200 AÑOS GRITÁNDOLO

14 sep 2010

¡Muera el mal gobierno!
Álvaro Delgado

MÉXICO, D.F., 13 de septiembre (apro).- Nadie ama a su patria por ser grande sino porque es suya, decía Séneca, y por eso, al cumplirse 200 años del inicio de la gesta de Independencia, es válido exclamar que viva México, pero también se impone gritar, con indignación, la proclama de Miguel Hidalgo: “¡Muera el mal gobierno!”
Sí, muera el mal gobierno, porque los sustitutos del priato han dado a los mexicanos en una década más de lo mismo.
Porque, de ser echado el PAN de Los Pinos en 2012, seguirá administrándose la misma dosis.
Porque, como partido de derecha, no tiene proyecto de nación, sino de facción.
Muera el mal gobierno, porque Felipe Calderón comete la insolencia de sentirse la patria.
Porque incumplió su compromiso de moderar la opulencia y la indigencia.
Porque el alza de impuestos y la creación de nuevos, así como los incrementos en precios de gasolinas y la electricidad, perjudican a los más pobres.
Porque se somete a la opulenta élite y le permite no pagar multimillonarios impuestos.
Porque se sigue arrojando al infierno de la pobreza a más de la mitad de los mexicanos y se sigue acumulando fortunas al amparo del poder.
Muera el mal gobierno, porque la corrupción y la impunidad lo han penetrado hasta la médula.
Porque vale más las complicidades con Juan Molinar y el parentesco con Margarita Zavala que la vida de 49 bebés de la guardería ABC.
Porque han empujado al tobogán del olvido y la impunidad los asesinatos de los niños Almanza, de los 15 adolescentes en una fiesta en Ciudad Juárez, de los dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey, de la señora Gabriela Pintado Terroba…
Porque la comisionada del Instituto Nacional de Migración (INM), Cecilia Romero, se mantiene en el puesto sobre los cadáveres de 72 indocumentados asesinados en Tamaulipas.
Porque desprecia a Diego Fernández de Cevallos y no quiere aclarar su secuestro.
Porque su “guerra” ha producido carnicerías cotidianas que ya superan los 30 mil muertos.
Porque mientras combate a cárteles “malos”, como Los Zetas, los que encabezan el “bueno”, Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, pasean por donde les da la gana.
Porque los engaños sobre la captura de Edgar Valdés, La Barbie, sólo ratifican lo que sustenta al grupo gobernante: La mentira.
Muera el mal gobierno porque se entrega el patrimonio nacional a los magnates Germán Larrea, del Grupo México, y Emilio Azcárraga, de Televisa.
Porque Televisa ya no es sólo la secretaría de Educación, sino el suprapoder nacional.
Porque no sólo el crimen silencia a los medios de comunicación, sino el dinero público a carretadas y ha vuelto alcahuetes a periodistas que hasta se muestran como honorables.
Porque la militarización de la República, que la propaganda oficial y oficiosa atribuye a la “valentía” de Calderón, esconde los apetitos de represión.
Porque cada que Calderón convoca a la unidad, hace todo para dinamitarla.
Muera el mal gobierno, porque en la opulenta banalidad del Bicentenario exhibe que confunde lo grandiosos con lo grandote.
Porque, ignorante, quiso liquidar a Pedro Moreno y Víctor Rosales como héroes de la Independencia.
Porque, supremo ignorante de la historia, ha dejado en el olvido y en el abandono a sitios clave de la Independencia y desdeña la Revolución.
Porque, al fin fanático, se somete al clero vociferante que excomulgó a los insurgentes.
Muera el mal gobierno, porque, en vez de editar masivamente Los Sentimientos de la Nación, presentados por José María Morelos y Pavón el 14 de septiembre de 1813, para discutir su vigencia, Calderón hizo escribir la historia a su conveniencia y, sobre todo, sepultar la fraudulenta elección de 2006.
En Historia de México, el libro editada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) que se pretende sea la historia oficial del panismo, hay por lo menos un capítulo falaz. Es el titulado “México contemporáneo (1988-2008)”, cuyo autor contratado por el gobierno de Calderón, Enrique Krauze, describe que la elección de 2006 fue impecable:
“En los meses anteriores a la elección del 6 de julio de 2006 el país se polarizó entre los partidarios del Peje (sic) y sus críticos. El propio político tabasqueño, creyendo que su ventaja era definitiva, cometió varios errores tácticos que a la postre, para sorpresa general, determinaron su derrota ante Calderón por estrechísimo margen. Durante el último semestre de 2006 (el periodo de la elección y la toma de posesión) el país vivió momentos de peligrosa tensión, pero la civilidad privó sobre la provocación y las amenazas de violencia. El 1 de diciembre de 2006, Felipe Calderón tomó posesión y dio inicio al segundo periodo presidencial del PAN.”
Y enseguida, el autor colma de elogios a Calderón:
“De un estilo discreto y ejecutivo que contrasta vivamente con el de su antecesor, Calderón se propuso asumir y enfrentar una guerra que México había postergado por demasiado tiempo: La lucha frontal contra el crimen organizado.”
Muera el mal gobierno, en fin, porque la propaganda multimillonaria de Calderón ya tiene hartos a los mexicanos, a los que desprecia.
Aun así, no es hora de guardar silencio. ¡Viva México! ¡Muera el mal gobierno…!
La patria del desacuerdo
MARCO RASCÓN
Y llegó septiembre, identificado en México por ser el mes de la patria, el de la aspiración a ser una nación independiente, en medio de los imperios globales que lo rodean, tanto los de ultramar como el del norte brutal que se alimenta desde siempre, de nuestros enfrentamientos y debilidades. Hoy anexados de la peor manera, perdimos la noción de la Independencia y la hemos sustituido por un elemental separatismo.
Septiembre (vendimiario), en particular el 22, fue marcado por la Convención Nacional Francesa en 1792 como la fecha del nacimiento de una nueva era en la humanidad, bajo la libertad, igualdad y fraternidad, pues el día del equinoccio de otoño representaba la igualdad entre el día y la noche y, por tanto, la aspiración que debía lograr la humanidad. El nuevo calendario de la revolución se hizo ciencia política con el 18 brumario escrito por Carlos Marx o el concepto del termidor, como sinónimo de golpe o retroceso.
El movimiento de independencia en México, forma parte de las corrientes de pensamiento y acción surgidas de la revolución francesa. La distancia entre la Bastilla y Dolores, Guanajuato, son escasos 21 años y el grito ¡Viva Fernando VII!, de Miguel Hidalgo, tiene que ver con la guerra de Independencia de España contra Napoleón.
De ahí, en gran medida los valores que enarbolaron los independentistas mexicanos en la construcción de un Estado y una nación con destino propio. En lo interno, los Sentimientos de la nación con la vocación originaria de ser república, contra lo que se impuso al consumarse la Independencia y se definió como imperio mexicano.
De ahí en adelante, han sido 200 años de desencuentros a través de nuestras constituciones. Desde la lucha entre república o imperio; entre república centralista o federada; las luchas por la integridad territorial y la noción de soberanía. La nula relación entre la hacienda pública y la representación política, es decir, la inexistencia histórica de una hacienda pública, equitativa fiscalmente, de crédito público y de fomento para favorecer la producción interna. La disputa entre un Estado laico o el dominado por la jerarquía religiosa. Divididos entre la disyuntiva de América Latina o aceptar los principios de la Doctrina Monroe y entregarnos al destino de Norteamérica.
Bajo nuestro desacuerdo histórico, perdimos gran parte del territorio en 1848. Luego en 1864, el imperio francés y el austrohúngaro, en su decadencia, nos hicieron el punto donde se dirimió la hegemonía estadunidense en el continente frente a las potencias europeas en proceso de salida en toda Latinoamérica. La globalización de la época nos hizo presas de sus conflictos y la lucha de los mercados, como ahora, donde nuestra violencia y nuestros muertos son el pago para fijar el precio de las drogas de consumo ilegal en el mundo, así como el trabajo de los inmigrantes, a los cuales no se les reconoce ningún derecho y sirve para mantener los precios en las economías centrales.
Al llegar a septiembre en un país de simbolismos, visiones cíclicas, agoreros, mesiánicos, restauradores cínicos y vividores de las catástrofes, la llegada de 2010 era un punto en el trazo de 1810 y 1910, lo cual no da lugar a una simple conmemoración, sino la espera del cumplimiento de sus fantasías.
Hace 100 años, en las fiestas del centenario de la Independencia, en México no se conocía la palabra crisis económica. Ya los ánimos políticos habían madurado con el progreso y el régimen porfirista mostraba rasgos de decadencia por resistencia al cambio.
En el México actual, la paradoja es que estamos a 10 años de distancia de que el viejo régimen priísta fue sustituido en la Presidencia de la República, pero no su cultura política. Vivimos un priísmo sin PRI en la Presidencia. Hoy, México cuenta con las más grandes reservas monetarias de su historia; se dice que vivimos en democracia, pero el país tiene una sociedad económicamente polarizada, con niveles de pobreza cada vez mayores; falta de empleos, instituciones públicas y de bienestar desprestigiadas; descomposición, desencanto social; miles de homicidios y homicidas; epidemias; una cuarta parte del país bajo el agua, inundada; desastres naturales y una clase política que va, de la oposición formal a la gobernante, incapaz de crear un mínimo de certeza.
Como este septiembre de 2010, muchos esperan que llegue 2012 para que se cumplan sus fantasías, como si las fechas por sí solas pudieran hacer lo que no se prepara con visión.
Para 2012, como ahora en este 2010, puede suceder todo y no puede suceder nada, pues la actitud de origen viene de un desacuerdo muy profundo, no superado, que creyendo que al hacerlo historia nos uniría, pero que hoy, todos los viejos fantasmas de nuestras divisiones están presentes, para acrecentar las divergencias y de nuevo ponernos a merced de las rapiñas de un mundo que observa cómo nos destruimos.
Habría que preguntar a los antiguos checoslovacos o yugoslavos cómo hicieron su obra, pues buscamos imitarla sin medir las consecuencias.
Los ch’ol, de Tila, Chiapas: lejos de las celebraciones y de la justicia
MAGDALENA GÓMEZ

Para las luchas territoriales contemporáneas que los pueblos indígenas han emprendido no existe horizonte de celebración, ni centenaria ni bicentenaria, ni siquiera tienen evidencias para hacerlo ante el tercer aniversario de la aprobación de una declaración que les llevó veinticinco años de trabajo para que se aprobara en la Organización de Naciones Unidas.
Los magros informes oficiales sobre la traducción en lenguas indígenas de este instrumento internacional no se compadecen de las realidades que enfrentan los pueblos para hacer valer sus derechos. Sólo un botón de muestra: el pueblo ch’ol, en el ejido de Tila, Chiapas, fue afectado con el despojo de 130 hectáreas de su territorio, ocupadas de manera inconstitucional por el H. ayuntamiento municipal de Tila, a raíz de la publicación del decreto número 72 del 17 de diciembre de 1980, emitido por el gobernador y el Congreso del estado de Chiapas. En su defensa tramitaron un juicio de amparo, el 14 de abril de 1982 (259/1982), ante el juzgado primero, el cual fue resuelto 26 años después de su presentación, el 16 de diciembre de 2008, concediendo el amparo al ejido de Tila y ordenando al H. ayuntamiento municipal de Tila, al gobernador del estado de Chiapas, al Congreso del estado de Chiapas y al Registro Público de la Propiedad y del Comercio la restitución inmediata de las tierras al ejido Tila y la cancelación de todo tipo de escrituras que privatizaran las mismas. Para su fortuna la justicia pronta y expedita que establece la Constitución les favoreció. Se trataba entonces de entrar en la fase de ejecución de sentencia cuando la asamblea general se enteró de que su abogado promovió un incidente de cumplimiento sustituto, lo cual implica que ellos aceptarían un mecanismo distinto a la recuperación de tierras, esto es, una indemnización. Ante ello, encontraron apoyo en el Centro Fray Bartolomé de las Casas para tramitar el desistimiento del referido incidente y, parece increíble, el juez primero de distrito, en acuerdo de fecha 20 de agosto de 2010, les rechazó la petición, colocando su voluntad por encima de la de los titulares del derecho ya reconocido en una sentencia de amparo. En dicho acuerdo se argumentó la denegación en razón de que existe imposibilidad física y material de cumplir con la sentencia, por lo que procede la indemnización por esas tierras y que aceptar el desistimiento implicaría retardar aún más su ejecución en perjuicio de los intereses del ejido de Tila.
Hasta ahora, la defensa se ha basado en la legislación agraria vigente, pues, como bien sabemos, los pueblos indígenas no habían sido reconocidos como tales y su resquicio legal desde 1917 fue el reconocimiento como ejidos o comunidades. Si bien en 1982, fecha del amparo, no existían disposiciones legales en favor de los pueblos, en 2008, cuando se emitió la sentencia favorable, ya se contaba con el Convenio 169 de la OIT, con la Declaración de Naciones Unidas sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y con el texto de la contrarreforma indígena de 2001, que dice que reconoce autonomía y libre determinación. Toda esa normatividad debe implicarse en las decisiones que se adopten en relación con el pueblo ch’ol; sin embargo, no se está considerando que se está juzgando un caso de defensa territorial, así como de su autonomía. Al restituirles, como corresponde, sus tierras ellos entrarían en un proceso interno de negociación con quienes ocupan actualmente las tierras que les fueron despojadas y lo harían desde una posición de autoridad, que lo son. La lógica del dineroducto para resolver problemas aparentemente agrarios va en contra de sus derechos como pueblos.
Ante el atropello del juzgado primero de distrito, interpusieron un recurso de queja en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual resolvió derivar al tribunal colegiado del vigésimo circuito de Tuxtla Gutiérrez para que decida en torno al recurso de queja. Ojalá tengan en cuenta, como anota su defensa, que se trata de un pueblo indígena con derechos específicos y que impartir justicia es restituirles la porción de territorio que les fue despojado hace 30 años, como ya fue reconocido en la sentencia de amparo en su favor.
Éste es el tipo de conflictos en que siguen inmersos los pueblos indígenas y a los que estaría llamado a aplicarse el derecho del que son titulares. Treinta años después de un despojo siguen peleando y transitando por las muy estrechas veredas que les ofrece la administración de justicia. Por lo pronto, el día de mañana 15 de septiembre de 2010 el pueblo ch’ol en el ejido de Tila emprenderá una movilización acompañado por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas. Ésa será su manera de mostrar que mantiene vivas sus demandas.
Mientras, el Estado mexicano olvida que amplios sectores de la población no encuentran razones para celebrar los saldos de las revoluciones donde sus ancestros fueron carne de cañón.