro: 22 millones de jóvenes en AL no estudian ni trabajan
ARMANDO G. TEJEDA
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de julio de 2010, p. 41
Madrid, 6 de julio. En América Latina 22 millones de jóvenes, es decir, uno de cada cinco, no estudian ni trabajan, lo que lleva a muchos a optar por la violencia, adicciones, vagancia, frustración, suicidios e implica muchísimos problemas de salud personal, familiar y colectiva, manifestó José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y enfatizó que la casa de estudios y la educación deben ser pilares para responder a esos desafíos.
Agregó que de no revertirse en esa zona del mundo la condición social marcada por los 35 millones de adultos que no saben leer ni escribir, cometeríamos un gravísimo e histórico error.
Académicos, empresarios, políticos e intelectuales se reúnen estos días en Santander, capital de Cantabria, en torno a un foro sobre el futuro de América Latina para el periodo 2010-2020, y hoy intervino el rector de la UNAM.
Ahí adelantó que en la Cumbre Iberoamericana, a realizarse a finales de año en Argentina, se planteará a los jefes de Estado y de gobierno crear un fondo equivalente al Erasmus europeo de movilidad estudiantil, el cual, desde su origen, ha logrado movilizar mediante becas a más de 2 millones de estudiantes.
Explicó que se trata de una aportación en la que también convergerían Santander, por conducto de Universia, y empresas iberoamericanas que desde luego no desequilibrarán las finanzas públicas ni provocarán efectos inflacionarios. No conozco una sola crisis en el mundo que se haya generado por invertir en educación, apuntó.
Al participar en la mesa redonda Latinoamérica 2010, ¿cómo hemos llegado hasta aquí y por qué?: el capital humano de la universidad, ¿palanca de modernización o guarida de utopías regresivas?, expuso que entiende el papel de las universidades del futuro en dos vertientes: instituciones generadoras de modernización y, al mismo tiempo, de utopías benéficas que desafíen y reten lo que está pasando hoy en el mundo.
Frente a ello subrayó que hoy, en América Latina en general y en México en particular, no estamos haciendo las inversiones que se requieren en investigación científica, desarrollo y educación para afrontar los grandes desafíos.
Convencido de que conformarse con la realidad imperante sería un error de altas proporciones, convino en que, si bien hay algunos datos que no son malos, como la ligera mejoría del ingreso per cápita, que ya está en torno a los nueve mil dólares, sigue siendo muy inferior al de otros países de la OCDE, que es superior a 30 mil dólares.
Utilizó otro dato sobre el subcontinente latinoamericano: la tasa de mortalidad infantil ha disminuido, pero sigue siendo tres veces superior al promedio de los países del mismo organismo internacional.
Enseguida ubicó lo que para él representa el problema medular de América Latina: la pobreza extrema. Indicó que parte del problema de Latinoamérica tiene que ver con promedios que enmascaran situaciones muy contrastantes de enorme desigualdad. Puede verse con los datos del Banco Interamericano de Desarrollo, según los cuales hay en pobreza extrema 71 millones de personas y en pobreza otros 182 millones. Esto es, uno de cada tres habitantes está en condiciones de pobreza”, explicó.

Durango: Detienen a dos empleados de la PGJE en posesión de urnas robadas
Pedro Zamora Briseño

DURANGO, Dgo., 6 de julio (apro).- Dos elementos de la procuraduría general de Justicia del Estado (PGJE) fueron sorprendidos esta tarde con tres de las urnas que fueron robadas por hombres armados durante la jornada electoral del domingo pasado en esta capital.
Se trata del agente del Ministerio Público, Noé Moreno, y de una mujer que labora en Servicios Periciales de la procuraduría, estatal. Ambos llevaban las urnas correspondientes a las elecciones de gobernador, presidente municipal y diputado local en el interior de una camioneta oficial.
La camioneta se encontraba en la calle Circuito Yaqui, a la altura del número 710, fraccionamiento Huizache I, hasta donde llegaron, poco después de las 17:00 horas elementos de la Policía Federal, quienes pusieron a los servidores públicos estatales a disposición de la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (Fepade).
El agente Noé Moreno argumentó que ese material electoral forma parte de la investigación sobre las urnas localizadas ayer en las instalaciones del Instituto Tecnológico de Durango (ITD) y añadió que hoy les fueron entregadas.
Sin embargo, el agente del Ministerio Público de la Fepade, José Ignacio Cornejo Cruz, ordenó el traslado de la camioneta y el material electoral a las instalaciones de la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR), así como a los dos presuntos implicados, quienes serán sometidos a investigación.
Antes del traslado se presentaron en ese sitio dirigentes de la coalición “Durango nos une”, entre ellos el presidente estatal del PAN, Juan Carlos Gutiérrez Fragoso, y el diputado local, José Luis López Ibáñez, quienes exigieron que los elementos de la PGJE explicaran por qué tenían en su poder el material electoral y por qué no lo habían entregado en su momento a las autoridades correspondientes.
Al lugar también llegaron el delegado de la PGR, Francisco Zacarías Cabrera, y el procurador de Justicia del Estado, Daniel García Leal. Este último declaró que la dependencia a su cargo se muestra en total disposición de que se investiguen y esclarezcan los hechos.
Por la tarde del domingo pasado, hombres encapuchados y provistos de armas de alto poder robaron 35 urnas electorales en las ciudades de Durango y Gómez Palacio.
Elecciones indecentes
Jenaro Villamil

MÉXICO, D.F., 6 de julio (apro).- Una singular epidemia de cinismo recorre ahora a la clase política. Por un lado, tenemos a Miguel Ángel Yunes, rey de la “mapachería” electoral, clamar que en Veracruz se cuente “voto por voto” como si se tratara de un simpatizante lopezobradorista del 2006. Por otro, César Nava, Jesús Ortega y Manuel Camacho levantan eufóricos sus brazos para demostrar que las alianzas electorales sí funcionaron, aunque ninguno de los candidatos ganadores sea un panista de larga tradición y mucho menos un militante de la izquierda.
Y Beatriz Paredes, que hace apenas una semana aparecía rodeada de la cúpula priista como la gran lideresa frente a la tragedia de Tamaulipas, ahora está más sola que nunca, en la soledad de una victoria pírrica para el PRI en 9 de 12 entidades.
Indecente es un calificativo menor para unas elecciones que desde las campañas estuvieron teñidas de violencia, de equívocos y de un muestrario de guerra sucia que llegó a tales niveles de bajeza que ni siquiera hubo tiempo de asimilarlas, mucho menos de analizarlas. Tampoco habrá tiempo de sancionarlas porque renunció la fiscal especial de la Fepade, Arely Gómez, en una clara demostración de intervencionismo calderonista.
El doble lenguaje predominó en toda la contienda. Algunos priistas llamaron “contra natura” las alianzas del PAN y del PRD, pero también las utilizaron para colocar a sus candidatos –como en el caso de Sinaloa y de Durango--, en el mejor ejercicio de gatopardismo que se haya visto. En varios estados las alianzas opositoras sirvieron para reciclar a los priistas perdedores de las contiendas internas.
Los perredistas de larga militancia no fueron convocados al experimento de su dirigente Jesús Ortega y las cúpulas de este partido, del PT y de Convergencia, rodearon a Gabino Cué –su mejor bastión--, pero descuidaron Zacatecas y Quintana Roo, donde alguna vez la izquierda soñó con ser una alternativa de gobierno.
Toda la clase política ha confundido alternancia con transición a la democracia. Tal parece que el cambio de siglas en un gobierno garantiza per se el cambio de cultura y de prácticas políticas, así como el fin de un modelo autoritario. Ya vimos que no fue así. Por eso, a muchos ciudadanos les da lo mismo si en Aguascalientes gobierna el PAN o el PRI porque sus prácticas son las mismas.
En Tlaxcala han gobernado el PRD, el PAN y el PRI y el modelo de gobierno sigue siendo tan arcaico como siempre. En Veracruz no hubo una disputa democrática, sino un catálogo de pillerías. Tan es así que el candidato ganador Javier Duarte se ufana en las entrevistas de no de ser un “delfín” de Fidel Herrera, sino un “tiburón rojo”, aunque más parezca otro tipo de anfibio. En Quintana Roo gana el candidato priista más joven del país, pero con los estilos y el discurso más arcaico del tricolor. En Hidalgo, una empresaria-funcionaria, Xóchitl Gálvez, da una pelea singular. Es la única que no tiene antecedentes de trayectoria priista, pero su propuesta de gobierno estaba muy desdibujada como para saber si era de izquierda, de centro o de derecha.
En fin, la indecencia radica en dos tendencias que se demostraron en la campaña y en los resultados del 4 de julio:
--No se disputaron programas de gobiernos distintos ni prácticas políticas diferentes, mucho menos trayectorias contrastantes. Casi todos parecían haber contratado al mismo mercadólogo, sonrieron igual ante el fotoshop y la pantalla. Mediatizaron las campañas para vaciarlas de contenido.
Independientemente de si el PRI perdió en tres bastiones fundamentales –Oaxaca, Sinaloa y Puebla-- y si el PAN perdió en Tlaxacala y Aguascalientes y el PRD en Zacatecas, el hecho es que no existen diferencias sustanciales entre ganadores y perdedores porque todos provienen de una clase política que se acomodó en la debacle que vive el país desde 1988 a la fecha.

Quizá Oaxaca y Gabino Cué son la excepción que confirman la regla: ahí gana una coalición construida desde hace más de seis años, con un claro perfil opositor frente a un gobernador impresentable y violento, como Ulises Ruiz, pero también se supieron acomodar los otros
exgobernadores priistas y grupos de poder que han convertido a Oaxaca en un botín de recursos y mañas corporativas. En Oaxaca si la alternancia no construye una transición democrática, un nuevo clima cívico, la decepción será todavía más fuerte.

--La segunda tendencia es una consecuencia de la anterior: en 6 entidades hubo coalición o candidato que ganó por una mínima diferencia. Puebla, Sinaloa, Durango, Veracruz, Aguascalientes e Hidalgo tuvieron resultados electorales muy parejos. Ninguno de los ganadores aventajó por más de 10 puntos porcentuales.
Las sorpresas son: Durango (46.5% contra 44.6%); Veracruz (43.5% contra 40.7%), e Hidalgo (50.2% 45.1%). El mito de las maquinarias electorales del “carro completo”, al servicio de los gobernadores en turno, no fue tal.
En las entidades donde la ventaja entre el ganador y el segundo lugar es muy amplia también se registró un elevado índice de abstencionismo. Son los casos de Chihuahua y Tamaulipas, las dos entidades atenazadas por el fuego cruzado del narcotráfico y la militarización fracasada del gobierno calderonista. En ambas el abstencionismo rebasó el 60%. Las victorias de César Duarte y de Egidio Torre Cantú fueron prácticamente 2 a 1 en esas entidades. En Quintana Roo el PRI gana la gubernatura con 52.4% frente a 26.2% de la coalición PRD-PT, pero pierde por pocos votos las ciudades más importantes y pobladas de la entidad, como Cancún.
En Tlaxcala y Zacatecas, el PRI gana por amplia mayoría ante el desastre de los gobernadores del PAN y del PRD, respectivamente, que prácticamente hicieron todo para la derrota de “sus” candidatos.
El ánimo cívico ante la jornada del 4 de julio es muy menor. De hecho, no hay héroes cívicos ni grandes líderes que surgieran de esta contienda. La desconfianza ciudadana es la otra cara de unas elecciones indecentes.
En Puebla ganó la ira
JORGE CARRILLO OLEA
En Puebla ganó la ira. Que no se engañe el PAN ni el PRD, menos Convergencia y Nueva Alianza. Ga-nó la ira, la rabia, el furor de haber acumulado y callado ante tantos vejámenes del gobernador precioso. Sí, ganó la sociedad ofendida por tanta vileza, tanto cinismo e impunidad. Sí, ganó el pueblo montado en cólera por la impotencia y el silencio impuestos.
Sentimientos exaltados me embargaban hace mucho. Eran producto de registrar cómo se mantenía incólume, gracias a la SCJN ese sátrapa que es Mario Marín. Eso en el caso de Lydia Cacho, que fue quizá la cumbre de sus vilezas, pero deja atrás mucha otras huellas: una corrupción rampante nunca vista; un desgobierno dañino, sin ningún escrúpulo, destructivo, y entre ambos dejan una estela de dolor y decaimiento. Puebla fue hasta hace poco un estado eminente, no sólo por su participación en la historia si no por la calidad de su gente y tantas cosas más.
Hoy está registrado en el cuarto lugar de pobreza, sólo después de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Un estudio del Tecnológico de Monterrey lo señala como el último de las 32 entidades en competividad. Es el estado en el que el empobrecimiento ha crecido con mayores índices de velocidad. El actual gobierno y el anterior no se enteraron que el mundo se mueve y no hicieron nada para actualizar a Puebla, para sacarla de la producción con prácticas obsoletas. Fueron tardados e indiferentes, pararon su reloj en los 90.
Ambas cosas, desastre gubernamental y empobrecimiento, me hicieron hacer un breve pero rico viaje al estado. Me limité a la zona metropolitana. Hablé con la más diversa gente. Encontré un estado de ánimo surgente, alentado por la proximidad de las elecciones. La gente encendida planteaba un ahora o nunca como lema. Eso fue lo que derrotó al gobernador precioso y a sus gánsteres.
La elección que los derrotó no fue una confrontación ideológica, ni de partidos, ni siquiera de ofertas. Fue una confrontación para recuperar la decencia que necesita un hombre para vivir con dignidad. Para recuperar el orgullo íntimo de ser poblano. Pero también elevar la esperanza de que una nueva actitud, una nueva perspectiva ante la vida, una forma distinta de ver las cosas, con su consecuente seguridad en el futuro, trajeran serenidad al esfuerzo y rendimientos justos y accesibles.
Esperan también los poblanos que el nuevo gobierno sepa y quiera hacer justicia; que los cientos de enriquecidos confronten su hacer con la justicia. Esperan que este nuevo gobierno –que no debe sentirse ni panista, ni perredista ni comprometido con nadie–, se distinga por tanta vergüenza. Que no dude, sin afanes de venganza, a la hora de ejercer un acto de justicia que es parte de su mandato de protector del pueblo. Eso lo ratificaría.
No sólo ganó la sociedad. Ganó también el PRI. Ganó siempre que quiera aceptar la lección de que los casi ex gobernadores de Oaxaca y Puebla, fueron sus mejores hombres hace seis años. Ese partido los postuló y por lo tanto debe participar en el descalabro de sus administraciones. Inevitablemente debe compartir los costos de su devoción por prácticas viciosas. El nuevo PRI habla de la apertura de oportunidades para las nuevas generaciones, pero lo hace indiscriminadamente y hasta parece que es una meta el pronunciarse por jóvenes siempre que estos sean ignorantes y faltos de experiencia, cuando abundan los que tienen una sólida formación y pueden acreditar una razonable pericia. Visto así, Puebla y Oaxaca son experiencias aleccionadoras.