INDEPENDENCIA ¿CUAL?

10 sep 2010

La deshonra
LUIS JAVIER GARRIDO
El bicentenario del inicio de la Revolución de Independencia lo pretende conmemorar un gobierno que es la expresión de un poder oligárquico antinacional, y que no ha hecho otra cosa desde que se instaló en 2006 por la vía del fraude electoral que la de seguir con profunda convicción comprometiendo la Independencia de México, por lo que no es de sorprender que el resultado de esta intentona esté resultando patético para sus intereses y ofensivo para el pueblo mexicano.
1. La realidad de los hechos es irrefutable: las conmemoraciones de la Independencia no las puede organizar ni encabezar el gobierno de Felipe Calderón, que durante cuatro años ha entregado ilegalmente al capital extranjero los recursos estratégicos de la nación, ha aceptado la injerencia del gobierno estadunidense en el control de los aparatos de seguridad del Estado, ha sometido a las fuerzas armadas al control de agencias de Washington y está aplicando en contra de los derechos de los mexicanos políticas económicas y sociales dictadas por instancias financieras internacionales, desde el FMI y el Banco Mundial hasta el Departamento del Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos: un gobierno que no ha hecho otra cosa que atentar contra la independencia nacional y que, para colmo, ahora utiliza una supuesta “guerra contra el narco”, que le impusieron los halcones republicanos, para terminar de desmantelar a la nación.
2. Las declaraciones de Hillary Clinton, la secretaria de Estado estadunidense, el miércoles 8, sentenciando en Nueva York que la situación de México se asemeja a la de la Colombia de hace 20 años, ya que los cárteles controlan parte del territorio nacional, por lo que ya se sabe somos un Estado fallido que amenaza la seguridad de su país (lo que les daría derecho a intervenir contra esas organizaciones terroristas), ilustran esa connivencia entreguista del gobierno de Calderón con Washington, pues a cambio del aval de la administración Bush a su elección fraudulenta en 2006 les ha hecho todo género de concesiones.
3. Felipe Calderón y los panistas no tienen autoridad moral ni política para hablar siquiera de la Independencia, y sabiéndolo no se les ve convicción al pretender un supuesto entusiasmo por los festejos, y sin embargo, parodiando a Porfirio Díaz, que hace 100 años conmemoró a su manera el primer centenario, se han lanzado en una empresa de simulación. Díaz edificó en 1910 fastuosos edificios y monumentos de toda índole, reabrió la universidad y buscó reafirmar los valores patrios, y a pesar de sus políticas dictatoriales y su subordinación al capital extranjero tenía al menos una visión de la nación y una capacidad de organización de la cual carecen los panistas, que son mucho más entreguistas al exterior y prepotentes al interior que el general oaxaqueño y resultan incapaces de levantar monumento alguno ni de impulsar ninguna conmemoración.
4. No debe olvidarse en este contexto que la verdadera celebración en 1910 de los 100 años del inicio de la Independencia fue la que llevaron a cabo amplios sectores del pueblo, levantándose en armas para iniciar la Revolución Mexicana, que fue una prosecución de la lucha de un siglo atrás por la independencia política y económica y los derechos del pueblo.
5. Las acusaciones que desde la derecha se le han hecho a Calderón por su ineptitud para organizar una conmemoración nacional y derrochar 2 mil 700 millones de pesos en festejos indignos (la mitad de ellos en las fiestas del 15 y el 16), sin haber edificado nada, como lo señalaban el día 8 locutores de Televisa, no tocan desde luego el fondo de la cuestión de la conmemoración de la que ellos son cómplices, y es el hecho de que el gobierno y las corporaciones que lo sostienen están buscando en una campaña mediática sin precedentes mistificar la historia nacional, tergiversando los hechos, ridiculizando la gesta del pueblo y caricaturizando a los dirigentes del movimiento de Independencia. Ya ingenieros y arquitectos de prestigio han denunciado la paradoja de que el principal monumento conmemorativo, que no se concluyó en la capital por la ineptitud oficial, sea una supuesta torre de luz edificada con presupuesto multimillonario en Europa y sólo con elementos extranjeros, pero falta hacer la crítica de la versión del poder sobre la Independencia.
6. Tan grave es esto como que se haya buscado integrar en el desfile del 16 a contingentes armados de Estados Unidos, España, Francia o Inglaterra, países que a lo largo de estos dos siglos han atentado con múltiples intervenciones contra la Independencia de México, pues esto no puede tener otra interpretación que la de un agravio premeditado de Calderón y sus amigos al pueblo mexicano y a su irrenunciable vocación de independencia. Las fuerzas estadunidenses han intervenido en innumerables ocasiones en territorio nacional, desde la invasión de 1846-1848, que culminó con el robo de más de la mitad de nuestro territorio en una de las agresiones armadas más indignas de la historia.
7. La telenovela de Televisa Gritos de muerte y libertad constituye otro verdadero insulto al pueblo de México, pues al margen de su deplorable producción busca tergiversar los hechos, negándole razones al pueblo para el levantamiento y presentando a sus dirigentes como cobardes carentes de ideas con el pretexto de que eran hombres contradictorios. Hidalgo, Morelos y Guerrero eran hombres de gran claridad de pensamiento y buscaban cambiar las estructuras del poder.
8. La Revolución de Independencia, no obstante lo que dice el historiador derechista estadunidense Eric Van Young en Letras Libres 141, de lo que sostiene Enrique Krauze en su nuevo libro De héroes y mitos (Tusquets 2010) y de lo que torpemente presentan Televisa y la oligarquía en el poder, fue una verdadera revolución. El yugo español significaba para los insurgentes el sistema de opresión que se había instaurado por casi tres siglos, sustentado en la negación de los derechos del pueblo y la concentración de la riqueza y del territorio nacional en las manos de los clérigos y militares gachupines. Por eso Hidalgo decretó en Guadalajara en 1811 la abolición de la esclavitud, Morelos reivindicó en sus Sentimientos de la nación en 1814 la soberanía popular para construir otro orden económico y social, Vicente Guerrero sancionó en 1828 las leyes de expulsión de los españoles del territorio nacional y Gómez Farías intentó la reforma en 1833, la que Juárez culminaría un cuarto de siglo después.
9. La historia mexicana tiene una ejemplar continuidad pues el pueblo ha reafirmado su vocación soberana en la búsqueda incesante de la independencia, que hoy como en el pasado se halla confiscada por una minoría. La revolución de Ayutla así lo reconoció en 1855, al limitar el poderío económico y social de la Iglesia, como la Revolución de 1910, que al reivindicar el derecho de los mexicanos a la tierra, el trabajo, la educación y la salud hizo hincapié en su continuidad con el movimiento insurgente.
10. El grupo en el poder, que ha deshonrado la Independencia, es el heredero de las peores fuerzas conservadoras que han atentado contra los derechos del pueblo y, por lo tanto, su ficción de celebración no puede ser la de la mayoría de los mexicanos.
Masacre de migrantes, corresponsabilidad gubernamental
Sara Lovera

Transitar debía ser un derecho,
y también acceder a la hospitalidad de los países.

MÉXICO, D.F., 9 de septiembre (apro).- El asesinato colectivo de al menos 72 migrantes de Centro y Sudamérica, hecho conocido el 24 de agosto último y resultado de una cadena de atrocidades, hace preguntarse a muchas personas: ¿desde cuándo México es el guardián de la frontera de Estados Unidos? y ¿cuántas cosas más estarán sucediendo?
La masacre nos remite indiscutiblemente al “recuerdo de los miles de migrantes muertos en los últimos años en su intento de cruzar las fronteras en todo el mundo”, reflexiona Reyna Carretero, filósofa y doctora en Ciencias Políticas, autora de un diagnóstico sobre migrantes en la ciudad de México.
Ella señala que en este horrendo hecho cabe pensar en un “cinismo inconcebible que el Estado mexicano pretenda evadir su responsabilidad culpando al crimen organizado”, cuando es posible que suceda con la anuencia visible de las autoridades migratorias del país.
Los hechos sucedieron días antes de que se realizara el Foro sobre Ciudades Interculturales y Movilidad Humana, organizado por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades del Gobierno del DF, que dirige la doctora María Rosa Márquez, precisamente para examinar y acordar cómo debiéramos enfrentar el fenómeno de traslado por las fronteras de miles de personas y cómo lograr que las ciudades de recepción se conviertan en ciudades hospitalarias, amables, y que reconozcan los derechos de los migrantes.
Con motivo de ese foro, la Ciudad de México fue reconocida como una ciudad hospitalaria por el Consejo de Europa, anuncio oscurecido por las noticias, siempre tremendas de la realidad que vivimos en México.
La filósofa Reyna Carretero es también promotora de una iniciativa de ley en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), que fundada en el Artículo cuarto de la Constitución mexicana podrá establecer algunos mecanismos para reconocer los derechos humanos de quienes migran a esta metrópoli, además de que pretende dar un marco legal a esas personas, que siempre se trasladan por razones importantes. La más evidente, en estos tiempos, es la de carácter económico, puesto que el capitalismo salvaje obliga a miles y miles de pobres a buscarse la vida en otras latitudes.
Hasta ahora la ausencia de una ley que reconozca los flujos migratorios forzados de Centroamérica y del sur del país ha generado estos desastres, elevados a grado máximo por el egoísmo humano, la incapacidad para reconocer al otro, a la otra, a quien se considera extraño.
Una ley que pudiera transparentar el significado del desarraigo, la soledad en que se convierte la vida de miles y miles de seres humanos obligados a salir de su espacio, buscándose la vida o simplemente el trabajo que sostendrá esa vida.
En el foro, la doctora Márquez dijo que se trata de algo que no pensamos, ya que la Ciudad de México es una ciudad de inmigrantes y emigrados, esos que pretendemos defender desde aquí y sufren las desgracias más terribles en su afán por cruzar hacia Estados Unidos.
Sin embargo, y aun cuando el foro no logró concitar el interés que debiera, por las muchas ausencias inexplicables y la noticia que llegó cargada de dolor humano y un tufo de corrupción desde Tamaulipas, quedó claro que el signo que espera a quienes cruzan las fronteras es exclusión y marginación, grandes problemas a resolver, ya que impacta en los indicadores de bienestar y desarrollo, y es un obstáculo para la coexistencia pacífica.
Encima, la Ley Federal de Población --como dice la experta-- está atrapada en su anacronismo desde 1974, con algunas enmiendas de corte antiinmigrante, y también sirve a la instrumentación de un estado de excepción para la población migrante, reminiscencia infame de la hostilidad como falso principio existencial. Excepción sostenida en la “teodicea del mal”, esto es, del supuesto de conciliar y justificar el sufrimiento y el dolor a partir de una autoridad omnipresente, llámese Dios, Estado o de un imperativo mayor: la “seguridad” a través de la cual se impone como único horizonte posible el estado de terror y de miedo. Tamaulipas es hoy su mejor retrato.
Reyna Carretero le llama “el mal radical”, del que hablaban Immanuel Kant y Hanna Arendt, que demanda esfuerzos y recursos extraordinarios para operar en el mundo. Dice más: El mal y la violencia que nos confrontan hoy, a pesar de todos los discursos para constituirlos como destino inevitable, se revelan sólo como elección inmoral; más aún, el mal no tiene lugar como principio de vida y existencia; es así un excedente, un hybris, que ha devenido en “lugar común” a partir de su repetición, de su representación escenográfica que siempre nos horroriza, a pesar de la cual su situación siempre es temporal, derivada de su característica de no-lugar u-tópica, que impide su integración plena, puesto que hay que repetirlo junto con Emmanuel Lévinas, tantas veces sea necesario: “el mal no es sólo integrable, sino que además es la integrabilidad de lo inintegrable”.
Ahora, desde la capital de México, se trata de enfrentar al mal que disminuye la condición humana de una migración forzada, de los más pobres de Latinoamérica que transitan por México sin garantía alguna.
En el foro, una periodista relató lo que hemos visto sin inmutarnos en las noticias. A las mujeres se las humilla y viola, no importa su condición. Empiezan a sufrir en Tapachula y acaban muchas veces devastadas en la estación migratoria de Iztapalapa en la Ciudad de México, y recorren un largo andar hasta Estados Unidos, cuando pueden llegar.
Hemos visto los trenes donde se suben hombres y mujeres. Sabemos que son amenazados, robados y extorsionados, delitos inaceptables y tremendos. Es como si se negara su existencia humana, el ser completo de la población que emigra desde sus países de origen y pasan por México.
La nueva iniciativa que está en la ALDF, cuya promesa es dictaminarla y promulgarla, podría ser como un remanso en esta cadena del horror. Garantizaría la movilidad humana, enfrentando esa contradicción absurda del libre flujo de mercancías, pero también todos los impedimentos para el libre flujo de personas o un flujo, como sabemos, miserable, sostenido por las mafias de todo tipo, la que captura cuerpos femeninos para la esclavitud sexual, cuerpos infantes para lo mismo, para el comercio ilegal de órganos y para la explotación del trabajo.
Ir más allá, concebir todo el significado de lo que debiera ser normal, el tránsito humano por las razones que sean, sin vivir la exclusión, es algo que debiera estar en la agenda del Estado, generalmente sostenido por una sociedad complaciente.
Sería dar un paso, lo digo con Reyna Carretero, contrario al teatro del horror del Estado mexicano, la perspectiva ética de la hospitalidad, interculturalidad y la movilidad humana como matriz de sentido compartido. Algo posible, cristalizado en la propuesta de legalidad: la iniciativa de ley de hospitalidad, interculturalidad, atención a migrantes y movilidad humana de la Ciudad de México, ciudad de tránsito para migrantes que provienen de las regiones más empobrecidas de América Central y del sur de México y de los que residen de manera irregular sin poder integrarse de forma plena.
Esta iniciativa de ley de hospitalidad se creó pensando en ellos y ellas, rostro de los 72 migrantes asesinados y que hoy lamentamos. En esa iniciativa, ojalá ley muy pronto, se establece el reconocimiento del enriquecimiento cultural que aporta la presencia de las otras y los otros, integrar su presencia en el tejido social, no como él o la extraña, sino otorgando la calidad de huésped a todo migrante que llegue a la Ciudad de México, sin requerimiento o petición alguna de identificación o documentos migratorios, lo que les permitirá permanecer de manera legal en este territorio, así como el acceso a los servicios básicos de asistencia social que otorga el Gobierno del Distrito Federal.
Algo que es necesario apoyar y promover, sin duda.
Astillero
Modestias aparte
Hillary hila
Obama soba
Tropas gringas
La Mona Barbie
JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ
O
bama bueno, Clinton mala. El presidente mercadológico de Estados Uni- dos corrige lo que la secretaria de halconería ya soltó. El mismo mandatario que desde Washington se disfrazó de blanca palomita en el caso del golpe blando de Estado en Honduras ahora suaviza el porrazo dado por la funcionaria intervencionista, que por lo pronto ya asentó las tesis justificantes del mayor asomo correccional ante la nueva Colombia transfronteriza. El teatral Barack añade a la fórmula desinflamatoria unas gotitas de esencia de vanidad para que el destinatario mexicano las añada a su catálogo de modestias publicitables: México es democracia amplia y progresista, con una economía creciente, razones estas por las cuales nomás no se le puede comparar con la Colombia de dos décadas atrás.
Pero el escenario deseado por los desestabilizadores gringos ya está puesto. Un país dividido –a partir del fraude electoral de 2006 y a consecuencia de las siguientes acciones de polarización que ha desarrollado ese gobierno macabro–, una institucionalidad exhibida incesantemente en su inviabilidad –ni lo político ni lo electoral ni lo legal–, una diaria comprobación de la pasividad social a pesar de muertes, abusos y situaciones grotescas –de los niños de la ABC a los migrantes de San Fernando, sólo por trazar un eje, con los 28 mil presuntos narcomuertos como puntos intermedios– y el abatimiento sistemático del orgullo, la me- moria y la combatividad cívicas. Obama adoba lo que Hillary –la CIA y el Pentágono– trama, hila.
A unos días de la fecha conmemorativa preferida para este año por la hipocresía felipista, la del Grito de Independencia, pues lo revolucionario le escuece, lo único que hay a la vista es la comprobación de la incapacidad ejecutiva de quien ocupa sin méritos la silla presidencial y la cínica voracidad con que ha sido consumido el muy holgado presupuesto federal de estas fiestas. Nada que inaugurar, nada que ofrecer, nada que presentar. Solo fiesta y despilfarro nocturno del 15, con millonadas en pago a empresa extranjera para que monte espectáculos de espejitos modernos y con un desfile matutino del 16 que incluirá contingentes militares de dieciséis países y que, según carta publicada ayer en El Correo Ilustrado de La Jornada, será una afrenta histórica más.
Resulta que Calderón pidió fuera de tiempo al Senado, que lo aprobó al aprontón, que se diera permiso para que en el desfile del 16 participen tropas representativas extranjeras, entre ellas, estadunidenses, lo que hace a los firmantes Brom, Castellanos, Ceceña, Ituarte, Ro-mo y López y Rivas considerar un agravio que ese desfile de armas regidas por las barras y las estrellas se produzca “exactamente a 163 años de que –en las mismas fechas (1847)– los soldados de ese país ocuparon la capital de la República y ondearon su bandera en Palacio Nacional, pese a la heroica y desigual resistencia del pueblo de la ciudad de México y contando los invasores con la colaboración y traición del ayuntamiento de la época”. Añaden: “¡Vergüenza para los mexicanos que aceptan una celebración de nuestra Independencia nacional –que simboliza el fin de la opresión colonial– invitando a militares del imperio y de otras potencias neocoloniales; indigno para las fuerzas armadas mexicanas que en la desmemoria se prestan a este acto oprobioso!”
Felipe el desmemorioso no tiene, sin embargo, más ánimo que para seguir con su cantaleta incansable de que se va ganando la guerra contra el narcotráfico, aunque no lo parezca. La versión del día fue que cada vez que hay un enfrentamiento entre criminales y fuerzas armadas, modestia aparte, salen ganando las fuerzas armadas. Vaya México nuestro en el que el jefe civil del Ejército cree necesario morder el rebozo institucional para presumir el irle ganando en muertes a grupos de delincuentes que, por lo visto, son tan grandes, poderosos y victoriosos que ha de asumirse la supremacía del Estado como un acto de falsa modestia, de envanecimiento apenas encubierto. Modestia aparte, van 28 mil muertes que no han sido sujetas a proceso formal para establecer legalmente las causas de fallecimiento ni la culpa o inocencia de quienes las provocaron. Modestia aparte, las leyes, las garantías constitucionales y los derechos humanos han sucumbido en esos enfrentamien- tos tan pinoleramente celebrados. Modestia aparte... (el tecleador, por modesto, se abstiene de elevar el tono de su soltura verbal).
Y en el desmontaje constitucional de cada día, Calderón llega al extremo de declarar inútil el reformismo judicial, pues los delincuentes salen libres y quedan impunes por encima o incluso justamente a causa del cumplimiento de la letra jurídica: sin embargo, precisamente por cuidar y respetar los debidos procesos legales en muchas de ellas, y quizá la mayoría, no están purgando alguna pena ni preventiva, ni de sentencia. Entonces, licenciado Calderón, ¿qué procede: la ley fuga, el mátenlos en caliente, el juicio sumario, la ejecución extrajudicial, el espot de condena exprés? Incluso, sin citarlo por su nombre ni por apodo de juguetería, dijo que un narcotraficante de moda seguramente durante su proceso judicial será asesorado por sus abogados para que ya no diga lo que está diciendo o que no reconozca lo que verdaderamente hizo. El no mencionado narco, mientras tanto, va siendo entendido nacionalmente en cuanto a su enigmática sonrisa (la Mona Barbie), pues han surgido pruebas de que su detención fue casual, o tal vez pactada, a raíz de un supuesto episodio de tránsito a cuyo final policías federales se habrían topado con que habían capturado a un capo que rápidamente les informó quién era y qué hacía. García Luna Productions vuelve a ser nominada para el Felipe cinematográfico del año.