EL TRIUNFO ES DE LA CIUDADANÍA.

7 jul 2010

LAS VOCALES.
Ausencia Gómez.
A.
“Ganó Oaxaca” dijo el virtual gobernador electo, Gabino Cué. La afirmación es acertada porque hoy que muchos se suben al carro de la victoria, lo que está claro es que nadie, ningún partido de la coalición ni aún el mismo Gabino, con su indudable popularidad y carisma, pueden atribuirse por sí mismos el triunfo. Fue el gran triunfo de la ciudadanía, que rompiendo las amarras de la opresión, los rumores de violencia y llamadas a no votar, la que repitiendo lo hecho en el 2004 y el 2006, en una votación sin precedentes, decidió a través del voto, cobrarse afrentas múltiples en su contra, acumuladas en 80 años de cacicazgo priísta.
Se ha realizado una parte de la tarea, otras muchas están pendientes. Y de los pendientes surge la llamada de alerta a la coalición de partidos y a sus candidatos triunfantes, tienen ahora consigo un gran capital político, que no se les diluya en mezquindades, equívocos y pleitos por el pastel. No queremos verlos dentro de seis años como artífices involuntarios del retorno caciquil, votamos por un auténtico cambio para Oaxaca, no por sus lindas personas (aunque eventualmente lo sean).
E.
Ganó la ciudadanía oaxaqueña que se sobrepuso a la extorsión y el cohecho, a la intimidación y amagos de violencia, la ciudadanía que no se vendió por una despensa como lo hicieron varios traidores ya célebres por su desatino y “mala suerte” y que hoy se ven a sí mismos colgados de la brocha. A propósito de traidores, en un tiempo fueron prístas, luego opositores y en la campaña electoral, convenientemente regresaron al prinosaurio para según ellos, fracturar la oposición, ahora se ve, la fractura fue de ellos y su conciencia.
Ganó la ciudadanía que votó en ejercicio de su libertad y en un buen número no lo hizo únicamente por la coalición ganadora, ni siquiera por Gabino Cué, ni en contra del Sr. Pérez, lo hizo en contra del Ulises Ruiz y lo que representa, la parte caciquil, rupestre y retrógrada del priísmo. Lo hizo en contra del autoritarismo y la opresión política, contra la opacidad y corrupción en el manejo de los recursos públicos, contra la criminalización de la protesta social, el abuso impune del poder legal y la violación de las garantías constitucionales.
I.
En el crepúsculo del domingo 4 de julio, cuando se encendieron los megáfonos allá en la “Fuente de las ene regiones” tiempo antes del coro de ¡Ya gano, Gabino ya ganó! El primer grito de la garganta colectiva fue ¡Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó! Grito cuyo eco se prolongó hasta los confines de la entidad oaxaqueña. Grito de una conciencia colectiva que simbólicamente se transformó en el primigenio victorioso homenaje a los caídos en el 2006, a los caídos antes y después de ellos, en Huautla, Tuxtepec, Jicayán, en San Juan Copala y en otros muchos lugares del territorio sembrado de sangre.
¡Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó! Antes que cualquier otra expresión colectiva, explica con sustento la frase del virtual gobernador electo, Gabino Cué Monteagudo: ¡Ganó Oaxaca! Y de paso, aún sin ser definitivo, el triunfo provoca un derrumbe en la brecha anunciada por Peña Nieto en Tuxtepec durante el cierre de campaña del Sr. Pérez, el verdugo de Atenco dijo: En Oaxaca iniciará la brecha donde haremos el camino para que regrese el PRI a Los Pinos. Siguiendo con la jerga caminera que buenos dividendos les ha dejado, pues tendrá que irse con sus trascabos (Que son bastantes, por lo visto en la ciudad) a otra parte.
O.
Esta es la hora en que oportunistas de toda ralea y origen, coaligados con chaqueteros de especies múltiples, a empellones, pellizcos y manotazos, se empujan para subirse al carro victorioso. Los acomodaticios de siempre, por todos lados cambian de piel y vestiduras para estar a tono con los nuevos tiempos, la nueva cargada se apresta para sorprender y fraudulentamente ganar espacios. Son los de la marcha de la vergüenza, los de la radio ciudadana, los de los desplegados de apoyo a la represión, los que apenas ayer cantaron loas y calificaron de héroe al tirano.
La mala noticia para ellos es que la mayoría ciudadana conserva la memoria, ha oído sus dichos y visto sus acciones. Esta mayoría no votó por el cambio de trastos, ni por la transformación de perversos en bondadosos, lo hizo por un cambio auténtico, por la democracia participativa, no por autócratas de siempre. Y esa mayoría premiará o castigará con su voto dentro de 3 años, el cumplimiento de sus expectativas.
U.
Y vale detener el repique del triunfo por un momento. El gran paso que se ha dado, con todo lo que vale y significa, hoy todavía no incide en la modificación de siquiera un centésimo en los números indicadores que dan cuenta de la pobreza y el rezago que Oaxaca padece y le ubican en el contexto nacional como una de las dos entidades con más bajos índices de desarrollo y más altos índices marginación. Esa es la herencia maldita de un cacicazgo octogenario. Y seis años son muy pocos para modificar esta realidad sustancialmente.
Tampoco se ha tachado una coma siquiera del dictamen del la Suprema Corte de la Nación, ni se ha lavado la sangre de las víctimas. La reconstrucción del tejido social, la paz y el progreso, se consiguen teniendo como condición la JUSTICIA. La reconciliación es asunto privado de parejas, no votamos por eso. Votamos porque en la sociedad y gobierno priven la justicia, la vigencia de los derechos humanos, la tolerancia y respeto a la dignidad de la persona humana, por sobre intereses personales, de partidos y encamados.
El régimen se cimbra.
Víctor Raúl Martínez Vasquez.
Cuando un pueblo se levanta/ por pan libertad y tierra/ temblarán los poderosos/ de la costa hasta la sierra. Canción popular
Los pueblos suelen dar lecciones en momentos claves de la historia. Hay quien dice que la voz del pueblo es la voz de Dios.
El pueblo de Oaxaca ha dado una lección contundente al régimen autoritario que hemos padecido. A pesar de la guerra sucia, la propaganda fascista, el derroche multimillonario de recursos públicos en dádivas condicionadas, el clima de terror que se pretendió implantar para inhibir el voto, el pueblo, como en el 2006, salió masivamente y votó en contra de quienes consideró no merecía su apoyo: el gobierno actual y su proyecto de continuidad.
Los electores salieron en forma evidente, hicieron colas pacientemente y ejercieron su derecho de elegir a sus gobernantes y diputados. Cumplieron ejemplarmente.
Las elecciones del 2010, son históricas por varias razones:
En primer lugar porque son las primeras elecciones en que el PRI pierde la gubernatura después de 81 años. Primero como Partido Nacional Revolucionaria (PNR), luego como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y finalmente como Partido Revolucionario Institucional (PRI), había ganado hasta ahora todas las elecciones (aunque aún queda la duda del 2004 en las que el Trife decidió reconocerles el triunfo; aunque no así el pueblo llano).
Gabino Cué es el primer gobernador que no sale postulado de las filas de ese partido, llega además con una diferencia de más de 100 mil votos, lo que representa cerca del 10 por ciento arriba de Eviel Pérez Magaña. Con la legalidad de su parte el próximo gobernador contará con una indudable legitimidad. Habrá que reconocerle a Eviel que ha contribuido con ello al aceptar que los datos de las urnas no le favorecen. Gabino no deberá desaprovechar el "bono democrático" que el pueblo le ha dado.
En segundo lugar, porque el partido oficial perdió también el Congreso. Por primera vez el PRI no tendrá mayoría. De acuerdo con los análisis preliminares, el PRI tendrá alrededor de 14 de los 42 diputados. Incluyendo los de mayoría relativa y representación proporcional. El PAN podría lograr 13 o 14; el PRD quizás 10 u 11. La coalición en su conjuntó habrá logrado mayoría, alrededor de 27 diputados locales, lo que podría permitirle desmontar el andamiaje jurídico autoritario que ahora padecemos, ya sea con una nueva Constitución o una reforma constitucional radical que ponga en clave democrática el andiamaje jurídico autoritario que tenemos. Esperamos que los próximos diputados y diputadas aprovechen esta oportunidad que la vida les da y no defrauden al pueblo.
En tercer lugar porque se logró vencer el abstencionismo, el porcentaje de participación electoral fue prácticamente de 56 por ciento. Esto es muy significativo si consideramos que el promedio de participación a nivel nacional fue de 40 por ciento.
El abstencionismo en Oaxaca habrá quedado en este proceso en un 44 por ciento, mientras que a nivel nacional en un 60 por ciento. El pueblo entendió perfectamente el momento histórico que vivíamos y dio una lección de civilidad que a la vez obliga a una gran responsabilidad para los que fueron elegidos.
En cuarto lugar porque el pueblo logró lo que la actual Legislatura local le negó: hacer un juicio político a Ulises Ruiz por los sucesos del 2006 y las graves violaciones a los derechos humanos que le encontró la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En el colmo de su ignominia, Ulises pretendió dejar un heredero en el gobierno del estado y en la presidencia municipal de la ciudad de Oaxaca. Las elecciones del 2010, efectivamente, como lo han señalado diversos actores políticos y organizaciones sociales, fue una elección plebiscitaria. El pueblo condenó a Ulises Ruiz.
El régimen político oaxaqueño se está cimbrando, aun no podemos ver con amplitud cuales serán las repercusiones históricas de este proceso que en mi opinión es estructural; como he dicho en otros artículos, este proceso no empezó en el 2010, vienen de mucho tiempo atrás, las etapas más recientes fueron el 2004 y el 2006. Estas elecciones son parte de este proceso histórico. El PRI no lo pudo entender en el 2004 y le apostó a más de lo mismo: opacidad, corrupción, impunidad, represión, soberbia, mentira, difamación, etcétera.
Uno de estos resultados inmediatos es que la clase política priista, primera vez en Oaxaca, será oposición, y sin la ayuda del gobierno del estado, se redimensionará el peso real del PRI en la geografía estatal que, con todo y la derrota, ciertamente, tiene que reconocerse, constituye, hasta ahora, la primera fuerza partidaria del estado. Gabino no pretende su aniquilamiento, no es un asunto de venganzas, ha ofrecido reconciliación, pero a la vez, el pueblo espera justicia.