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19 nov 2010

Revolución Mexicana: los desobedientes que no callaron


viernes, 19 de noviembre de 2010

19 de noviembre de 2010, 01:02Por Nubia Piqueras Grosso (Prensa Latina *)



México (PL) La Revolución Mexicana es el proceso de mayor importancia en la historia de este país desde la conquista española hasta la fecha, según especialistas; aunque a 100 años de su inicio, reviven varios cuestionamientos historiográficos.



Hay consenso de que fue un enfrentamiento de gran complejidad, donde grupos sociales con demandas y objetivos muy diferentes se aunaron en la rebelión contra la dictadura de Porfirio Díaz; pero una vez ganada esa lucha, afloraron las contradicciones de intereses entre los revolucionarios. Entonces México se vio sumido, durante al menos 10 años, en una sangrienta guerra civil, cuyas cifras de muertos no se conocen con exactitud, pero varias fuentes calculan entre uno y dos millones, de acuerdo al balance de los censos de población realizados entre 1910 y 1921.



La fecha del 20 de noviembre de 1910 es aceptada por todos como el inicio del levantamiento armado, porque así consta en el documento conocido como "Plan de San Luis Potosí", dado a conocer por Francisco Madero, un ilustrado hijo de hacendados de Coahuila que se convirtió en prominente figura contra el "porfiriato".



En lo que sí no concuerdan los investigadores es en fijar el fin de la Revolución Mexicana, pues algunos lo sitúan en el año 1917 con la proclamación de la Constitución, y otros refieren que fue en 1924 con el inicio de la presidencia de Plutarco Elías Calles.



Sin embargo, el historiador inglés Alan Knight, especialista en la Revolución Mexicana y profesor de historia de América Latina en la Universidad de Oxford, Inglaterra, es categórico al señalar que esta contienda finalizó en los años 40 del siglo pasado, cuando algunos presidentes comenzaron a alejarse.



El llamado a la insurrección armada de los mexicanos llevaba intrínseco el espíritu de Benito Juárez, quien defendió la República contra traiciones internas y posteriormente enfrentó al colonialismo francés, al cual derrotaron.



Chihuahua fue el último reducto donde se refugiaron el "Benemérito de las Américas" y sus hombres leales para llevar a cabo la contraofensiva exitosa que permitió recuperar el país.



Justo cerca de allí, en un pequeño poblado llamado Cuchillo Parado, de solo 12 calles y apenas un centenar de habitantes, décadas después un lugareño de nombre Toribio Ortega, secundando el llamado maderista, realizó la primera acción armada de la Revolución Mexicana con sólo 65 hombres.



¿Murieron la Revolución y sus ideales?



Los festejos por el centenario de la Revolución Mexicana son el marco propicio para el surgimiento de un debate sobre la vigencia o no de los ideales y proyectos que impulsaron aquella gesta armada.



A las posturas de quienes ven a la Revolución como un tema superado y anacrónico, se opone la del historiador austríaco Friedrich Katz, quien sostuvo en entrevista con el periódico mexicano La Jornada, que "la Revolución todavía tiene mucha vigencia en la mente popular".



Mientras que Alan Knight dijo al propio diario, que la Revolución fue un proyecto de una generación, cuyos personajes aparecieron con ella, e incluía las reformas agraria y laboral.



Además, afirmó que el movimiento impulsaba la formación de organizaciones obreras, fortalecía el anticlericalismo y el nacionalismo económico, lo que se reflejó en la nacionalización petrolera bajo la presidencia del general Lázaro Cárdenas en 1938.



Desde luego, acotó, "el nacionalismo económico ha decaído mucho, pero por otro lado, veo a México como un país bastante nacionalista en términos político, cultural y hasta deportivo. Las bases del nacionalismo mexicano se mantienen muy fuertes", sentenció finalmente.



Insostenible situación para acomodados y pobres



Francisco Madero, representante de los hacendados no favorecidos por el gobierno, fue el catalizador de la rebeldía popular, y la llamada "revolución maderista" triunfó sobre el "porfirismo".



La victoria se apoyó en el movimiento rural liderado por Francisco "Pancho" Villa en Chihuahua y Emiliano Zapata, en Morelos, quienes pretendían solucionar el problema de la tierra y con esa intención secundaron el llamado "maderista".



Las estadísticas de la época recogen que menos del uno por ciento de las familias eran dueñas del 85 por ciento de las tierras, mientras que el 80 por ciento de la población dependía del salario agrario.



En contraposición, una élite de la aristocracia campesina, cercana al gobierno de Porfirio Díaz, resultaba favorecida en créditos y proyectos de riego.



En las grandes haciendas la ley se aplicaba al libre albedrío de los poderosos dueños, que mantenía a los trabajadores en condiciones de semi-esclavitud, muy cercanas al feudalismo; sin embargo, los pequeños agricultores privados debían cumplir sus obligaciones con la nación y pagar altísimos impuestos.



Pueblos originarios como los mayas, tzotziles, coras, huicholes y rarámuris, entre otros, fueron despojados de los territorios que ocuparon por milenios, lo cual generó conflictos violentos y la deportación de sus protagonistas hacia las plantaciones sureñas de Yucatán y Quintana Roo.



En medio de esta situación, comienza la explotación petrolera, cuyas concesiones favorecieron a compañías extranjeras como Standard Oil y Royal Dutch Shell, que estaban protegidas por el gobierno "porfirista", según recoge el libro "La Revolución Mexicana: compendio histórico político militar", editado en 1997.



Los inversionistas foráneos iniciaron la explotación de materias primas, al tiempo que potenciaron la minería y la industria textil, junto a las cuales se creó la infraestructura del transporte.



Para 1910 ya existían 24 mil kilómetros de vías férreas, asegura la investigación "Madero y la Revolución Mexicana", publicada en 1991.



Conspiraciones, traiciones, incongruencias... rompieron la unidad



El gobierno de Madero carecía de bases firmes, pues los antiguos "porfiristas" desconfiaban de él, en tanto los campesinos y sus líderes revolucionarios no vieron satisfechos los reclamos de tierras y participación en el poder político. Es así como comienzan a debilitarse las bases de la Revolución.



Desde fines de 1912, el embajador de Estados Unidos conspiraba abiertamente contra el presidente mexicano, lo que sirvió de acicate al surgimiento de grupos opositores a Madero, algunos de ellos irreconciliables entre sí, aseguran varios textos de historiadores.



Las preocupaciones de quienes ostentaban el poder económico se centraron entonces en la debilidad del Presidente para organizar el país y establecer la calma.



Y fue bajo esas presiones que él ordena al general Victoriano Huerta someter a Zapata y luego a sus tropas a deponer las armas y desmovilizarse.



A partir de entonces, Huerta comienza el doble juego entre el Ejecutivo y los zapatistas, pero su verdadero objetivo era derrocar a Madero en complicidad con representantes de los intereses estadounidenses.



Justamente fue durante la "decena trágica" que lo saca del poder, y el 22 de febrero de 1913 lo asesinan, asumiendo Huerta la presidencia.



La reacción revolucionaria se hizo sentir y es cuando surge la figura de Venustiano Carranza, quien pocos años después es asesinado al igual que Zapata.



Tras la muerte también de Villa en una emboscada, nuevas caras surgieron en el escenario político mexicano, con lo cual algunos aseguran que hubo continuidad y otros que se traicionaron los principios de la Revolución Mexicana.



Pese a los años transcurridos, tales discusiones cobran vigencia hoy en el debate político de los seguidores de cada una de aquellas tendencias, identificados en los partidos actuales y en algunos movimientos populares.



En medio de la porfía, alguien recordó recientemente el bando real del Virrey Carlos Francisco de Croix, que en 1767 ordenó a los vasallos mexicanos de la Corona que "ellos nacieron para callar y obedecer, y no para discutir ni opinar en los asuntos de gobierno."



Hace 200 años los desobedientes vasallos respondieron al Virrey luchando hasta independizarse de España, y un siglo después se alzaron contra quienes intentaron mediatizar la independencia, lo que convierte a México en un pueblo irredento.



(*) La autora es corresponsal de Prensa Latina en México.