EL ENGAÑO MEDIATICO

8 sep 2010

La sucesión de Peña Nieto
Jenaro Villamil

MÉXICO,DF, 7 de septiembre (apro).- Faraónico, pensado para impactar y no para convencer, el quinto informe de gobierno del mexiquense Enrique Peña Nieto tuvo dos mensajes fundamentales en medio del despilfarro mediático de casi 100 millones de pesos:
1. La exaltación de su figura en el momento en que su gobierno comienza su declive e inicia la guerra interna en las filas priistas para suceder al sobrino de Arturo Montiel y de Alfredo del Mazo. El objetivo central era decirle a todos los adelantados y suspirantes: en 2011 el copetazo será de Peña Nieto, de nadie más.
2. Lanzar una proclama en contra de las alianzas electorales como una forma implícita de reconocer que el PRI puede ser derrotado en el Estado de México si fuerzas como el PRD y el PAN se alían, y también como un reconocimiento claro de que el principal derrotado en las alianzas estatales de 2010 fue el propio Peña Nieto.
Para nadie es un secreto que él apostó por las victorias del PRI en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, que invirtió muchos recursos como lo ha hecho en otras contiendas estatales y que “la tasa de retorno” político (es decir, votos y dinero para su precampaña) no será posible.
En otras palabras, Peña Nieto se puso la propia soga al cuello. El mismo determinó que si su sucesión en 2011 no garantiza la unidad en las filas priistas y suceden rupturas de grupos políticos, su proyecto de candidatura para el 2012 se verá profundamente afectado. Así lo reconoció en su última respuesta a la cómoda entrevista que Joaquín López Dóriga le hizo para Canal 2, el lunes 6 de septiembre:
“Quiero ver cómo entrego mi estado y en un año tomaré una decisión”, respondió el gobernador del telepromter al ser cuestionado sobre sus aspiraciones presidenciales.
Distintos medios captaron que la “nota política” del V Informe de Gobierno mexiquense la dio el excandidato presidencial priista, Roberto Madrazo, quien se salió de la maratónica carrera por la sucesión del 2012 y estableció que sólo hay dos posibles candidatos de su partido: Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones.
Aún más, Madrazo les dio el “beso de la bruja” a los dos: afirmó que existe un pacto de no agresión entre ambos políticos. Expresión de deseo o mensaje salido de ultratumba, Madrazo determinaba así que si no existe unidad, la recuperación de la Presidencia de la República para el PRI será muy difícil.
La animadversión de Peña Nieto a las alianzas es directamente proporcional al grado de división que existe ya en las filas del PRI para sucederlo. En torno a la candidatura del Revolucionario Institucional para el 2011 orbitan cinco personajes:
--Alfredo del Mazo Maza, alcalde de Huixquilucan, el heredero en línea directa de la dinastía familiar de Atlacomulco, nieto e hijo de exgobernadores y de excandidatos presidenciales. Sus dos problemas principales son: el caso Paulette y la presencia del capo del narcotráfico, Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, en los territorios de este municipio conurbado.
Huixquilucan es la expresión de la peor polarización social en el Estado de México: los más marginados conviven con los potentados y juniors emblemáticos de esta nueva era de los golden boys.
--Ernesto Nemer, coordinador actual de la bancada del PRI en el Congreso local. Se ha convertido en el candidato principal de dos exgobernadores con oficio político y enorme capacidad de intriga: Emilio Chuayfett y César Camacho Quiroz. Nemer tiene el dinero de una comunidad libanesa muy fuerte en la entidad y puede ser el puente entre una generación y otra de políticos profesionales. Por supuesto, no tiene las credenciales de la dinastía Del Mazo-Nieto-Monroy-Montiel.
--Luis Enrique Miranda Nava, secretario general de Gobierno, es el más cercano al círculo personal, político y de negocios de Enrique Peña Nieto. Ambos provienen del gobierno de Arturo Montiel. Formaron parte de los golden boys. De hecho, es el gobernador en funciones mientras su jefe se dedica a promoverse en toda la República y en el extranjero. Su posición está sumamente desgastada por sus desplantes autoritarios, su intromisión en el caso Paulette y la ola de inseguridad que vive el Estado de México. Los secuestros han aumentado 64% y tan sólo en lo que va del año suman 401 los ejecutados.
--Luis Videgaray, presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, es la opción de la tecnocracia. Alumno de Pedro Aspe Armella, artífice de la reestructuración de la deuda en el Estado de México, Videgaray tiene el apoyo del gran capital que ha invertido en la entidad, pero no cuenta con trabajo ni redes electorales. Jugará un papel protagónico en la negociación del Presupuesto de Egresos para 2011.
--Erubiel Avila, alcalde por segunda ocasión de Ecatepec, la “joya de la corona” electoral del Estado de México, ya que es el municipio más grande del país, representa 12% del padrón estatal, tiene cuatro distritos locales y cinco federales (aunque usted no crea esta contradicción). Avila es un operador clave en el gobierno de Peña Nieto, aunque carezca de las credenciales familiares necesarias para una sucesión dinástica.
Entre algunos de estos cinco personajes se dará la sucesión de Peña Nieto. Puede surgir otro. Y si eso ocurre, Peña Nieto desde ahora quiere conjurar la posibilidad de que una ruptura en el priismo mexiquense provoque el fenómeno de Malova (en el caso Sinaola) o de Angel Aguirre (en el caso de Guerrero). El temor de que esto suceda provocó que el mandatario mexiquense pronunciara la frase más denostada de su Informe:
“La delincuencia no es el único riesgo que enfrenta el país, hay otra grave amenaza: la lucha del poder por el poder mismo que desvirtúa la democracia. Se promueve una democracia sin contenidos, donde por el solo fin de obtener el poder se negocian alianzas entre proyectos antagónicos”.
¿A quién realmente iban dirigidas estas palabras? Sólo Peña Nieto y sus asesores de discurso, tan dados a los mensajes crípticos, lo saben cabalmente.
En apariencia, era un veto a la posibilidad de que PAN y PRD se aliaran, como si él mismo no hubiera llegado a la gubernatura en 2005 como resultado de una alianza entre PRI y Partido Verde. Los partidos pequeños en este contexto jugarán un papel fundamental, pero también las divisiones al interior del PAN y del PRD.
Por lo pronto, este miércoles 8 de septiembre se presenta en el Congreso mexiquense una iniciativa de reforma constitucional para ponerle candados a las candidaturas comunes y coaliciones. Peña Nieto va con todo a nombre, según él, de la democracia. En realidad, el fantasma de que le surja otro Isidro Pastor le recorre el copete.
El Estado laico no necesita el perdón de Dios
FERNANDO DEL PASO /II Y ÚLTIMO
I. La Iglesia y la ignorancia
Dijo el obispo: el pueblo mexicano no es laico.
Tiene razón: los pueblos no son laicos. Los individuos no son laicos. Son los estados los que son laicos. Son las instituciones las que son laicas.
Pero el obispo, y con él la Iglesia, fingen ignorarlo, y le echan la culpa del laicismo a Satanás. De la misma manera que los antisemitas lo atribuyen a una conspiración judeomasónica o algunos intelectuales musulmanes lo acusan de ser un producto puro del judaísmo talmúdico, o como los anticomunistas lo endilgan a Carlos Marx.
La Iglesia finge ignorar que el propio Marx, y con él Engels, y con ello los promotores del laicismo en Francia: Condorcet, Aristides Briand y Jean Jaurés, advirtieron sobre el peligro de una visión del mundo basada en el odio hacia la religión.
La Iglesia prefiere no saber que en el siglo XVIII, el más jacobino de los jacobinos, Robespierre, condenó al anticristianismo feroz de la Revolución Francesa.
La Iglesia, al menos la Iglesia mexicana, prefiere pensar que el Estado laico fue la invención de un partido político mexicano.
La Iglesia olvida que la formulación del laicismo como una doctrina que preconiza la independencia del hombre, la sociedad y el Estado frente a todo tipo de influencia religiosa o eclesiástica, apareció en la Baja Edad Media. Esto lo afirma el Diccionario de ciencias jurídicas, políticas, sociales y de economía, dirigido por Víctor de Santo.
La Iglesia olvida que la inviolabilidad entre las dos jurisdicciones –que son la propia Iglesia y el Estado– fue configurada desde finales del siglo V, con la anuencia del papa Gelasio I, con la imagen de las dos espadas que no pueden empuñarse con una sola mano. Con una de ellas se defiende a la Iglesia. Con la otra, al Estado.
La Iglesia mexicana no sabe que el laicismo –o laicidad– fue enarbolado como defensa de la recién nacida Tercera República francesa, a la que se unieron protestantes y judíos, atemorizados por el dogma de la infalibilidad papal, promulgado por Pío IX, el Papa que en un documento, el Syllabus, anexo a su encíclica Quanta cura, condenó como un error la opinión en el sentido de que el pontífice romano puede y debe reconciliarse, y estar de acuerdo, con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna. Esto no era sino un eco de la declaración hecha varios siglos antes por Pío VI, quien no había vacilado en condenar como sacrilegio la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, así como la libertad de expresión. En su encíclica Quod aliquantum dijo que no podía imaginarse tontería mayor que tener a todos los hombres por igual y libres.
En Francia, una vez adoptado el laicismo por la República, no tardó en aplicarse a la enseñanza pública. Se hizo célebre una frase de Adophe Crémieux: El cura a la iglesia y el profesor a la escuela, y quien fuera ministro de Instrucción Pública de 1879 a 1885, Jules Ferry, puso en vigor la ley del 28 de marzo de 1882, que confirió a la enseñanza primaria las características de gratuidad y laicismo. Al mismo tiempo, se prohibió la enseñanza religiosa en las escuelas primarias del Estado.
Siete años más tarde, en México, y sin duda inspirado por la legislación francesa, el llamado Primer Congreso Pedagógico Nacional postuló también la instrucción primaria, laica, obligatoria y gratuita, cuya ley reglamentaria entró en vigor en 1892.
Francia presume de haber sido el país que inventó el Estado laico. Así fue, pero no todos los avances del laicismo en Occidente se han debido a los franceses.
Por ejemplo, fue sólo hasta 1905 que se estableció, en Francia, la separación definitiva de la Iglesia y el Estado. Esta separación había ya tenido lugar en México casi medo siglo antes.
Y esto es un orgullo para México.
Pero...
II. ¿Qué tan laico es el Estado mexicano?
En México, en el Estado laico mexicano, la Iglesia católica está exenta de pagar impuestos. No paga impuesto sobre la renta. No paga IETU. No tiene, siquiera, la obligación de hacer una declaración fiscal anual. Y este extraordinario privilegio, una de las tantas, quizás la peor de las varias aberraciones del sistema tributario mexicano, no fue concedido por un gobierno panista. Viene de lejos.
Esto quiere decir que la Iglesia mexicana, de todos esos inmensos ingresos destinados a engordar las arcas del Vaticano y las suyas propias, no dispone de un solo centavo destinado a enriquecer el erario nacional.
Quiere decir que la Iglesia no participa, ni con una décima de centavo, en la lucha contra la inseguridad y el crimen.
Que la Iglesia no contribuye, ni con una centésima de centavo, a la educación del pueblo mexicano.
Que la Iglesia, que con sus ingresos le alcanza y sobra para pagar los jugosos salarios de sus obispos, arzobispos y cardenales, sus palacetes, sus viajes a Roma, sus automóviles y sus choferes, sus inscripciones en los clubes de golf, no colabora, ni con la milésima de un centavo, a la salud del pueblo mexicano.
Y quiere decir que el Estado mexicano financia, cuando menos en una tercera parte, todos los gastos de la Iglesia mexicana. Quiere decir que el Estado que se llama laico, es sólo laico a medias.
Y esto es una desgracia para México. Esto es corrupción. Corrupción de la Iglesia y corrupción del Estado. Equivale a un soborno que el Estado le paga a Iglesia para tenerla tranquila y callada.
Es la Iglesia mexicana la que necesita el perdón de Dios, y el de sus fieles. Es el Estado quasi laico mexicano, el que necesita el perdón de los mexicanos.
El 2010 sería una magnífica oportunidad para que en este 15 de septiembre, y en nombre de la libertad, el presidente incluyera, en el Grito de Independencia, la expresión ¡Viva el Estado Laico Mexicano!
Lo invito, con todo respeto, señor presidente Felipe Calderón, a hacer así, y a restaurar la integridad de nuestro laicismo.