Y LOS MÁS POBRES

8 mar 2011

Indígenas: entre el acoso y el despojo

LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO
A diecisiete años del levantamiento armado de Chiapas y 11 de la firma de los acuerdos de San Andrés sobre derechos y cultura indígenas, la situación de los pueblos indígenas en todo el país es peor que nunca. Literalmente hay una guerra de despojo contra sus tierras y territorios.
En todo México viven bajo acoso. Las grandes compañías mineras, muchas de ellas canadienses, ocupan sus territorios sagrados, contaminan sus aguas y erosionan sus tierras. El gobierno se empeña en construir grandes presas que vuelven fantasmas sus campos de cultivo y ahogan sus pueblos y sus muertos. Los talabosques saquean su madera.
La precariedad económica los ha hecho migrar más que nunca. En los grandes campos hortícolas del noreste trabajan como esclavos y se envenenan con el uso de agroquímicos. En playas y zonas turísticas, las grandes compañías hoteleras tratan de expulsarlos de sus tierras.
Sus dirigentes son hostigados, encarcelados y asesinados. Más de 8 mil indígenas están en las cárceles del país, en su mayoría por desconocer la ley, no contar con un traductor, no tener abogado o carecer de dinero para fianza. En el estado de México, el más poblado del país, existen solamente 10 intérpretes de lenguas indígenas.
Con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, las campañas de despistolización o la guerrilla, muchos territorios indígenas están militarizados. Son frecuentes los abusos de la tropa contra la población civil.
El nombramiento de sus autoridades municipales no es respetado y sus lenguas son ignoradas. En todos lados padecen discriminación. Su derecho es desconocido y sus derechos pisoteados. Se les sentencia con criterios inequívocamente racistas.
En 2007, la Organización de Estados Americanos (OEA) divulgó en Washington un reporte que señala que los indígenas sujetos a juicio penal se encuentran normalmente desamparados en medio de un proceso que no entienden porque no hablan español y no cuentan con intérprete. La detención arbitraria es bastante común, así como los excesivos plazos de duración de la prisión preventiva y en general de los juicios. El maltrato y la tortura son también una práctica común para obtener una confesión.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, las quejas más frecuentes de los indígenas sujetos a proceso judicial son maltrato en la detención, detenciones arbitrarias sin orden judicial, introducción en sus domicilios sin orden de cateo, fabricación de pruebas, defensa deficiente e inadecuada, falta de intérprete y dilación.
Por si todo esto fuera poco, en los últimos años se ha intensificado sobre ellos una doble presión. De un lado, la del narcotráfico, que quiere usar su territorio como lugar para producir amapola y mariguana, o como ruta de paso. Del otro, la criminalización de sus protestas por parte del Estado. En multitud de casos se ha judicializado sus denuncia, su resistencia, el ejercicio de su libertad de expresión y su movilización, mandando a prisión por largo tiempo a presuntos responsables, sin pruebas. Usualmente se les acusa de ataques a las vías de comunicación, privación ilegal de la libertad (secuestro) y delitos ambientales. La represión está concentrada en Chiapas, Oaxaca y Guerrero.
Entre otros muchos casos, destacan dos por el nivel de arbitrariedad gubernamental y por el sesgo marcadamente político que en ellos tiene la represión.
El pasado 2 de febrero, en el ejido de San Sebastián Bachajón, en la zona de Agua Azul, en el estado de Chiapas, fueron detenidos 117 indígenas pertenecientes a la otra campaña. Nueve de ellos permanecen detenidos como presos políticos. Apenas el pasado 4 de marzo, uno de los presos salió libre por desistimiento de pruebas. El conflicto fue provocado por Noé Castañón, secretario general de Gobierno. Las autoridades rompieron un proceso de diálogo y arreglo comunitario en marcha desde 2010.
El 27 de septiembre de 2010, en un proceso amañado, el juzgado mixto de primera instancia, con sede en Ometepec, Guerrero, condenó a tres años y dos meses de cárcel a los indígenas Silverio Matías, Genaro Cruz y David Valtierra. Los acusan falsamente del delito de privación de la libertad contra Narciso García, un invasor y vendedor de tierras de uso común del ejido. Las víctimas son fundadores del municipio autónomo de Suljaa’. Sus integrantes han puesto a funcionar la Radio Ñomndaa-La Palabra del Agua, acosada por el gobierno.
Los indígenas viven en una situación de pobreza estructural que se profundiza día con día. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 75.7 por ciento de la población indígena en México vive en pobreza multidimensional. Treinta y nueve por ciento del total de esa población está en pobreza multidimensional extrema.
Según el Coneval (hay quienes critican sus mediciones por ser muy conservadoras) los habitantes en pobreza multidimensional son quienes presentan al menos una carencia social y no tienen un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades. En pobreza extrema se ubica a quienes no les alcanza para comer.
Las cifras son dramáticas. Casi la mitad de indígenas tienen rezago educativo; 52.2 por ciento no tiene acceso a los servicios de salud; 85.5 por ciento no cuenta con seguridad social; 50.3 por ciento carece de una vivienda con suficiente espacio o calidad; 42.1 por ciento pasa hambre.
Ni el gobierno federal ni los estatales están interesados en mejorar esta situación. Las autoridades estatales utilizan como caja chica los recursos destinados a los indígenas. A pesar de ello, los pueblos indios luchan y resisten. Son ellos los que tienen la última palabra sobre su situación.

Humillación y preguntas
PEDRO MIGUEL

Calderón fue a la capital del imperio a implorar en forma tangencial e indirecta que le quitaran de encima a Carlos Pascual. La negativa rotunda llegó horas después y el peticionario hubo de regresar cargado con el peso de la humillación y ya no dijo ni pío.
Algunos piensan que sería bueno echarle una mano en el predicamento y recordarle que tanto la legislación nacional como la internacional estipulan el derecho pleno de un gobierno a exigir, de inmediato y sin ofrecer explicaciones, el retiro de un representante diplomático cualquiera (artículos 33 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y Novena de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas). Pero la ayuda no procede, senadora Green, porque Calderón no lo ha pedido ni lo pedirá, y tampoco parece probable que apele al nacionalismo en demanda de respaldo para hacer frente con dignidad y patriotismo a la soberbia del Departamento de Estado.
Sería mucho descaro. Antes tendría que explicar a la sociedad nacional ese oscuro capítulo en el que un equipo coordinado por el ex embajador Tony Garza lo ayudó a treparse a la Presidencia en circunstancias particularmente difíciles: su triunfo electoral fue cuestionado (lo sigue siendo) por un tercio del país, Fox lo odiaba (lo sigue haciendo, al parecer) y si logró salirse con la suya fue gracias al poder de Televisa y demás socios, la obediencia militar al mando civil, la falta de escrúpulos del PRI y, last but not least, la mano invisible de la embajada gringa a la que, a la postre, los cables de Wikileaks publicados en La Jornada han dado visibilidad.
Por cierto: a la sociedad me-xicana le encantaría saber, an- tes de comprometer respaldo patriótico alguno, quiénes inte- graron el equipo coordinado por Tony Garza que intervino en la transición Fox-Calderón (http://bit.ly/ekDR8S); qué hicieron, qué exigieron, qué impusieron y qué les fue concedido. ¿Fue por esa puerta vergonzante e inconfesable que nos metieron la Iniciativa Mérida? ¿Fue por ahí que se introdujo la contrarreforma energética enviada desde Los Pinos al Congreso en abril de 2008? ¿Le dieron al actual sedicente constitucional el nihil obstat a cambio de hundir al país en una guerra tan conveniente para la industria, las finanzas y el gobierno de Estados Unidos?
¿Qué es lo que refrena a Calderón y le impide protagonizar un nuevo berrinche para dar cauce a su ojeriza contra Carlos Pascual? ¿Por qué se limita y sacrifica, de paso, y de nueva cuenta, la soberanía nacional, y nos obliga a contemplar esta nueva humillación? ¿Podría tener Roberto Gil Zuarth, u otro funcionario del primer círculo, la amabilidad de explicárnoslo?

¿QUÉ NO VEMOS?

MARCO RASCÓN

Sólo basta contar: más de 80 por ciento del discurso político de la izquierda es contra la misma izquierda.
La campaña por la limpieza ideológica, escupitajos hacia arriba, acusaciones de traición, es la construcción de la opción por la que nos llamarán a votar para salvar al país. ¿Qué no ven lo que hacen? Crece la sospecha y el fundamento de que trabajan para los que dicen combatir. Unos en favor del PRI, otros del PAN.
En estos afanes contra la unidad propia se alimenta el crecimiento de la restauración del viejo régimen y toda la oligarquía festeja la existencia de una opción anulada por ella misma, disputándose la fantasía de la repetición de 2006 que ya no será y que fue tirada a la basura. Para ocultar responsabilidades, sólo queda el radicalismo verbal, el montaje de escenografías con base en el clientelismo y generar noticias que llevan a la suma cero. Hay una carga muy grande de infantilismo, pero no de inocencia, pues el debilitamiento de la opción propia es transferencia de fuerza a los otros.
Lo que se dice la izquierda, ya sea la que se pone apellidos como social, nueva, verdadera, moderada o legítima, ha hecho en conjunto un camino nuevo hacia la marginación o la funcionalidad en favor de los intereses oligárquicos, que duermen tranquilos, mientras eso sea lo que ocupa la opción electoral.
En la izquierda ya no hay corrientes de pensamiento ni de proyectos nacionales y, si alguna vez la izquierda debatía sobre visiones ideológicas conectadas a experiencias revolucionarias en el mundo y había leninistas, trotskistas, maoístas, guevaristas, nacionalistas, eurocomunistas o latinoamericanistas, hoy son chuchos, pejes bejaranos amalios o camachistas.
Particularmente a partir de 2006, y sobre todo por las posiciones poselectorales, se transfirió la fuerza al PRI. La falta de visión se polarizó y se anuló la construcción de nuevas reglas de gobernabilidad, de una reforma del Estado profunda que ganara posiciones y reformas apoyadas en la correlación de fuerzas del 2 de julio de 2006. La tarea no era sólo ganar la Presidencia mitificando la figura presidencial, sino avanzar en las reformas de fondo y sepultar al viejo régimen.
El discurso se fue a la guerra contra la derecha y sólo sirvió para reconstruirle el centro, al PRI. No ha dejado un día de trabajar para ellos.
Por intereses inmediatos, muchos que nunca habían sido de izquierda o se habían reivindicado como tales, se pusieron el disfraz y se subieron a los estrados creyendo que, engañándose ellos mismos, engañaban a la realidad. Por eso hoy, sin nada en las manos, se pasan unos a otros la guillotina mientras el viejo régimen les agradece.
Para no ver lo que sucede, la izquierda se llenó de tránsfugas, oportunistas, provocadores y reventadores. Criticando A se apoya a B. En esta estrategia de marchar entre las patas de los caballos la falla es que se trabaja para los otros con el pretexto de la limpieza y en nombre del pueblo.
En las actuales batallas, todos los flancos están cubiertos y hasta para las opciones sociales, no partidarias, la oligarquía se prepara; la oligarquía quiere espectáculo, pero no sorpresas en esta pelea arreglada. Todo aquello que sean ideas, memoria, conceptos de recomposición, son censurados y aplastados por los insultos vacíos de contenido. Como estrategia, no hay como los discursos amenazantes, las ofertas de paz, la soberbia y las demostraciones de fuerza, como las que dio el PRI la semana pasada con la toma de posesión de Humberto Moreira como nuevo presidente del partido del viejo régimen. Al acto llegaron más de 50 aviones particulares, 18 helicópteros, cientos de camiones, fondo rojo, puño crispado, advertencias, amenaza, mensaje de reconocimiento a quienes desde el insulto los apoyan. Un mensaje claro a Marcelo Ebrard, al cual no consideran totalmente perdido, y a Andrés Manuel López Obrador como el representante de la izquierda que les abre el camino hacia 2012.
Humberto Moreira hizo valor político el discurso de Sócrates Rizzo en Saltillo y anunció la paz, que vendrá de la negociación. Con Humberto Moreira, regresa Elba Esther Gordillo y con Nueva Alianza como cuerpo de elite priísta. Como van las cosas para 2012, el PRI es el que concentrará el papel de la oposición y los llamados al voto útil.
Regresan viejos fantasmas construidos por Carlos Salinas, como Línea Proletaria, que lo mismo tiene ramificaciones hacia los hermanos Moreira en Coahuila, como hacia el PT de Alberto Anaya y Adolfo Orive, base partidaria hoy de Andrés Manuel López Obrador, y que lo que no ganarán desde el lopezobradorismo sí lo lograrán con el PRI de Moreira, como en 1988.
Esto no es simple lucha de partidos políticos en igualdad de circunstancias, es el regreso del viejo régimen que surgirá de la violencia, el fatalismo, el entreguismo y que Felipe Calderón, con ayuda de la siniestra, les facilita, para que ellos sólo pongan la cara buena de la nueva unidad nacional ante el fracaso de lo que se llamó alguna vez, la izquierda y la derecha.
¿Qué no vemos?