LA CONGRUENCIA DE DON SAMUEL

25 ene 2011

Lucha y esperanza, herencia de don Samuel*

RAÚL VERA

Estas lecturas que hemos escuchado revelan a don Samuel como un hombre que vivió íntegramente el Evangelio. El texto del profeta Jeremías, de manera espléndida, revela su propia vida. La providencia de Dios quiso que hace 51 años, dos sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas eligieran para él, el lema que utilizó en su escudo episcopal, que era precisamente Para construir y plantar que está tomado de este texto del profeta Jeremías.

Don Samuel fue como el profeta Jeremías, un hombre que vivió y experimentó la contradicción. Una persona cuyas acciones eran discutidas y condenadas por una parte de la sociedad, pero para los pobres y para quienes hemos trabajado junto con él, para ellos, don Samuel fue una luz potente en quien se cumplió íntegramente aquello que Dios le dijo al profeta: Desde hoy te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos, para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para reconstruir y plantar (Jer.1,10).

Don Samuel llegó a un Chiapas plagado de injusticias y de abusos contra el pueblo indígena y contra los pobres. Le tocó ver con sus propios ojos las espaldas de los hombres indígenas marcadas por el látigo de los finqueros; constató desde la palabra de los pobres indígenas, cuando él llegó a esa zona, que el salario para ellos era de tres centavos al día, y todavía se trataba de un salario que nunca se pagaba, pues existía la tienda de raya. También conoció a las muchachas indígenas sometidas a la ley de la pernada, es decir, el patrón, antes de que ellas llegaran al matrimonio, tenía que constatar, uniéndose a ellas, su virginidad.

Toda esta situación de injusticias, de abusos, de trato inhumano para los indios mayas, es lo que no sólo con su palabra de verdad, de justicia y de amor en su proclamación de la dignidad que tienen los hijos y las hijas de Dios denunció, sino sobre todo con la construcción de una Iglesia en la que puso los medios para que toda esa serie de injusticias y maltratos desaparecieran a través de las instancias que poco a poco se fueron construyendo, en donde por medio de la evangelización, quienes habían sido esclavos, quienes estaban sometidos, quienes no tenían voz, conocieran la dignidad que Dios les dio desde su nacimiento. Y esos mismos indígenas hombres y mujeres, por medio de su participación activa y la construcción de esas instancias, participaron en el cambio de las estructuras sociales, en las que se justificaba y se instrumentaba el trato inhumano que recibían.

De esta manera, el tatic Samuel ayudó a que quienes eran oprimidos y humillados, se convirtieran como anuncia el profeta Isaías, en robles de justicia, reparadores y reconstructores de ciudades devastadas (Cf. Is. 61,3-4). Todos y todas somos testigos, quienes colaboramos con él en Chiapas y quienes conocieron su obra desde otros espacios, de lo que significó para él este trabajo por la liberación de los pueblos mayas que viven en Chiapas. Entendemos perfectamente por el texto del profeta Jeremías de dónde le venía la fortaleza inquebrantable que lo caracterizó.

Como si estuvieran grabadas en su corazón estas palabras: “Mira que hoy te he convertido en plaza fuerte en pilar de hierro, en muralla de bronce, frente a toda esta tierra… Te harán la guerra, más no podrán contigo, pues contigo estoy para salvarte” (Jer. 1,18-19).

El texto de la Carta a los Romanos describe por boca de San Pablo el ánimo que caracteriza a los elegidos de Cristo: ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? En todo esto salimos vencedores gracias a aquél que nos amó (Rm. 8, 35.37).

Hoy en la Pascua del tatic, nosotros y nosotras estamos celebrando su triunfo, con la fuerza de Cristo, sobre todos estos obstáculos; él nos deja la herencia de la esperanza en un mundo diferente, en un México justo, en un México en el que reine la paz. Con su sabiduría de la vida, con su testimonio de fe, con su amor por la familia humana, nos dice: tienen que luchar, tienen que ser valientes, pues el triunfo del bien sobre el mal está asegurado. Que no decaiga nunca su fortaleza, que no les venza nunca el desánimo.

El comienzo del Sermón de la Montaña que nos muestra el evangelio de Mateo con el discurso de las bienaventuranzas, nos demuestra la calidad del hombre que fue el tatic Samuel, ya que encarnó en toda su integridad la palabra de Jesús. Hoy, con toda verdad, podemos llamar al Tatic, bienaventurado. Por su identificación con los pobres y afligidos, por su perseverancia para vencer el mal a fuerza de bien, por las lágrimas que le vimos derramar al lado de los humillados víctimas de la crueldad humana a los que él les enseñó a trabajar por la justicia, liberándose de cualquier sentimiento de rencor y de cualquier movimiento de venganza, confiando en que el Señor, es la recompensa de los justos.

Él es un ejemplo de los hambrientos y sedientos de justicia; con todas sus fuerzas trabajó por desterrar la injusticia y suplantarla por la justicia. Con todas sus fuerzas mantuvo por encima de todo su lucha por el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de todos y todas. No había sufrimiento que no tocara su corazón. Siempre ante quienes lo calumniaron, lo trataron de detener por los medios más ruines en este trabajo por el bien de la comunidad humana, don Samuel actuó siempre con misericordia ante ellos, esperando con paciencia que un día entendieran cuál sería el fin desastroso de sus vidas si seguían adheridos al mal, a sus ambiciones y a su egoísmo.

Don Samuel tuvo ojos para ver la imagen de Dios en cada uno de sus hermanos y hermanas porque tenía el corazón limpio. Y con toda verdad vemos que hasta el final de su vida se conservó como un auténtico hijo de Dios por su trabajo por la paz, que nace de la justicia y del amor.

Dichoso tú, tatic Samuel, perseguido por la causa de la justicia, porque tuyo es hoy en plenitud el Reino de los Cielos. Dichoso tú, tatic Samuel, que fuiste objeto de injurias y calumnias; de innumerables persecuciones, de vituperios, de insultos por la causa de Jesús, que es la plenitud de la vida de los pobres, la plenitud de la vida para todos los seres humanos en esta tierra. Alégrate ahora y salta de contento ante Dios porque esto lo sufriste por ser profeta fiel de Jesús. Dichoso tú, tatic Samuel, que hoy disfrutas de la recompensa de los justos.

Si todos los obispos del mundo…

OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO



En México y en otros países hay de obispos a obispos. Unos son conservadores y otros progresistas; unos protegen en su ámbito de influencia a los ricos y a los gobernantes, otros abrazan las causas de los más desprotegidos y explotados; unos están por el sacrificio de las personas en el aquí y el ahora a cambio de indulgencias para después de su muerte, otros promueven la liberación de los pobres en el aquí y en el ahora y no en el más allá. Samuel Ruiz era de los segundos, un obispo que perteneció a la estirpe de Méndez Arceo, en Cuernavaca; de Arturo Lona, en Tehuantepec; de José Llaguno, en la Tarahumara; de Bartolomé Carrasco, en Oaxaca; de Raúl Vera, en Saltillo. Éstos se han distinguido por oponerse a los conservadores y a los colaboracionistas tanto del PRI como del PAN, a Girolamo Prigione en su momento, a la ortodoxia pastoral y, en lo político y lo social, se han opuesto también a los poderes fácticos que han impedido el desarrollo y la realización de los más pobres del país como personas, cuya liberación debe darse en el aquí y el ahora y no para las calendas griegas.

Estos obispos, que bien pudieran ser llamados liberacionistas, enfrentaron, a veces con esa sutileza que se aprende en el sacerdocio y otras veces con energía, los dictados vaticanos y de los gobiernos mexicanos de los años 80 y 90 del siglo pasado. Siempre desde la fe, pues nunca cayeron en posiciones no religiosas, buscaron en los textos sagrados la justificación para que sus fieles hicieran conciencia de su realidad social, se organizaran y se plantearan una sociedad más justa libre de caciques y de explotadores de toda laya. No hicieron del marxismo su ideología, pues en realidad no simpatizaron con él, pero tampoco lo combatieron como sí lo habían hecho en los años 50 y 60. En otros términos, evolucionaron, y tal vez el Concilio Vaticano II y la teología de la liberación que comenzó a discutirse en aquellos años influyeron favorablemente en ellos. Otros obispos, en cambio, combatieron esas corrientes progresistas y tolerantes de un sector de la Iglesia y en lugar de optar por la Iglesia de los pobres lo hicieron, hasta la fecha, por la de los ricos.

La Iglesia de los pobres no contrarió la fe ni el dogma, pero estos instrumentos fueron usados en un sentido cristiano, es decir en la lógica del Jesucristo al lado de los pobres y de los necesitados y no del que transfiguraron los aliados de los poderosos convirtiéndolo en su negación. Samuel Ruiz, desde su grande diócesis de San Cristóbal de las Casas, no simpatizó con los métodos armados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), pero sí con sus principales planteamientos en favor de los indios, los más pobres de los pobres de México. Ofreció no sólo su mediación, que fue aceptada por las partes gracias a su enorme influencia en la zona y a su compromiso, sino la catedral de San Cristóbal para el primer diálogo entre el EZLN y el gobierno, un hecho insólito en la historia del país. Él y su gente, unos curas y otros no, promovieron no sólo el entendimiento entre el gobierno y los armados, sino el respeto a los derechos humanos en toda su extensión. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas fue fundado por Samuel Ruiz en 1989, y su papel ha sido muy importante para registrar todo tipo de violaciones a los derechos humanos en Chiapas, principalmente de los indios. El Frayba, como también se le conoce, se ha orientado, según señala en su sitio web, por la integridad e indivisibilidad de los derechos humanos, el respeto a la diversidad cultural y al derecho a la libre determinación, la justicia integral como requisito para la paz y el desarrollo de una cultura de diálogo, tolerancia y reconciliación, con respeto a la pluralidad cultural y religiosa (las cursivas son mías).

A mi juicio estas premisas de orientación de las acciones del Frayba sintetizan no sólo el pensamiento y la acción de Samuel Ruiz sino lo que debiera guiar a la Iglesia católica en México y el resto del mundo donde participa. Dicho sea de paso, este 26 de enero un grupo de organizaciones civiles iba a entregar, por segundo año consecutivo, el Reconocimiento jTatik Samuel jCanan Lum a personas, comunidades y organizaciones de Chiapas que se han destacado por su servicio, cuidado y trayectoria en su trabajo liberador por las causas verdaderas del pueblo. El Tatic Samuel ya no será testigo de dicho reconocimiento.

Si todos los obispos del mundo, comenzando por el de Roma, fueran como Samuel Ruiz, especialmente en los últimos 40 años de su fructífera vida, la religión católica y su Iglesia estarían a la vanguardia del pensamiento liberador y de la justicia social. Pero lamentablemente no es así.

Tragedia y sumisión

Álvaro Delgado



MÉXICO, D.F., 24 de enero (apro).- La imagen sacude: El cadáver de un adolescente yace al pie de la portería de una cancha de futbol rápido, rodeada de una barda blanca en la que destaca, en grandes letras, la frase “Vivir mejor”, el lema de los programas sociales del gobierno de Felipe Calderón, que parece burla.

Otros seis muchachos fueron abatidos por al menos 180 balas disparadas por sujetos desconocidos que huyeron en tres vehículos y se perdieron en las calles de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde hace casi un año, el 30 de enero, tuvo lugar la matanza de 15 jóvenes en Villas de Salvárcar, a los que Calderón tildó de pandilleros.

El asesinato de los siete muchachos se produjo ayer, domingo 23, en la víspera de la visita de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, a México, para tratar de sepultar las imputaciones de ineptitud y corrupción del gobierno de México en la guerra contra el crimen organizado, atribuidas por el embajador Carlos Pascual.

Son dos expresiones de esta guerra vergonzante: La imbatible violencia que cada vez cobra la vida de más inocentes --que anima la legítima demanda social de “no más sangre”-- y el intervencionismo creciente de Estados Unidos por la debilidad de Calderón.

Lo de menos es que Clinton venga a México a decirle a Calderón que lo admira, porque todos saben que eso es falso y forma parte de la parafernalia diplomática, porque seguramente vino a darle instrucciones de cómo proceder contra la violencia, que amenaza la seguridad nacional de Estados Unidos, como lo declaró su propio vocero, Philip Crowley.

“No creo que el tema acá sea si la estabilidad de nuestra sociedad está en riesgo, pero ciertamente es una amenaza a la seguridad nacional”, dijo Crowley en rueda de prensa, el pasado viernes 21, tres días antes de la visita de su jefa a México, una declaración semejante a la que hizo la propia Clinton, en octubre pasado, sobre el narcoterrorismo.

¿Qué pactaron Calderón y Clinton en su reunión de este lunes? Muy probablemente no lo sabremos tan rápido, como los arreglos que quedaron por escrito en informes enviados a Washington y que dio a conocer el portal Wikileaks y cuyo contenido, no desmentido, exhibe el vasallaje de Calderón ante Estados Unidos.

Apenas ayer supimos, gracias también a la difusión de cables estadounidenses difundidos por Wikileaks y publicados en el diario El País, que México permite a agentes del FBI interrogar a indocumentados retenidos en instalaciones del Instituto Nacional de Migración (INM) para detectar supuestos terroristas.

No es admisible que Cecilia Romero, excomisionada del INM y secretaria general del Partido Acción Nacional (PAN), eluda su responsabilidad en este asunto que vulnera la soberanía nacional –que en general a los panistas les importa nada--, y que Calderón evada, por su parte, la solicitud que hizo a Estados Unidos de actuar justamente en Ciudad Juárez.

Según un documento, en febrero del año pasado Calderón solicitó a la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, la participación del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC, por sus siglas en inglés) para pacificar Juárez y dar una respuesta a la exigencia de disminuir la violencia en esa localidad.

Parece una solicitud desesperada ante la violencia que unos días antes había cobrado la vida de los 15 jóvenes, pero el entreguismo es inaceptable.

Vaya, hasta el programa “Todos somos Juárez”, la respuesta a la matanza de Salvárcar, ha sido un fracaso, como documenta Proceso en la edición de esta semana, que lamentablemente coincide con la tragedia de los siete adolescentes abatidos a balazos en una de las canchas de futbol rápido…